El 24 de agosto del 2015, Costa Rica pasó a la historia al reformar su Artículo Primero de la Constitución Política y declarar que es un país Multiétnico y Pluricultural pero dio un paso más allá al reconocer también el Origen Judío Sefardita de su población, con lo cual se ratificó una iniciativa que posibilitó a todos los costarricenses acercarnos más a nuestras raíces, sean estas indígenas, afrodescendientes, judías, chinas, nicaragüenses, colombianas, chilenas, entre otras muchas nacionalidades, admitiendo que la etnia y cultura con la que te cobijas forma parte de nuestra Carta Magna.
Entonces para mí como filósofa y además costarricense de origen judío sefardita, me resulta incomprensible e insatisfactorio que Costa Rica como país miembro de la UNESCO, no tenga una participación más activa y clara en cuanto a la aberrante pretensión de otorgarle el reconocimiento del Patrimonio Cultural de Jerusalén exclusivamente a Palestina.
Cuando nuestra Constitución Política incluye dentro de la identidad nacional a la idiosincrasia judía y por tanto, los desafíos de una Costa Rica Multiétnica y Pluricultural deberían de ir enfocados en hacer valer los derechos de todos sus ciudadanos y con esto me refiero a que todos aquellos que nos llamemos descendientes de judíos sefarditas y Ashkenasitas en Costa Rica, debemos alzar la voz y no solo cuestionar la decisión de la UNESCO, sino también repudiarla, ya que esta responde obviamente a la precaria situación financiera de la Agencia de Naciones Unidas UNESCO que a todas luces se doblegó ante la influencia de los millonarios países árabes.
Por ello, el contubernio entre religión y política a lo largo de la historia, lo único que ha demostrado es ser una pésima y peligrosa combinación que se ha transformado en la base del terrorismo que azota a la humanidad y que se vende al mejor postor…
(Especial para el Diario Judío.com de México.)
31 10 2016.
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