Judíos y palestinos en Chile: ¿es posible el diálogo?

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¿Te gustaría que te borraran del mapa? 50 años de ocupación y apartheid en Palestina”. Este aviso de la Federación Palestina de Chile, publicado en el diario El Mercurio, reavivó un conflicto latente entre las comunidades palestina y judía en ese país sudamericano. En él se observan mapas del territorio de Israel que muestran la desaparición de Palestina. En las últimas décadas, se ha observado una creciente enemistad entre estos dos grupos de inmigrantes.

La Federación Palestina en Chile defendió el inserto argumentando que Israel ocupó ilegalmente territorios palestinos, en una “expansión colonial”, y acusó a este país de no respetar los derechos de los palestinos. La publicación, con motivo del 50 aniversario de la Guerra de los Seis Días, provocó el inmediato rechazo de la comunidad judía. El Centro Simon Wiesenthal denunció una “incitación al odio por parte de la Federación Palestina de Chile”, agregando que este grupo habría pagado unos 20 mil dólares por el aviso en el citado diario.

“A diferencia de lo que pasa en otros países de América del Sur, como Brasil o Argentina donde hay comunidades árabes importantes –sirias y libanesas–, en el caso de Chile éstas son principalmente palestinas”, explica el sociólogo chileno de origen judío Isaac Caro, en conversación con DW.


De hecho, se trata de la comunidad palestina más numerosa fuera del mundo árabe, que alcanzaría las 200 mil personas. “Hay una mayor concentración de palestinos que en el resto de Latinoamérica, pero más que eso, se ha convertido en una elite económica y cultural”, indica a DW el académico del Centro de Estudios Árabes de la Universidad de Chile, Eugenio Chahuán. En cuanto a la comunidad judía, según el censo de 2002 contaría con unas 15 mil personas.

Deterioro de las relaciones

“Las relaciones entre ambas comunidades en algún momento fueron buenas, sobre todo en la década del 90, en virtud de los acuerdos entre Israel y la OLP. Sin embargo, se fueron deteriorando progresivamente, especiamente a partir de la segunda Intifada, el año 2000”, sostiene Isaac Caro.

Episodios en la zona en conflicto, como las operaciones militares de Israel en Gaza el 2009, 2012 y 2014, han tenido ecos en América Latina, principalmente en Argentina y Brasil, donde estas fechas coinciden con mayores incidentes. Ahora, los 50 años de la Guerra de los Seis Días, reabren el debate. “El absoluto fracaso en las negociaciones de paz entre israelíes y palestinos ha provocado una polarización en las dos sociedades”, apunta Caro.

El sociólogo argumenta que “si bien hoy son judíos y palestinos de tercera o cuarta generación, en muchos casos esos vínculos ancestrales -históricos, religiosos, territoriales y geográficos- con su tierra de origen se han mantenido y siempre han estado muy pendientes de lo que allí pasa, sobre todo en un mundo globalizado”.

Chahuán señala que no es que se trasladen conflictos extranjeros a un país, sino que estos son internacionales: “El Holocausto no es un problema de Alemania solamente, es un problema universal, de los derechos del hombre. Y el problema de la ocupación en Palestina es de colonización y de derechos humanos”.

En opinión del académico, “no hay problemas de relaciones entre la comunidad judía y la palestina en Chile. El problema tiene que ver con la ocupacion de Palestina por parte del estado de Israel. Son dos cosas totalmente diferentes”.

Polarización y antisemitismo

La polémica ha invadido incluso el deporte. Hace algunos años las camisetas del club de fútbol Palestino incluyeron mapas de Israel que mostraban toda la región como propia. La Asociación Nacional de Fútbol Profesional (ANFP) debió intervenir y hacer que las retiraran. Un reciente encuentro entre Palestino y el equipo del Estadio Israelita terminó suspendido por incidentes y conductas antideportivas, según un comunicado de la Comunidad Judía en Chile que habla de jugadores expulsados, amenazas y golpes.

La camiseta de la discordia. La camiseta de la discordia.

Las consecuencias de estos enfrentamientos verbales y propagandísticos, en un clima ya enrarecido, están por verse. La comunidad judía ha expresado su preocupación por la aparición de una actitud no sólo contraria al estado de Israel, sino antisemita. “Si fuera por definir un semita, los palestinos son más semitas que los israelíes. Ese es un concepto muy mal utilizado”, puntualiza Eugenio Chahuán.

“La sociedad chilena no es antisemita. Al contrario, los judíos al igual que los palestinos están incorporados en la vida nacional tanto política, cultural, artística y académica”, indica Caro. No obstante, el sociólogo advierte que hay fuentes importantes de antisemitismo, al igual que en el resto de América Latina: “No sólo hay los sectores palestinos radicalizados, sino también personas ligadas a movimientos neonazis y está el discurso de una izquierda bastante radicalizada. Esto lo observamos también en los países llamados ‘bolivarianos’ -Venezuela, Bolivia y Nicaragua-, los cuales tienen un discurso antisionista en contra del estado de Israel y han roto relaciones diplomáticas con ese país”.

“No hay malas relaciones”, opina Chahuán. “En Chile hay muchas relaciones de amistad entre judíos y personas de origen palestino. El problema tiene que ver con una crítica al estado de Israel, no contra la comunidad judía. Es algo totalmente diferente. Hay muchos judíos que son anti gobierno israelí, no es un tema judío-palestino, ni un conflicto religioso ni étnico, es un problema político”.

¿Es posible el diálogo?

El gobierno chileno ha hecho esfuerzos por promover el diálogo, como el encuentro entre dirigentes judíos y palestinos organizado por el Ministerio de Relaciones Exteriores hace dos años, pero las diferencias y la tensión no han permitido consolidar un acercamiento más sistemático.

“Este tipo de mapas insertos y publicaciones contribuye a un mayor enfrentamiento entre las comunidades en Chile y aleja aún más cualquier posibilidad de diálogo entre ellas, lo que es absolutamente lamentable”, dice Caro, quien pertenece al grupo Consenso Chileno por la Paz Palestino-Israelí, conformado por judíos y palestinos. En su opinión, el aviso en cuestión está descontextualizado, pues no explica ni aclara responsabilidades, las cuales son compartidas entre diferentes actores, entre ellos Israel y el mundo palestino

“Las relaciones dependen de la posición de cada uno. No es la condición de judío la que provoca el problema, sino la condición sionista. Aunque se quieran confundir los conceptos, son distintos. Si alguien avala la ocupación, claro que va a haber problemas, no sólo con los palestinso sino con cualquiera que respete los derechos humanos”, indica Eugenio Chahuán.

El caso chileno es bastante particular. Mientras el debate sigue creciendo en los medios de comunicación las posiciones están lejos de acercarse. En Argentina, en cambio, se ha logrado institucionalizar el diálogo, a pesar de hechos tan graves como el atentado a la AMIA. La disposición de los dirigentes judíos de no culpar a la comunidad árabe, la mesa de diálogo promovida por la Iglesia católica para la crisis política y económica de 2001 -con un papel importante del entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio-, o la orquesta de la Fundación Barenboim-Said, formada principalmente por judíos y árabes, refuerzan el acercamiento entre estas comunidades.

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