Keren Hayesod. “El israelí ve al olé como a un israelí, no como a un extranjero”

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De la mano del Keren Hayesod, ItonGadol recorrió en Jerusalem las oficinas del Global Center, lugar donde se reciben los llamados de los aspirantes a la aliá de todo el mundo. Allí entrevistó a Sergio Goldstein, director de asuntos latinoamericanos de la Agencia Judía para Israel, con quien reflexionó sobre la actualidad de los olim y el Estado judío.

“En el principio, el Estado de Israel resolvía todo: recibía a olim, les construía las casas, los traía. Hoy en día el olé llega a una economía pujante, de mercado, donde muchas de las cosas que tiene que hacer el olé las va a seguir solo. Recibe un empujón del gobierno, pero tiene que integrarse a la sociedad tal como la sociedad es. En un momento el Estado era el que integraba al olé, ahora es al revés: el olé debe integrarse al Estado de Israel. Eso es un gran desafío por el idioma, la distancia, los costos económicos y porque aquí el israelí ve al olé como un israelí. No es como un inmigrante en otro país, que se lo ve como un extranjero. Habla distinto, no entiende la cultura, pero es uno de nosotros: es un judío que viene a vivir a Israel. Esa integración a veces no es simple, pero es lo más natural y lo más espontáneo que puede pasar. No hay nada artificial”, destacó Goldstein.


Global Center, lugar donde se atienden en diversos idiomas los llamados de los aspirantes a la aliá de todo el mundo

-¿Cómo se encuentra la aliá en la actualidad?
-Toda aliá acompaña un trauma. Cuando uno se muda de un barrio a otro, está preocupado por saber dónde va a hacer las compras y dónde está el supermercado, así que imagínense lo que es moverse de un país a otro. Nosotros somos conscientes de eso y tratamos en la medida de lo posible de facilitarle el proceso a los olim. Vivimos en Israel como un reflejo de lo que pasa en un contexto mundial. Si hacemos un poco de memoria hacia el pasado, durante la pandemia de coronavirus había un sinfín de pedidos de aliá porque aquí había vacunas y en otros lugares no había, o porque la gente quería venir a visitar a sus familias. Luego explotó la guerra entre Ucrania y Rusia y tuvimos en un año 60.000 olim provenientes de esos dos países, un número totalmente récord, que se dio en 2022. Es decir que la aliá es un poco el reflejo de las distintas circunstancias que van pasando en el mundo judío, para bien y para mal.
En este momento estamos en una especie de “parate”, con un poco menos de demanda y de pedidos de aliá. No significa que no hay aliá, constantemente llegan aquí jóvenes, familias y gente mayor que viene a unificar la familia, pero tenemos una importante disminución en comparación con los dos años anteriores. Me imagino que tiene que ver, y hablo a nivel continental, no de la situación de Argentina, con el compás de espera económico-político en todo el continente, ya sea en México, Brasil o Argentina. En general, antes o después de los periodos eleccionarios la gente piensa dos veces antes de dar el paso de la aliá, y me parece lógico. No hay que venir a las apuradas, hay que venir pensándolo y estando convencidos.
Así que si hablamos numéricamente, hay una pequeña disminución, porque estamos en el comienzo del año, pero habrá que ver cómo es la tendencia en el resto del año.

-¿Qué características tuvo la aliá en los últimos dos años?
-El común denominador del olé latinoamericano es el que busca un futuro para sí mismo, que es una persona joven, y un futuro para sus hijos, que es una persona intermedia. Busca un futuro en el que desde lo económico pueda tener determinada tranquilidad, un futuro académico, profesional. Israel ofrece esa posibilidad de plataforma para uno construirse y armarse, y la gente viene en busca de eso. Aquí tratamos de no catalogar quién viene por cuestiones religiosas o quién viene por cuestiones ideológicas o económicas. El que decide venir bienvenido es, pero el tema del futuro, de decir ‘voy para algo mejor para mi futuro, para el futuro de mi familia y para el futuro judío’, me parece que ese es el común denominador.
En el caso de la gente mayor, creo que vienen buscando una determinada tranquilidad y el reencuentro con la familia, con los nietos, con las tradiciones. De una forma u otra, para eso se creó este país, para que la familia judía esté unida, y sucede. Obviamente por una cuestión logística, primero llegan los jóvenes y después llegan los mayores, así que todo el tiempo tenemos el flujo de la tercera edad, que bienvenido es y se integra, con las complejidades del tema y del idioma, pero se integran bastante rápido a la sociedad israelí. Eso es algo muy lindo de ver, que los olim jadashim, que tienen hijos, de repente esos niños tienen abuelos, que los tenían a distancia.

