Itzjak Rabin, por Miguel Truzman

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Si hay algún personaje en la historia del pueblo judío que merece mi admiración, ese es Itzjak Rabin, quien nació en Jerusalén el 1º de marzo de 1922, ciudad que a pesar de que fue prohibida para la vida judía desde aquella expulsión que ordenó el Imperio Romano en el año 135 e.c., después del fracaso de la revolución Bar Kojba que duró tres años y que fue precedida por otra revuelta judía que comenzó en el año 67 e.c., culminando con la destrucción del II Templo en el año 70 e.c. por parte del General Tito, siempre estuvo habitada por judíos, a pesar del peligro de muerte decretado por los romanos.

Volviendo a nuestro personaje, podemos decir que tal como él mismo lo comentó, su madre Rosa Cohen fue a Jerusalén en 1920 a pasar unas vacaciones en casa de su tío, el escritor Mordejai Ben Hilel Hacohen, cuando empezaron unos sangrientos disturbios en dicha ciudad.

Rosa se prestó para brindar los primeros auxilios a los judíos heridos, y fue en ese entorno que conoció a Nejemia Rabin, quien había llegado a Israel con el regimiento judío 38 tras concluir la Primera Guerra Mundial, desarrollándose entre ellos una relación que culminó en matrimonio, del que nació dos años después el personaje ilustre de este artículo. Justamente hace pocos días se cumplieron 27 años de aquel fatídico 4 de noviembre de 1995, cuando fue asesinado por un coterráneo.


Su padre, Nejemia Ravichov, había nacido en 1886 en Kiev, Ucrania, y en 1904 huyó del Imperio Ruso igual que su futura esposa Rosa. Primero emigró a Estados Unidos, donde se cambió el apellido por Rabin, para entrar en el Regimiento 38 a cargo de Zeev Jabotinsky, quien fue su primer maestro de hebreo.

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Itzjak Rabin fue un alumno sobresaliente, lo que propició que recibiera una beca para estudiar ingeniería hidráulica en la Universidad de Berkeley, California, pero la Segunda Guerra Mundial y posteriormente las guerras árabe-israelíes, donde estuvo involucrado en forma brillante y fundamental, le impidieron cumplir ese sueño.

Fue el séptimo Jefe de Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Israel, denominado “el comandante de la Guerra de los Seis Días” en 1967, que culminó con la reunificación de la ciudad de Jerusalén en la que había nacido, abriéndose para ser disfrutada por todas las confesiones religiosas, y sobre todo para el pueblo judío, que bajo la soberanía jordana nunca tuvo acceso al Muro de los Lamentos, último vestigio de lo que fue el Segundo Templo.

Quinto primer ministro de Israel entre 1974 y 1977; quien lo precedió en ese cargo fue la inmortal Golda Meir, siendo sustituido al finalizar su período por Shimon Peres.

Firmó el primer acuerdo provisional para la paz con Egipto en 1976. También se le recuerda por ordenar la extraordinaria e imposible misión a Entebbe, logrando el rescate de 245 de los 248 pasajeros secuestrados por células revolucionarias y el Frente Popular para la Liberación de Palestina, del vuelo 139 de Air France y llevado a Entebbe, Uganda, país que se encontraba bajo el mandato férreo de Idi Amin Dada.

Lamentablemente en esa misión, además de tres rehenes, también falleció en el rescate el comandante de la misma Yonatan Netanyahu, nombre de bendita memoria que lleva mi promoción del Liceo Moral y Luces “Herzl Bialik” y quien fuera hermano del actual vencedor de las elecciones en Israel, Benjamín Netanyahu.

Itzjak Rabin volvió a ganar las elecciones en Israel, para un segundo período entre los años 1992 y 1995, sustituyendo a Itzjak Shamir, y al finalizar ese lapso, al igual que en su primer gobierno, fue sustituido por Shimon Peres. En este nuevo mandato gestionó un hito histórico, al firmar la paz con Jordania en 1994 y proseguir con los Acuerdos de Oslo, lo que le valió recibir el Premio Nobel de la Paz y el Premio Príncipe de Asturias.

Cuando estuve gerenciando la Librería Judaica Clara, adquirí la primera impresión del libro autobiográfico de Itzjak Rabin, el cual atesoro con gran orgullo y sirve de imagen de este artículo.

Sin lugar a dudas un personaje inmortal, cuyo nombre quedará grabado en letras oro en la historia del pueblo judío y del Estado de Israel.

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