Judíos en la fundación del México Colonial

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Hernando Alonso, “el fundador de la Merced” compañero de Cortés en la conquista de México fue uno de los primeros Judíos en hispanoamérica. Convertido al Cristianismo, fue de cualquier manera acusado de judeizante con pruebas más que endebles y quemado en 1528 con lo cual la Iglesia además de quitarlo de enmiedo se quedó con sus bienes que incluian, entre otros, la primera central de abastos de la Ciudad de México la cual fundó junto con Cortéz.

Por cédula real de Felipe II del 29 de enero de 1569 se estableció en América el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición. En sus mazmorras falleció Luis de Carvajal y de la Cueva, descubridor y primer gobernador del Nuevo Reino de León, hoy parte de México. Sus pecados fueron dos. El primero haberse casado con una criptojudía, Guiomar Rivera. El segundo haber reclamado cuestiones de límites que afectaban al virrey Lorenzo Suárez de Mendoza. Este solucionó el conflicto haciendo saber a la inquisición los orígenes infectos de los ascendientes del gobernador y las prácticas de su esposa y cuñados. El gobernador tenía derecho a explotar sus conquistas por dos generaciones, como carecía de hijos su favorito era su sobrino de igual nombre. A diferencia del gobernador, Luis de Carvajal ( con nombre semita Iosef Lombroso) recibió en secreto enseñanza judaica. Su amor al di-s único lo transformaron en místico y poeta. Terminó en la hoguera en 1596. Sus poemas, reflexiones místicas y su testamento religioso se conservan todavía.

Un verdadero héroe fue el comerciante judío mexicano Tomás Treviño de Sobremonte. Pese a ser descendiente de rama paterna de hidalgos españoles, su familia materna murió en la inquisición de Valladolid. Se casó con la criptojudía María Gómez quien la hizo formar parte de sus creencias. Sus convicciones religiosas eran tan fuertes que antes de ser quemado le sugirió a sus inquisidores que abracen su fe porque era la única verdadera. También quemaron en el auto de fe de 1649 a su esposa y suegra. Esta última le dijo a sus verdugos antes de su fin: “ acuérdate de la madre de los macabeos ”. En la llamada complicidad mexicana de dicho año fueron asesinados catorce personas y otras cien recibieron ultrajantes condenas.


Tan célebre como la antedicha es la historia de Francisco Maldonado de Silva inmortalizado por Marcos Aguinis en su libro La Gesta del Marrano. Nació en Tucumán en 1592. Era médico como su padre un criptojudío. Abrazó el judaísmo paterno luego de leer la polémica religiosa entre el sabio hebreo Saulo y el cristiano Pablo. Se circuncidó a si mismo en ausencia de su esposa católica. Sus hermanas que siguieron la fe de su madre lo delataron. Pudo haber negado los cargos y ser condenado a reclusión y penas infamantes pero rechazó la generosa oferta de los inquisidores. Se negó a declarar bajo juramento católico. Participó de quince debates teológicos. Durante los doce años que yació en las mazmorras inquisitoriales escribió con papelillos y tintas de carbón dos libros que firmó como “Eli el Judío”. Dichas obras fueron quemadas con este en 1639. Cuando leyéndose su sentencia de muerte se levantó un inusual viento dijo: esto lo ha dispuesto el di-s de Israel para vernos cara a cara desde el cielo. Sus cenizas fueron desparramadas a los cuatro vientos.

Manuel Bautista Pérez dirigió oraciones clandestinas judaicas en el Perú colonial y por ello fue incinerado en 1639. Juan Rodríguez De León ( 1590- 1650) hizo lo mismo en Cartagena de Indias pero con su confesión se salvó de la hoguera mas no de vestir el infamante sambenito y del secuestro de sus bienes.

La familia de Diego López de León o de Lisboa ( 1565-1644) se originó en judíos ajusticiados en Portugal. Este, como sus hijos fueron devotos cristianos. Como regidor del cabildo hizo el trazado de la capital de Córdoba. Sus hijos fueron jurisconsultos y sabios, Antonio de León Pinelo recopiló las leyes de indias, Diego y Juan fueron rectores de universidades.

La última víctima de la inquisición americana fue Doña María de Castro, de cuarenta años, quien murió mas a causa de su intrigante y muy libertina belleza, que de sus prácticas judeizantes, en la Lima de 1730.

Fuente: Lewin B., Mártires y Conquistadores Judíos en la América Hispana, disponible en la biblioteca de la Kehilá.

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