Kibutz a orillas del Mar Negro

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Acabo de regresar de un viaje por Ucrania y la península de Crimea, lugares en los que tuvo lugar uno de los capítulos más misteriosos y poco conocidos en los anales del sionismo moderno: la defección de 60 miembros izquierdistas de la comuna de trabajadores conocida como Gdud Havodá (lo que posteriormente sería el kibutz) de Palestina a la Unión Soviética. Siguiendo a su enigmático y carismático lider, Mendel (Menajem) Elkind), llegaron a la conclusión de que el socialismo utópico, con el que tanto habían soñado y por el cual arduamente habían trabajado, nunca se lograría en Palestina, sino sólo sería posible en la Unión Soviética.

art203 12Este grupo, que había llegado a Palestina como parte de la tercera aliá, se regresó a Odesa en 1928, y su partida y consiguientes problemas provocaron seria controversia y fuertes debates, sobre todo en el partido socialista Mapai, debates que persistieron aun después de la creación de Israel como estado independiente 19 años después, cuando este partido tomó las riendas del poder.

Sólo cuatro de las 86 colonias agrícolas judías establecidas en Crimea y en el sur de Ucrania estaban relacionadas con el movimiento sionista Hejalutz., y eran sólo unos cientos de los 20.000 colonistas permanentes.


Desde principios de los años 20 hasta fines de los 30 del siglo pasado, las autoridades soviéticas crearon un plan para transformar a la población judía local en campesinos y alentarlos a establecer colonias cooperativas. Esta actitud provocó un tremendo interés en las comunidades judías de la diáspora, quienes prestaron poca atención al abandono de los miembros del Gdud Havodá. Y así, antes de que Stalin o los comisarios soviéticos cambiaran de opinión, había más judíos cultivando la tierra en la Madre Rusia de los que había en la tierra de Israel, y más colonias judeo-soviéticas que kibutzim y moshavim establecidos acá. Pero para los camaradas del Gdud Haivri, los desertores eran traidores al sionismo. Sin embargo, el movimiento Hejalutz entrenaba a sus miembros en las colonias agrícolas judías de Crimea y Ucrania, de donde partían a Palestina, ya fuese abiertamente o en forma secreta según las circunstancias.

Lo interesante fue la seria intervención del American Jewish Joint Distribution Commitee (Joint) para fomentar la actividad agrícola judía en la Unión Soviética en lugar de ayudar en Palestina. Establecieron una unidad especial llamada “Agro-Joint” con consentimiento soviético, lo cual les permitió trabajar durante 16 años (de 1917 a 1933) aun cuando no existían relaciones diplomáticas entre la Unión Soviética y Washington. Esta organización se convirtió de hecho en una extensión diplomática, hasta que se abrió la embajada norteamericana en Moscú en 1933. En general, el Joint estaba convencido de que los soviéticos actuaban correctamente y que el primer plan quinquenal predecía mejores tiempos. La posición prestigiosa del Agro-Joint se vio reforzada por el hecho de que podía importar los modelos más modernos de tractores y otro equipo agrícola, así como traer agrónomos norteamericanos y otros expertos que no sólo permitieron florecer a las colonias agrícolas judías, sino que compartían sus conocimientos con otros campesinos soviéticos.

Elkind y su grupo se negaron a dejar de hablar hebreo en su colonia soviética, y ante la oposición gubernamental propusieron como compromiso el uso del esperanto, llamando a su colonia Voja Nova (Nuevo Camino) en este idioma universal. Pero estas colonias siguieron el ejemplo de las comunidades en Palestina en su organización y siguieron hablando hebreo en lugar de idish o ruso. Aun antes de que Stalin se volviese el líder totalitario y todo poderoso de la URSS, tanto los comisarios locales como la “Yevsekzia” (la rama judía del partido comunista) trataron de involucrarse en esta comunidad que seguía hablando hebreo; fomentaban y explotaban la existencia de estas colonias como propaganda para demostrar el fracaso del sionismo, y como muestra de que los judíos de la URSS no querían perpetuar ese movimiento chauvinista. Elkind fue destituido como líder de la comunidad y dejó Crimea en forma voluntaria con su familia, para ser eliminado en las purgas de mediados de los años 30; fue exiliado a Siberia en 1938 y murió poco después, probablemente en un gulag.

Finalmente Vojo Nova fue transformada en un koljoz soviético, incluyendo a miembros no judíos, y cesó de ser un proyecto semi-sionista. Lo curioso es que persistieron los nombres hebreos de varias de estas comunidades como Sde-Menuja, Nahar Tov, Har Shefer, Yefe-Nahar, Jaazer, en la zona de Jerson en el sur de Ucrania.

La llegada de los nazis en 1941 terminó con el renacimiento agrícola de la zona. Con anterioridad, la mayoría de los hombres habían sido ya movilizados y la mitad de la población había sido evacuada hacia Rusia interior. El genocidio en la región fue total y en Voya Nova especialmente cruel. Las mujeres y niños fueron arrojados al viejo pozo y enterrados vivos. El fin de la sistemática colonización judía alrededor del Mar Negro es un capítulo trágico de la catástrofe del judaísmo europeo durante el Holocausto. Sólo los ejércitos alemanes y ningún otro factor terminaron con la vida judía en estas compactas colonias.

La actitud de la población local hacia los colonistas judíos durante la ocupación nazi no fue diferente de actitudes que conocemos en otras regiones de la Europa Oriental; los testimonios de sobrevivientes del Holocausto mencionan específicamente traición por parte de los campesinos vecinos, pero también compasión. Al final del año 1942 la destrucción de la población judía de la región había sido completada. Y, con ella el sueño de los que pensaron que sólo ahí, en la Madre Rusia, se podría establecer un verdadero socialismo. Si viviesen hoy y vieran lo que son ahora los kibutzim y moshavim en Israel, pensarían que se trata sólo de un sueño.

Fuente: Exposición en “Bet Hatfutsoth” “A Orillas del Mar Negro:
Agricultores Judíos en la Unión Soviética 1922-1941″ y catálogo correspondiente.

Acerca de Tzila R. de Chelminsky

Nacida en México y cursando sus estudios hasta la preparatoria en planteles de la red judaica, obtiene en la UNAM el título de Licenciada en Economía.Su actividad social en México y en Israel ha sido intensa, llegando a ser Presidenta de varias organizaciones. En Israel ha sido fundadora y directora del Fondo Rosario Castellanos para llevar a esas tierras la cultura mexicana. Ha sido agregada cultural de la Embajada de México en Israel de 1993 a 1998 y asesora en asuntos culturales hasta el día de hoy. Colaboró en varios periódicos y revistas en México y desde hace 13 años escribe mensualmente desde Israel en "Foro".

1 comentario en «Kibutz a orillas del Mar Negro»
  1. Interesantísimo artículo. Llevaba tiempo buscando más datos acerca del destino de Elkind y su grupo. ¿Nadie sabrá cómo me puedo hacer con una copia del catálogo de la exposición?

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