¿Qué es más preferible? ¿Haber tenido una buena vida y en determinado momento que todo se venga abajo o siempre haber tenido esa vida cuesta abajo?
Pues depende de varios conceptos. Analizaré, según mi óptica, uno por uno.
En la pregunta he abordado conceptos que tienen mucho tema de análisis, comenzando por la palabra ‘vida’. Por lo tanto arrancaré analizando qué es la vida.
Vida:
Según la ciencia, la vida comienza al momento de la concepción y no a las 12 semanas de gestación, cómo suele querer imponernos las nuevas ideologías de izquierda feministas y marxistas, anticapitalistas. Pero los seres vivos se dividen en tres principales especies: seres humanos, animales y vegetales. Hay quienes sostienen, no es mi caso, que los seres humanos pertenecen al reino animal, yo no lo creo así aunque existan similitudes, como por ejemplo, que ambos nacen y mueren de forma natural; que ambos tienen una vida limitada; que ambos necesitan el agua como elemento vital; que ambos se desplazan en busca del alimento para la subsistencia; que ambos pueden morir a causa que algo externo los mate, ya sea un asesinato o una enfermedad; que ambos se comunican entre su especie, y muchas otra similitudes como la adaptación y la evolución principalmente. Sin embargo, y muy a mi parecer, los animales carecen del sentido de la razón. Ellos solo actúan por instinto natural, incluso cuando creemos que saben amar. Reitero: todo lo que expongo es solamente mi pensamiento analítico al cual puedo estar en un error. Y también sé que muchas de las cosas que digo no son acordes al pensamiento basado en sentimientos de otras personas. Pero en este caso no estoy anteponiendo los sentimientos, sino solamente mi análisis desde lo poco que puedo saber de ciencia biológica.
Se dice que el perro es el mejor amigo del hombre, y yo creo que no es real. El perro, tal vez es el animal más domesticado por su facilidad para tal fin. Por su tamaño y su manera de adaptarse al medio donde habitan los humanos, estos optaron por elegirlos cómo compañeros, pero no olvidemos que el perro es, genéticamente, un animal extremadamente salvaje. El perro es amigo de todo aquel que le otorgue bienestar. Deja de dar de comer a tu perro fiel y verás que dejará de ser tu amigo. El perro no es tu amigo ni de nadie, solamente un ser vivo que busca adaptarse a su bienestar y es muy fácil que se adapte a los humanos. Tal vez por su hermosa apariencia (no en todos los casos) a los humanos les gusta mucho este animal de pelaje suave, brilloso y esponjoso. Y así, cada animal se adapta con más o menos dificultad, incluso puede no adaptarse jamás. No creo que una cucaracha se adapte a vivir con humanos. Si bien vemos cucarachas en nuestros hogares algunas veces, esto es solamente porque ellas buscan el alimento que en nuestro _modus vivendi_ encuentran. Sí hemos visto algunos tipo de arañas peludas como tarántulas que se adaptan con más facilidad, hasta se tienen de mascotas. También hemos visto como muchos famosos tienen de mascotas a tigres de bengala, que son altamente feroces y peligrosos. La adaptación es una cuestión de supervivencia, y no todos los animales ni todos los humanos nos adaptamos a lo mismo. En definitiva, el perro no es más que un convenenciero que nos encanta, pero no es un amigo. Hemos visto muchas veces que un perro hace guardia en la tumba de quién fuera su amo, y hasta lloran. Nosotros, cómo humanos que somos, solemos notar la morfología casi en todas las cosas. Esto es, darle rasgos humanos a nuestras percepciones. Por lo tanto, creemos que el perro llora de tristeza y añoranza en la tumba de su amo, cuando realmente llora porque tuvo toda una vida adaptándose a qué esa persona, en esa casa, en esos tiempos y en esos paseos le otorgue bienestar. El perro llora porque ya no sabe cómo va a lograr sobrevivir. Incluso, muchas veces el perro muere al poco tiempo que murió su amo, pues cree que el mundo ya se acabó. Adaptarse nuevamente es desadaptarse a lo que con tanto esfuerzo había logrado para volver a adaptarse nuevamente en lo incierto. Pero el perro, por ser un animal que no razona, no hace ese cálculo, cree que el mundo se acabó. Tampoco conoce el concepto de la muerte y posiblemente esté esperando que su amo salga de ahí. Si siempre lo ha hecho, a esto es lo que el perro se acostumbró. Si el perro usaría la razón, pensaría que si pudo adaptarse a su amo, también podrá adaptarse a otro y a otro. Pero prefiere quedarse en su zona de confort porque no conoce otra cosa, porque no razona, porque no es humano, porque es un animal.
