Todas las mujeres nos decimos lo mismo cuando se nos plantea el dilema de combinar nuestra faceta de madres con nuestra faceta de trabajadoras: “Seré capaz de hacer ambas cosas sin que ninguna de ellas se resienta”.
Sin duda, eso sería lo ideal, pero para que esta afirmación no acabe siendo una de esas pequeñas mentiras para sentirnos mejor, debemos trabajar mucho en el aspecto de la conciliación.
Hoy en día es uno de los grandes temas de actualidad. La incorporación de la mujer al entorno laboral ha sido uno de los mayores éxitos del siglo pasado, aunque aún queda mucho por hacer, especialmente en los países menos desarrollados.
La incorporación de la mujer al entorno laboral no puede tener marcha atrás (al contrario, hay que seguir avanzando en ella). Pero este gran triunfo irrenunciable para las mujeres también ha tenido consecuencias indeseadas. En muchos países occidentales el descenso de la natalidad ha sido alarmante, la edad a la que se tienen los hijos se ha ido retrasando (aumentando algunos riesgos para madres e hijos) y muchos niños pasan muy poco tiempo con sus padres.
La inversión de la pirámide demográfica tiene efectos muy perjudiciales para el Estado del Bienestar, sobre todo en lo relativo a las pensiones futuras.
Debemos trabajar para corregir los efectos indeseados de la mayor igualdad laboral entre hombres y mujeres. Y lo primero que hay que tener en cuenta es que eso lo haremos logrando más igualdad todavía: Los mismos salarios por los mismos trabajos y los mismos derechos y obligaciones.
Siempre que se ha de combatir un problema, lo primero es identificarlo y hacerlo visible, por lo que es importante poner el acento en las dificultades que las madres trabajadoras tienen para conciliar su trabajo y su vida familiar.
Asimismo, conviene no olvidar que muchos hombres padecen el mismo problema. Muchos padres quieren poder pasar más tiempo con sus hijos, más allá del reparto de horas que padres y madres hacen para no dejar a los niños solos y que provoca que los pequeños solo puedan disfrutar de sus dos padres al mismo tiempo unas pocas horas a la semana.
Se hace necesario avanzar en las medidas legales que promuevan esa conciliación, dando mayores facilidades a las empresas para que puedan implementar programas de flexibilización del horario laboral a favor de los trabajadores con hijos a su cargo.
El fomento del autoempleo también puede ser un gran apoyo a esta causa. Millones de padres preferirían ser sus propios jefes para poder adaptar sus horarios laborales a las necesidades de su familia. Pero la incertidumbre financiera hace que la mayoría no se atrevan a dar ese paso.
Un mejor tratamiento fiscal y financiero al autoempleo puede ayudar a que muchos padres se lancen a crear sus propios negocios o incluso a desempeñar trabajos desde casa.
En la actualidad, esto es mucho más posible gracias al avance de las Tecnologías de la Información y la Comunicación, que nos permiten estar conectados a millones de potenciales clientes, trabajadores y empresas, a través de Internet.
De que se fomente una correcta conciliación de la vida familiar y laboral depende que no haya generaciones enteras de futuros adultos que habrán crecido teniendo a sus padres ausentes la mayor parte del tiempo.
Además, si millones de padres ven a sus trabajos como un obstáculo a su vida familiar, esto sin duda repercutirá en su rendimiento laboral y en la visión del trabajo que transmitirán a sus hijos.
La conciliación es, por tanto, uno de los desafíos sociales cruciales de este siglo. Luchar por ella es luchar por una mejor calidad de vida.
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