La amistad tiene muchas definiciones personales y generales. El concepto abstracto no dice nada, el valor se lo da la interpretación individual en cada relación. Cada amigo/a es diferente y no se les puede meter en el mismo marco. Yo la puedo definir como un remanso de paz y alegría similar a un estanque de agua fría en el desierto, un sentimiento humano que no todos conocen de la misma manera pero lo anhelan. Casi siempre las partes involucradas tienen necesidades de esa amistad diferentes entre sí.
Es importante definir quienes son las amistades que entran en esta definición y no son muchas. Incluso no todos están todo el tiempo en esta posición, depende del estado de ánimo y momentos de vida de ambas partes. La mejor amiga deja de serlo y otra ocupa su lugar.
Hay amistades que se desenvuelven con facilidad y ligereza otras son más serias y están muy pendientes de ciertas normas. La reunión con el “mejor amigo” o el de la “amistad íntima” ha sufrido un cambio radical. Más que una comunión de almas, se transforma en una actualización ocasional y sintética.
En este espacio te involucras sin la carga afectiva que implica un lazo familiar, puedes ser escuchada y escuchar sin entablar una discusión absurda como sucede cuando hay intereses profundos de por medio. Todos hemos tenido amistades que dejamos de ver por años y cuando las volvemos a ver la conversación se inicia como si hubiera sido interrumpida el día anterior.
Hace mucho tiempo las relaciones sociales se circunscribían básicamente al perímetro de las distancias que podían recorrerse sin cansancio. La mayoría eran personales y tenían lugar en el seno de pequeñas comunidades: la familia, el vecindario, el pueblo donde se residía. Desde el nacimiento hasta la muerte uno podía confiar en un entorno social sin grandes cambios. Las palabras, rostros gestos, ademanes y posibilidades con que se topaba eran casi siempre las mismas, congruentes entre sí, y cambiaban con lentitud.
Algunas personas mayores hablan de la cantidad de gente, hechos y situaciones por las que han atravesado; me han dicho: “he conocido a una legión y son pocas las que se han quedado en mi alma”. Relatan de una gran amiga, por la cual sienten cariño, pero que no han visto y cuando la encuentran por casualidad, la platica termina después de tres minutos. Lo que sostiene una buena amistad es la continuidad y la pertenencia a círculos que favorecen las conversaciones y promueven temas comunes.
Hay quien opina que se ha perdido la capacidad para amistades íntimas. Sin embargo siempre tenemos algunas con las cuales contamos para esos momentos de gran necesidad. Hay más amistades para divertirse que para una platica seria. Las personas se abruman ante una excesiva seriedad.
Hay que marcar la diferencia entre buenos amigos y familia cercana. Esta tiene un valor sentimental y social construido a lo largo del tiempo histórico y hay relaciones amistosas no tan profundas y que son tiernas. Mi abuela era una mujer de opiniones inquebrantables, inclinada más bien a la derecha en lo tocante a política y formidable en materia de debates; no toleraba que no estuviéramos de acuerdo con ella y esto se hizo una costumbre en algunas personas de la familia. La complejidad y la diversidad no se aprecia. No se asume que esa diversidad puede ser complementaria, por el contrario se toma con disgusto. ¡No puedo creer que no pienses como pienso yo! No hemos llegado ni se si llegaremos a ver con tranquilidad que cada quien tiene su forma de pensar y vivir. Eso no cambia una amistad sincera.
Tenemos amigos(as) para chorchear, para ir al cine, para cenar o tomar un café, para tener un intercambio que viene del alma de las dos partes. También tenemos esas amistades con las cuales podemos estudiar juntas y complementar nuestras ideas, podemos jugar o salir a caminar. En cada rubro, das y recibes algo placentero. Cada uno de nosotros conoce que temas puede hablar con cada persona para no caer en discusiones absurdas. Aprender esto cuesta mucho trabajo y se hace con la experiencia y el paso del tiempo.
Con frecuencia he escuchado el comentario: Quiero mucho a mi amiga Luisa, pero no es compañera para ir al cine, tenemos gustos muy diferentes. Rosaura es ideal para una plática social pero no me gusta hablar con ella de cosas más serias. Leonora es buena para platicar cuestiones psicológicas, pero para divertirse es demasiado seria y le cuesta trabajo hablar de cosas ligeras, bromear y reírse con agrado. La vida esta formada de pequeñas partes y no podemos hacer todo con las mismas personas. ¡Qué bueno que hay diferentes tipos de personas con las cuales nos podemos relacionar! Cada una complementa una partecita de nosotros. Una llamada telefónica o visita produce un gran placer y permite sentirse vista y tomada en cuenta.
Se han esfumado las amistades tan intensas, muchos se empeñan en afianzarse en las amistades estudiantiles o de la adolescencia. Muchos procuran encontrar sus mejor amigo en la comunidad a la que pertenecen, un amigo en quien poder confiar en momentos de necesidad
Los conceptos de INTIMIDAD varían a lo largo y ancho del mundo y de la historia. Lo que cada quien entiende y necesita cambia en el transcurso del tiempo y no es universal; cambian en el transcurso del tiempo y están vinculadas a condicionamientos económicos, sociales y culturales.
Hay amistades de toda la vida, serias, dulces y calladas como cualquier sentimiento importante y que contiene también elementos de tristeza y alegría, beneplácito y aburrimiento. Te escuchan con atención y tú las escuchas a ellas. Implica sabiduría medir lo que se dice, para no aburrir a los otros con los propios conflictos; valorar una amistad placentera y no convertirla en demandante y aburrida. AMISTAD, DIVINO TESORO.
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