Sergio Goldstein

-¿Qué información hay de la terrible aliá procedente de Ucrania al comienzo de la guerra y cuál es la situación de la aliá de Ucrania en la actualidad?
-La aliá de Ucrania es una aliá que parece del siglo pasado. Una aliá bajo bombardeos, bajo amenazas, bajo aviones, con conversaciones de teléfono que se cortan porque cae una bomba, porque está pasando un avión ruso o por lo que fuera. Si le sumamos a eso que el gobierno no permite salir a hombres de edad militar, tenemos una aliá que no es simple. Son mujeres con niños y gente mayor. Es todo un desafío para Israel y para la comunidad judía ucraniana, que de repente se ve con familias divididas. Hoy en día el flujo importante de olim de esa zona no está llegando de Ucrania, sino precisamente de Rusia. Es un país que está prácticamente bloqueado económicamente y por lo tanto da la sensación de que ese es el motivo principal de que muchos judíos deciden dejar Rusia para llegar a Israel.

-Después de tantos años de trabajo, ¿qué tan preparada está la Agencia Judía en el siglo XXI cuando surge una crisis como la de Ucrania?
-Cuando estalló la guerra en febrero del año pasado, los primeros tres meses sorprendieron al mundo entero. Nadie tenía en cuenta la dimensión y lo que iba a pasar desde el punto de vista demográfico. Europa recibió a millones de personas que escapaban de Ucrania. La Agencia Judía tuvo una capacidad organizativa admirable. En todas las fronteras de Ucrania, en Polonia, Rumania, República Checa, se alquilaron hoteles para que los emigrantes tuvieran a dónde ir y pudiesen llegar a Israel en la forma más ordenada posible. No se trataba de meter gente en el avión sin saber quién quería o podía venir. Se organizó en un tiempo muy rápido toda una serie de mini-centros de absorción en las fronteras de Ucrania. Allí hubo judíos que decidieron irse a otros países y otra gente que decidió venir a Israel. Por supuesto, a todos se les dio comida, una vivienda y actividades para los hijos. Esos centros duraron una gran cantidad de meses, con el costo que eso implica. Pero hoy en día la aliá entró en una logística de rutina. Ya no estamos más en la emergencia. Ya hay vuelos que llegan a Ucrania y a Rusia, por eso un poco la dinámica de la emergencia cambió.

-Hace 40 años los olim hacían aliá con containers en donde se llevaban todas sus pertenencias. Hoy en día, la aliá es más suelta de equipaje y se llega a un país que los recibe de otro modo. ¿Qué reflexiona al respecto?
-Todo olé quiere traer su casa a aquí. Y todo olé extraña su casa, no importa si vivía en un monoambiente, una mansión o en un country. Todo el mundo quiere trasladar su ambiente, pero hoy en día el transporte de productos es innecesario. Electrodomésticos, muebles, todo eso se compra en Israel y es más simple. Hay que tener en cuenta que Israel fue viviendo cambios socio-económicos. En el principio, el Estado resolvía todo: recibía a olim, les construía las casas, los traía. Hoy en día el olé llega a una economía pujante, de mercado, donde muchas de las cosas que tiene que hacer el olé las va a seguir solo. Recibe un empujón del gobierno, pero tiene que integrarse a la sociedad tal como la sociedad es. En un momento el Estado era el que integraba al olé, ahora es al revés: el olé debe integrarse al Estado de Israel. Eso es un gran desafío por el idioma, la distancia, los costos económicos y porque aquí el israelí ve al olé como un israelí. No es como un inmigrante en otro país, al que se lo ve como un extranjero. Habla distinto, no entiende la cultura, pero es uno de nosotros: es un judío que viene a vivir a Israel. Esa integración a veces no es simple, pero es lo más natural y lo más espontaneo que puede pasar. No hay nada artificial.

Global Center

-Para aquel que lo está pensando y para aquel que no, ¿por qué le dirías que haga aliá?
-La respuesta es: quiero que todos vengan a Israel. Para eso trabajo y ese es el paso que yo tomé para mí mismo. Pero, creo que cada persona es como una fruta. Tiene su tiempo hasta que madura. El que lo está pensando, es un buen paso. El que no lo está pensando, lo invito a pensarlo. Es una opción que tiene, un país que lo está esperando. Pero cada uno tiene su tiempo. No hay que apurarse. Lo que llega rápido se va rápido también. Creo que hay que elaborarlo, investigar, hablar con conocidos, escuchar historias, para tomar la decisión. Ojalá que la decisión sea que vengan a Israel, porque en la gran mayoría de los casos no se van a arrepentir. Israel es un país que vale la pena vivirlo y trabajar en él, donde uno ve progreso. Yo vivo aquí desde hace unos 30 años, me acuerdo del país al que llegué y me doy cuenta del país en el que vivo hoy. Muchas cosas fueron mejorando. Desde la logística de la ciudad como desde la política, fueron cambiando. A mí me encanta saber que si hay algo que está mal, más tarde o más temprano se va a corregir. Eso me deja muy tranquilo.

Acerca de Itón Gadol (Un sitio asociado a Diario Judío)

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