Si los humanos tenemos el sentido de la razón, no podemos afirmar que somos también parte del reino animal. Los humanos usamos ese sentido, y los que no lo usan tanto, se acercan más a parecerse, en cierto sentido, a la vida animal que a la humana.
Los perro buscan una buena vida al igual que los humanos y los vegetales. Los vegetales también precisan del vital líquido para vivir y no por eso los humanos pertenecemos al reino vegetal.
Pero, ¿qué es la buena vida?
Hemos visto que el perro tuvo una buena vida a la sombra de su amo y luego llegó la decepción. Los humanos usamos la razón y sabemos que la causa de cualquier desilusión es solamente por habernos ilusionado. Nada nos tiene que ilusionar porque la vida está llena de muchas posibilidades. Entre ellas,la única segura es la muerte. Y, aunque las demás no son tan seguras, tampoco son cien por ciento inseguras.
Si los humanos contamos con el sentido de la razón, por ende podemos saber que el análisis es fundamental para entender todas las cosas que estén a nuestro alcance ser comprendidas.
La pregunta con la que inicié este artículo fue justamente si es preferible haber tenido una buena vida y luego perderla o tal vez sea mejor no haber tenido nunca esa buena vida. Y la pregunta misma es una paradoja, dado que si optáramos por la segunda opción, de no haberla tenido nunca, entonces estaríamos afirmando que no haber tenido una buena vida es haber tenido una buena vida, o al menos mejor que haberla tenido y luego perderla. En cambio, si optamos por la primera opción, que es haber tenido una buena vida y luego perderla, estamos afirmando que perder es bueno. Y si perder es bueno, afirmamos que las decepciones no existen, pues sabemos que perder es bueno.
En el caso que hemos dicho del ejemplo del perro, este tuvo una buena vida y luego la perdió. ¿Debemos entristecernos o alegrarnos?
Para un animal o un vegetal, una buena vida se basa en alimentarse y no pasar ni hambre, ni frío, ni calor ni ningún malestar. Tal vez no exista ni siquiera la muerte para los animales, pues no son conscientes de esta, sino solamente mueren y ya. En cambio, los humanos que usamos la razón, sabemos de manera constante, aunque lógicamente no estamos todo el tiempo pensando en eso, que la muerte es una posibilidad más entre tantas, con la salvedad que es lo único seguro sin saber cuándo ni cómo. Es por eso que debemos analizar qué es entonces la vida. ¿Acaso es el segmento de tiempo entre la gestación y la muerte y nada más?
Yo creo que vivir es un verbo más. Así como muchos verbos: amar, cantar, soplar, agachar, tirar, irritar, solapar, mirar, escuchar, pasear, comer, toser, barrer, querer, imponer, presidir, salir, escupir, ingerir, digerir, percibir, inmiscuir, vivir…
Los verbos son palabras que definen acciones. Vivir es un verbo, es una palabra que define una acción, la acción de vivir y no vivir de manera automática sin acción. Vivir es hacer algo para lograr vivir. Mientras no se haga algo de manera voluntaria y consciente, no es vivir. Eso es estar vivo por accidente de haber nacido estando esperando de manera inconsciente la muerte. Vivir es una acción que debemos hacer. La vida es una cosa y vivirla es otra muy diferente. Tal vez debamos aprender eso de los animales. Ellos hacen acciones para vivir de la mejor manera posible. Hasta cuándo los vemos quietos, es porque están accionando la digestión o el descanso retomando energías para seguir accionando.
