La amistad se compone por dos principales columnas: la confidencialidad y la confianza.
Ser confidente quiere decir que nadie debe saber lo que diga el amigo. Pero no se trata solamente de lo que diga, si quiere que sea dicho o no. Se trata que aunque no lo diga. Un amigo no dice a nadie nada respecto a su amigo, nunca jamás.
La confianza es saber que se tiene la posibilidad potencial de contar con ese amigo para lo que sea y en cualquier horario.
Ahora bien, si esa confidencialidad extrema y esa confianza extrema no es igual de ambos lados, entonces no es una verdadera amistad.
Para eso es necesario un cariño extremo que nada tiene que ver con el amor, sino más bien con el interés.
Sí, el interés de ambos lados y hacia ambos lados. Es decir, tiene que existir el interés por ser amigo de esa persona porque me hace bien, me beneficia; pero a su vez porque le hace bien y le beneficia.
Si esto es de ambos lados, entonces se llama amistad.
Claro, dadas las condiciones de confidencialidad y confianza, se entiende que puede haber ocasiones que una de las partes no pueda acceder a las necesidades de su amistad. Es válido no poder, no tener tiempo y hasta estar cansado.
Lo que no es válido es juzgar al amigo por tal cosa porque eso quiere decir que no hay confianza extrema.
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