Ahora que acabó Purim debemos tratar de ver qué nos podemos llevar de esta gran fiesta: Los sabios han dicho que la persona debería embriagarse en Purim hasta no saber diferenciar entre “bendito es Mordejay y maldito es Hamán” [cada individuo debe consultar con una autoridad rabínica cómo proceder]. ¿Qué es exactamente lo que se esconde tras esta mitsvá tan poco usual? Es muy común que todo el año somos como una copia de nuestros semejantes, vamos a un casamiento y decimos, “felicidades, que sean muy alegres”; a un brit milá, y decimos, “que sea un hombre de bien”, etc., sin sentirlo, sin poner nuestra mente en lo que decimos. Hacemos lo que todos hacen, decimos lo que los demás dicen, pero no pensamos qué es lo correcto, si debemos actuar así o no.
En Purim los jajamim dijeron que la persona se embriague, que deje a un lado su entendimiento y así deje de copiar a los demás. Es el momento en que debemos ser independientes en el cuidado de la Torá y de las mitsvot, no ser una copia del vecino. Tenemos que pensar cómo queremos llevar a cabo el judaísmo- siempre en el marco que la Torá traza, pero con individualidad, no como un imitador.
El Eterno pretende que usemos nuestras mentes, que analicemos, que cuestionemos. Todo el año no lo hacemos. Pero en Purim nos pide que dejemos a un lado nuestro intelecto porque muchas veces somos influenciados en todo, incluyendo en el cumplimiento de la Torá. Este mensaje debe acompañarnos siempre- no permitamos ser una copia del otro. Nuestra identidad debe lucir. Es hora de ser nosotros mismos.
Buena semana
Ampliado de las palabras de R. Daniel Glatstein
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