La diferencia con los animales es que para ellos, el bienestar es el no malestar. Para nosotros cómo humanos, el no malestar no es el bienestar. De hecho, el no malestar es más bien un conformismo, una inacción, por lo tanto no es una acción, por lo tanto no es vivir, sino deslizarse por el túnel del espacio tiempo y nada más. Conformarse e inaccionar es igual a caer por una resbaladilla sin más que esperar llegar y nada más. Pero la vida es una acción, es más que eso, es realmente buscar el bienestar. Buscar el bienestar no es haberlo encontrado, es buscar. Ya que quien lo encuentra dejará de buscarlo, por lo tanto dejará de hacer la acción de vivir y comenzará a deslizarse por la resbaladilla sin más.
Entonces vivir es activar la acción de búsqueda del bienestar, no el conformismo ni la búsqueda del no malestar. Y vivir bien es justamente saber que se está buscando cada vez más porque, si bien la vida tiene un final, la búsqueda no. Ponerle final a la búsqueda es ser conformista, es no vivir.
Ser conformista es muy diferente a ser infeliz o desagradecido. Disfrutar los placeres no es ser conformista, de hecho es darle sentido a la vida, a vivir, a accionar. Disfrutar los placer en sí mismo es accionar, es vivir.
El conformista no es más que un tonto o un flojo. Es alguien que es tan flojo que ni siquiera desea activar la vida accionando.
Pero nuestra pregunta también esconde algo más analítico: ¿Qué es perder?
Según mi teoría, la palabra perder es un invento. Fue inventada para tratar de dar una explicación a los conformistas, ya que nunca se pierde, jamás. Cada vez que creemos perder, realmente ganamos experiencia. Si bien perdimos una cosa fue porque la ley de la física nos enseña que dos cosas no pueden ocupar el mismo espacio. No es que perdimos, sino que se fue una cosa para ganar otra. Esa otra siempre será mejor que aquella que creímos haber perdido, pues nada puede ser mejor que la experiencia, ya que ella nos servirá para el futuro. La experiencia no es algo que esté en nosotros, sino una herramienta que está guardada en una caja. En nosotros está la posibilidad de usarla o no.
Una vez dije que la palabra experiencia debería escribirse es-periencia y no ex-periencia, pues cuando queda en el ex no sirve de nada, debe estar en el “es”, en el ahora constante y saber usarla en el momento adecuado y con la delicadeza y fragilidad adecuada. Lo bueno de la experiencia es que por más que pase lo que pase, nunca se pierde, pues nada se pierde nunca.
Volviendo a la pregunta inicial, debemos saber entonces cuál es el motivo de haber perdido lo bueno que hasta entonces se tuvo.
Si bien ganamos experiencias, hubo algo que, debido al lugar que la experiencia ocupa, lo otro ya no puede estar ahí. Valoramos más lo otro que la experiencia y eso nos lleva a creer que perdimos algo.
En resumen, no podemos entonces decir que perdimos. La pregunta estaría mal planteada. Y si lo que quisimos preguntar fue basado en la ilusión, ya hemos dicho que (aunque a muchos no les guste la palabra culpa, existe y hay que usarla cuando se debe) la culpa de la desilusión es nuestra por habernos ilusionado a sabiendas que existen muchas posibilidades en la vida.
Hay cosas que las vemos tan remotas que no creemos que puedan ser posibilidades, pero son, están, existen.
No sé si vale la pena responder la pregunta inicial, ya que el análisis la hizo desaparecer. Además, la filosofía es más el arte de preguntar que de responder.
¡Que tengamos una buena vida!
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