Israel: ¿Y ahora qué?

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La victoria del Likud con 30 escaños, más los de sus posibles aliados, genera la pregunta que me formuló un amigo, y que da título a esta columna. Es la misma que tienen casi la mitad de los israelíes y sin duda nuestras diásporas judías y la mayoría de los gobiernos del mundo, incluido EE. UU.

Hay desazón en los sectores de centro – izquierda, al haber obtenido la principal opción opositora a Netanyahu, la Unión Sionista, solamente 24 escaños, que son insuficientes para que el presidente Rivlin le diera a su líder, Itzjak Herzog, la posibilidad de formar gobierno.

En estas elecciones democráticas, ganó la derecha y la extrema derecha junto a la extrema ortodoxia. Los sueños de paz parecen alejarse ante el vuelo de los “halcones”. ¿Será así?


¿Y ahora qué?

Antes de responder la pregunta, les recuerdo que el mundo mira a Israel con simpatía, pero no puede aceptar que cuatro millones de Palestinos, en especial de Cisjordania (Judea y Samaria), queden en la eternidad “ocupados” por Israel, en su clara identidad, gestada básicamente después del año 67.

Desde Israel la visión consciente de generar un Estado Palestino o alguna solución al conflicto, se nubla entre discursos sobre tema nuclear con Irán y la seguridad, donde lamentablemente se manejó como un show político, más que real. Un país islamista tiene la bomba atómica – Paquistán-, pero nadie lo ve como peligro.

Los ataques sufridos por de la población civil israelí durante el conflicto con Gaza, quitan sensibilidad y generan incluso gran adversidad entre los israelíes, sumado ello a los atentados que se suceden regularmente en Jerusalén contra la población civil, seguramente originados en el grupo terrorista Hamas.

Difícil ver el bosque cuando el árbol encandila a tu familia y te amenaza en la esquina. Por lo tanto no se votó por una estrategia sostenible, sino por vivencias horribles y frustraciones de los israelíes en relación a dicho conflicto (naturalmente los palestinos también sienten lo mismo).

Me pregunto si habiendo casi 4.500.000 de palestinos rodeando Israel, en condición de dependencia u ocupación, desestimándolos permanentemente, si esta situación puede ser sostenible.

Simplemente no lo es, al igual que el problema habitacional de los jóvenes israelíes, junto a otras dificultades.

¿Qué hacer?

Si nunca le creímos a Netanyahu todo lo que decía, ¿por qué creerle ahora?

¿Podemos pensar que lo que dice un político se puede sostener rigurosamente o el mismo habla para los posibles votantes y enemigos?

El filósofo, jurista y teórico de la política Carl Schmitt, comentaba que los dichos no son reflejo de un compromiso adquirido, sino de agitar a las masas para que lo elijan nuevamente en el sillón presidencial, y eso es la esencia de la clase política.

Netanyahu seguramente sea bastante hábil para generar desde esta postura aparente, una opción que le de viabilidad política en un mundo hoy adverso a él. Negociar en estas condiciones es mucho más probable de llegar a un acuerdo y recibir el premio Nobel.

Maquiavelo decía: “Es de gran importancia disfrazar las propias inclinaciones y desempeñar bien el papel del hipócrita”

Me pregunto si no seremos ingenuos si pensamos que se enfrentará a la Unión Europea, EE.UU, a futuras guerras y provocaciones de los terroristas y a que la Autoridad Palestina de Cisjordania pierda su liderazgo y suban sectores yihadistas y mil circunstancias más adversas.

No tengo certezas, pero vale pensar que tampoco debemos ser ingenuos.

“En general -decía Maquiavelo- los hombres juzgan más por los ojos que por la inteligencia, pues todos pueden ver, pero pocos comprenden lo que ven”.

El show recién comienza mientras se espera que la tierra rote permanentemente y junto veamos el movimiento…

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