Juan Mena López y su hijo Juan Mena Romero, fallecieron en la madrugada del viernes 14 de Julio a causa de un socavón que se abrió en el “Paso Exprés de Cuernavaca”, ubicado en la carretera que va de la Ciudad de México hasta Acapulco. Esta obra de infraestructura fue una de las más aplaudidas por funcionarios federales, donde se incluye el Secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza, y el propio Presidente de la República.
Juan y su hijo fallecieron por asfixia por confinamiento y no por el impacto entre el auto en el que viajaban y el suelo. Estuvieron con vida 120 minutos antes de morir por falta de aire, dado que las labores de rescate no llegaron a tiempo, y se extendieron más de 8 horas.
La respuesta oficial de los funcionarios argumentó que la causa del accidente fue un imprevisto y condiciones climatológicas adversas:
“De acuerdo al análisis previo, la afectación fue ocasionada por la erosión de una alcantarilla afectada por el exceso de basura, acumulación extraordinaria de agua ocasionada por las intensas lluvias y la deforestación del área derivada del crecimiento de la zona urbana”
Esta explicación, ignora sin embargo los siguientes hechos:
En la construcción de la vialidad se registraron retrasos, pagos no justificados y modificaciones en la obra, sin la autorización requerida, de acuerdo con la revisión de la cuenta pública 2015 hecha por la Auditoría Superior de la Federación (ASF):
- La auditoría señalaba que podían recuperarse 270 millones de pesos del gasto erogado ese año, por las irregularidades detectadas, y quedaba pendiente aclarar un gasto de 31.8 millones.
- Se detectó el pago de más de medio millón de pesos por servicios que no se realizaron o que se inflaron, pues la SCT no verificó que “existían diferencias entre los volúmenes pagados y los ejecutados”.
- La ASF encontró el pago de 7.5 millones de pesos por la supervisión y coordinación del proyecto, a pesar de que no se cumplió con “especificaciones particulares establecidas en los contratos de servicios relacionados”.
- La obra también se entregó con un retraso de cinco meses, y tuvo su primer mantenimiento preventivo a los 3 meses. Gerardo Ruiz Esparza, dijo que “por las especificaciones de la construcción y los materiales usados en ella, podía garantizarse una durabilidad de más de 40 años”.
- El costo del Paso Exprés terminó duplicándose. Originalmente la obra a cargo de las empresas Aldesem y Epccor costaría 1,045 millones de pesos (IVA incluido), pero terminó elevándose a 2,213.
Fueron tales las fallas, que la propia ASF pidió a la SCT que sancionara a los funcionarios responsables que permitieron que la empresa “efectuara modificaciones al proyecto original sin contar con la aprobación y autorización de las áreas responsables, así como por la omisión de incluir los retornos, acotamientos laterales interiores y exteriores, accesos y salidas a la carretera para los vehículos de emergencia, vigilancia o mantenimiento”.
Lo que cabe preguntarnos, es cuántas víctimas necesitamos para que nos indigne lo evidente: Obras importantes de mala calidad que drenan un país endeudado y en crisis, donde además la ASF advertía explícitamente de irregularidades y desfalcos. ¿Hasta cuándo?
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