La característica de la arrogancia puede encontrarse en la raíz misma del Lashón Hará, pues quien se siente más importante que los demás cree tener el derecho de hablar mal de ellos.
Sobre esto dice la Torá: “Ten cuidado de no olvidarte del Eterno, tu Dios… no vaya a ser que comas y estés satisfecho, y que construyas buenas casas y te asientes… y que incrementes tu plata y tu oro y todas tus posesiones… y que tu corazón se vuelva arrogante y olvides a Dios”.
Cuando una persona habla mal de los demás, transgrede la prohibición de olvidar a Dios debido a la arrogancia.
El hecho de hablar negativamente de los demás, indica que uno se considera a sí mismo superior y más sabio que los demás.
Si la persona tuviera conciencia de sus propias deficiencias no hablaría negativamente de otros.
“Debemos saber que todos, absolutamente todos, somos hijos de Dios y todos somos iguales; la única diferencia es que tenemos responsabilidades diferentes en este mundo”.
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