Israel  y los donantes de Gaza

Por:
- - Visto 282 veces

Reunidos en El Cairo, a pocos metros de las grandes y descascaradas pirámides, los futuros donantes de Gaza deambulan por los pasillos de sus respectivos hoteles de lujo y cavilan acerca de cuánto dar y con qué garantías de que su dinero será para el bien de las gentes de la destruida ciudad y no para la casta guerrera que rige con manos de hierro  el  destino algunos  palestinos, no de todos.  Hamás, entretanto, se rasca su negra capucha soñando con otro round, esta vez contra la Autoridad Nacional Palestina, a la que deberá aguantar y contra la que deberá lidiar en el lugar del que la echó. Sin duda acabará robándole privilegios y funciones como ha hecho hasta ahora. Considerando la historia de ambas facciones, es difícil pensar que llegarán a buen puerto juntas. Entre tantos bienintencionados donantes no estará Israel, que les da a los gazatíes algo más que bombas y misiles: electricidad y combustible, medicinas y otros productos.

Hasta el día de hoy es difícil que alguien, en la región, haya hecho por los árabes más que Israel, comenzando por los personajes del Corán, pero ningún país musulmán se atreve a reconocer esa deuda porque hacer tal cosa sería aceptar, de facto, que Israel está allí para su bien y no para su mal como han venido pensando los últimos cien años. Antes que donar dinero los países que se reúnen en Egipto en estos días deberían dejar de lado su retórica de dos estados para dos pueblos, pues si bien es cierto de que de un lado hay uno, el pueblo judío, del otro está también Irán, los hilos de cuya fúnebre influencia enlazan Beirut con Damasco y Gaza. Y quién sabe si no Qatar y Arabia Saudita también, por lo cual sigue siendo cierto la idea de Golda Meir a propósito de que los árabes deberían aceptar que tienen tierras y países de sobra para realojar a los palestinos y acabar por fin con los reclamos por los refugiados, y tanto dinero como el que se necesita para solucionar de una vez por todas el problema que tanto les preocupa. Eso, no obstante, no sucederá, ya que la Liga Arabe sigue hablando del viejo plan que sostiene que los judíos deben devolver todo lo ocupado tras la guerra de 1967 a cambio de relaciones diplomáticas plenas con sus miembros, miembros que desde la famosa primavera que tantas esperanzas suscitó, se están ahora mismo desangrando en sus conflictos intestinos. Por tanto, no venderá Israel su libertad de decisión por un consulado en el Yemen o una embajada en Irak.

Lo bueno, lo justo, sería  no donar dinero a los gazatíes sino todos los materiales que se requieran para reconstruir su ciudad. Incluso dárselos gratis. Pues ya sabemos lo que los líderes palestinos, comenzando por Arafat, solían hacer con las donaciones de dinero: enriquecer de modo ilimitado sus propias arcas. Como dice el Evangelio de los cristianos, no tiene sentido dar margaritas a los cerdos. Acabarán pisoteándolas. Acabarán malversando una y otra vez la generosidad ilimitada de Europa y los Estados Unidos. En cuanto a los petrodólares se refiere, a sus dueños no les afectará perderlos, habituados como están a derrochar en propaganda y en ciudades de espejos en medio del desierto dineros habidos por la riqueza de un subsuelo que ni siquiera contribuyeron a crear.


Acerca de Mario Satz

Poeta, narrador, ensayista y traductor, nació en Coronel Pringles, Buenos Aires, en el seno de una familia de origen hebreo. En 1970 se trasladó a Jerusalén para estudiar Cábala y en 1978 se estableció en Barcelona, donde se licenció en Filología Hispánica. Hoy combina la realización de seminarios sobre Cábala con su profesión de escritor.Incansable viajero, ha recorrido Estados Unidos, buena parte de Sudamérica, Europa e Israel.Publicó su primer libro de poemas, Los cuatro elementos, en la década de los sesenta, obra a la que siguieron Las frutas (1970), Los peces, los pájaros, las flores (1975), Canon de polen (1976) y Sámaras (1981).En 1976 inició la publicación de Planetarium, serie de novelas que por el momento consta de cinco volúmenes: Sol, Luna, Tierra, Marte y Mercurio, intento de obra cosmológica que, a la manera de La divina comedia, capture el espíritu de nuestra época en un vasto friso poético.Sus ensayos más conocidos son El arte de la naturaleza, Umbría lumbre y El ábaco de las especies. Su último libro, Azahar, es una novela-ensayo acerca de la Granada del siglo XIV.Escritor especializado en temas de medio ambiente, ecología y antropología cultural, ofrece artículos en español para revistas y periódicos en España, Sudamérica y América del Norte.Colaborador de DiarioJudio, Integral, Cuerpomente, Más allá y El faro de Vigo, busca ampliar su red de trabajos profesionales. Autor de una veintena de libros e interesado en kábala y religiones comparadas.