La comunidad judía de Shanghai

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Cuando la antigua comunidad de Kaifeng, en la ribera del Río Amarillo fue asimilada, una nueva comunidad emergió en la ribera del Río Huangpu, en la segunda mitad del siglo 19.

La base de esta formación fue el desarrollo mercantil de judíos sefaradís, originarios de Bagdad. A raíz de la apertura comercial de los puertos de China, lograda por el Imperio Británico, a raíz de la Guerra del Opio, la familia Sassoon llegó a esta ciudad para abrir una sucursal de sus empresas. Eso originó un flujo constante de empleados y de sus familias hacía Shanghai. Más adelante, sin embargo, algunas de estas familias, como los Hardoons y los Kadooris establecieron sus propias empresas independientes. Utilizando la ventaja de tener conexiones comerciales con sus socios en los países controlados por los Ingleses, adquirieron un gran poder al desarrollar el comercio de importación y exportación. Más adelante invirtieron en bienes raíces, servicios públicos, y manufacturas y llegaron así a representar el grupo industrial y comercial más activo en Shanghai, aunque el número de sus integrantes no pasaba de un millar.

La segunda fase de la historia de la comunidad judía empezó en los años 1900, con la llegada de una ola de inmigrantes, mayormente rusos. Estos nuevos llegados, que habían huido de Rusia, debido a los sangrientos pogroms y a la guerra civil producto de la revolución de 1905, eran mucho más pobres que los judíos de Bagdad. Sobrevivieron manejando pequeñas tiendas de ropa, librerías, panaderías, restaurantes. Gradualmente, a base de una dura lucha y de mucho trabajo, la mayoría de ellos se enriqueció y empezaron a llevar una vida de clase media.


A mediados de los años 30 la vida social de la comunidad judía de Shanghai, contando con 5000 almas, tanto de ascendencia sefaradí como ashkenazi, estaba bien organizada. Después de que refugiados judíos de Europa Central llegaran en grandes cantidades, la ciudad vio un importante aumento en el número de sus residentes, llegando a sumar más de 25,000 personas, en vísperas de Pearl Harbor. Una vez terminada la segunda Guerra Mundial, la población judía empezó a decrecer, cuando muchos refugiados dejaron Shanghai.

Mientras los Nazis, conduciendo su furiosa persecución y matanza de los judíos europeos, los gobiernos de muchas naciones imponían estrictas medidas a la inmigración de refugiados judíos. Especialmente, después de 1938, prácticamente todos los países cerraron sus puertas a los judíos desesperados. En comparación con el comportamiento de las naciones “civilizadas”, entre 1933 y 1941 los chinos fueron orgullosos de poder acoger a miles de judíos y ofrecerles un asilo y la ciudad de Shanghai aceptó más de 30,000 de estos refugiados de Europa. Excluyendo a los que se fueron después a otros países, en diciembre de 1941, cuando los japoneses bombardearon Pearl Harbor, la ciudad estaba dando asilo a unos 25,000 refugiados. En otras palabras Shanghai acogió más refugiados que Canadá, Australia, Nueva Zelanda, África del Sur y la India en su conjunto.

Los Nazis y sus cómplices no únicamente mataron a 6 millones de judíos en Europa sino también amenazaron seriamente las comunidades judías fuera de Europa, incluyendo las comunidades judías de China y especialmente la de Shanghai. En julio de 1942, ocho meses después del principio de la guerra en el Pacífico, el coronel Josef Meisinger, representante principal de la Gestapo en Japón, llegó a Shangai y propuso la solución final a las autoridades japonesas de ocupación. Aunque el plan Meisinger no se llevó a cabo, debido a las diferencias entre los japoneses y el gobierno alemán respecto a la acción a tomar contra los judíos, las autoridades japoneses proclamaron una “Zona especial para los refugiados apátridas”, y ordenaron a los refugiados llegados de Europa, después de 1937, instalarse en esta área en el lapso de un mes. La presión de los Alemanes y los caprichos de la política japonesa hacia los judíos, puso a estos últimos en serios aprietos durante casi cuatro años. Pero al final la mayor parte los judíos de Shanghai, y no únicamente los refugiados de Europa Central, pero también la congregación sefaradí y los judíos rusos sobrevivieron a la guerra, gracias a su ayuda mutua, el apoyo de los judíos americanos y del pueblo chino.

Históricamente nunca hubo alguna actividad antisemita en Shanghai por parte de los elementos locales. Sin embargo manifestaciones de este tipo tuvieron lugar entre los años 1920 y 1940, todas ellas conducidas por Rusos Blancos y Japoneses.

Shanghai, libre del antisemitismo de los nativos, permitió el desarrollo de una vida política muy activa entre la población judía, extendiéndose por todo el espectro ideológico, desde el socialismo utópico hasta el sionismo revisionista. Siendo el sionismo el pilar espiritual de la nación judía, fue este el movimiento dominante en la ciudad, y los conflictos entre los distintos grupos se limitaron a diferencias menores.

Por otra parte los judíos de Shanghai gozaron de una vida cultural muy próspera, y esta ciudad se volvió el centro cultural de China. Una vez presentes en el país los profesores, editores, periodistas, escritores, artistas, pintores, músicos y deportistas judíos rápidamente demostraron sus sobresalientes capacidades. Enseñaron a estudiantes chinos, organizaron grupos teatrales, establecieron librerías ambulantes, inclusive formaron equipos de fútbol, y editaron numerosas publicaciones, como el Israel’s Messenger, Our Life (Unser Leben), Tagar, Shanghai Jewish Chronicle, The Jewish Call, Yiddish Almanach, Shanghai Woche, Gelbe Post, etc… que se difundieron también por varias comunidades de la Diáspora.

Los pocos sobrevivientes judíos de Shanghai están ahora repartidos alrededor del mundo. Sus actividades, profesiones, hobbies pueden haber variado, pero tienen una cosa en común -todos ellos consideran Shanghai como su segunda patria y se autoproclaman “shanghaiers”. Para recordar los años que tuvieron que convivir establecen reuniones en sus hogares actuales y se juntan para mantener una cerrada relación. No olvidan la ayuda que recibieron del pueblo chino durante su estancia. Desde que China se embarcó en el camino de las reformas, después de la Revolución cultural, muchos de ellos han regresado con sus hijos, para enseñarles sus raíces y visitar viejos amigos chinos. Algunos han establecido nuevas conexiones económicas y culturales con Shanghai y también han invertido dinero para hacer negocios. Actualmente Shanghai vive la emergencia de una nueva comunidad judía, hecha por hombres de negocios, expertos técnicos, diplomáticos y estudiantes.

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