En fechas recientes, se conmemoró Yom Hashoa (día en el que se recuerda la caída de los seis millones de judíos durante la Segunda Guerra Mundial). Para rendir tributo a las víctimas, existe un programa educativo, a nivel mundial, el cual consta de preparar durante un año a los participantes que viajarán a Polonia para visitar los diferentes campos de concentración y exterminio.
El viaje culmina en Israel y los ellos son testigos de la celebración del Día de la Independencia de aquel país. Tanto jóvenes y adultos experimentan una mezcla de sentimientos en dos tierras distintas: en un principio, tristeza, impotencia y coraje. Ya en territorio israelí, felicidad, orgullo, alegría, respeto y pertenencia.
Dicho progama educativo tiene un impacto de por vida no sólo en la persona que viajó, sino también en su familia.
Recientemente, una madre la cual tiene un hijo en estos momentos en La Marcha de la vida, comentó:
- “Querido hijo: Qué orgullo verte formar parte de esta experiencia y constatar que nuestro pueblo seguirá vivo…. Por siempre”.
Otra mamá, cuya hija viajó el año pasado, también mencionó:
- “La Marcha de la Vida fue una experiencia inolvidable para nuestra hija, pues ha sido la primera en hacerlo. Como padres, sentimos la responsabilidad de apoyarla en este esfuerzo. Para nosotros y para ella es muy importante afianzar los valores y responsabilidad que tenemos como judíos de nunca olvidar.
- Para nuestra hija fue muy conmovedor todo el proceso que vivió desde la preparación que le dieron con actividades y pláticas, hasta culminar en Israel. La experiencia de ir con un sobreviviente del Holocausto la impactó muchísimo. También escribió un diario que aún conserva. Nosotros pudimos vivir la experiencia a través de un video que nos mostró. La experiencia de haber ido al viaje es un recuerdo para toda la vida que nuestra hija nunca va a olvidar.”
Como judíos, debemos de hacer conciencia y no permitamos que lo ocurrido en la Shoá quede en el olvido. Es muy importante que le rindamos tributo a aquellos que perecieron en tal tragedia y no dejar que sus muertes hayan sido en vano.
La Marcha de la Vida es una fabuloso experiencia para honrar a los caídos. Pero para quienes no puedan tener la oportunidad de hacer el viaje, es una obligación moral transmitir a nuestros hijos la historia de lo ocurrido en aquel trágico episodio de la historia. Tal vergüenza no se puede volver a repetir. ¡Nunca jamás!
Artículos Relacionados: