En el año 1810 el grito de Independencia se escuchó en los pueblos de América, que poco a poco se rebelan de años del yugo español o portugués. Aparecen entidades como Nueva España, Centro América Latina, Nueva Granada, Venezuela, Chile, Perú, Rió de la Plata, Bolivia, Paraguay y Brasil.
Por lo tanto en este año se conmemora el Bicentenario de la Independencia de varias de ellas, que luego se convirtieron en países.
Después que se independizaron los pueblos nacen nuevos países como el Imperio Mexicano, los países de Centro América, la gran Colombia, Chile, Perú, Bolivia, Paraguay, Brasil y las provincias del Plata.
Los latinoamericanos que vivimos en Israel nos unimos a los festejos de nuestros países de origen, en los actos que organizan las embajadas.
Color Latino se propuso festejarlo de diferente manera, haciendo un llamado a los artistas latinos residentes en Israel y algunos residentes en sus países, haciendo un reconocimiento de la Independencia de América Latina por medio de una exhibición de sus obras con motivo del Bicentenario de la Independencia.
Organizaron el 2 de diciembre de 2009 en Rishon Letzion un acto que fue un éxito rotundo, ya que además de la exhibición artística hubo un evento musical de artistas latinos.
Después de este éxito la directora Clari Netzer decide organizar otra exposición en el lobby de Beit Gabriel, para que los habitantes del norte del país puedan apreciar el arte latino, quedando abierta dicha exposición al público el 11 de julio. La apertura oficial se llevó a cabo el día viernes 16 del mismo mes.
Beit Gabriel es un centro social y además es un lugar histórico, ya que en noviembre de 1994 el primer ministro Itzjak Rabin y el rey Hussein de Jordania firman el tratado de paz entre ambos países, con las siguientes palabras presagiando el futuro: “Confiamos que en este lugar estamos firmando una paz duradera con nuestros vecinos”.
En dicha exhibición toman parte 12 artistas de los siguientes países: Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador, Perú y México que viven y crean en Israel y cinco artistas invitados de Ecuador, México y Uruguay.
En la inauguración tomaronn parte el embajador de Uruguay Bernardo Greiver; el de Colombia Isaac Gilinsky; el cónsul de Ecuador Roberto Quiroga; el de Perú Tomás Jara; el cónsul honorario de Uruguay, Abraham Mamán; el presidente de la OLEI, Mario Lev; Muky Tzur, historiador del movimiento kibutziano y asentamientos del Emek Hayardén; el Lic. Samuel Leillen; el presidente de CICLA Arié Fainstein, y Gaby Pinsky, directora del Departamento de Cultura de Emek Hayardén y de Beit Gabriel.
La organizadora y curadora Clari Netzer abrió el acto.
De sus palabras escogí lo siguiente: “El arte tiene muchas y variadas formas: color y estructura, sonido y movimiento, que pueden ser usados por el artista para dar forma a su creación. El resultado final puede crear una obra bella o difícil de contemplar”.
Doble identidad del artista
Pasemos a la parte artística de la exposición, a las apreciaciones artísticas. Como artista que pinta y escribe, en ocasiones me encuentro en la doble identidad, la mexicana por nacimiento y la israelí por 38 años de vida en el país. Varias veces hice el recorrido por esta exposición mancomunada de artistas de procedencia latinoamericana, encontrando que entre los pintores y escultores sí existe la doble identidad. En varias obras sigue marcada la procedencia de nuestros países de origen: en los temas, en el colorido. Me doy cuenta que en los años vividos en Israel, nos han hecho cambiar de pensamientos, de ideas y de formas de expresar el arte.
En esta exposición podemos encontrar todo tipo de formas de pintar, desde las más surrealistas hasta las clásicas, las que combinan la pintura con la escultura, los que usan el trabajo de estilo decorativo, el empleo de aceite, acuarela, carbón, hasta las esculturas hechas en hierro con un magnifico movimiento.
Nos encontramos con obras que producen sensaciones por su colorido, otras nos llevan desde una playa al infinito; en muchas existen sentimientos que nos llegan al corazón a través de los códigos universales y de los valores, ya que en el color no existe más que una percepción visual. Por definición el color es producto de las longitudes y ondas absorbidas y reflejadas.
Nuestros ojos captan radiaciones electromagnéticas trasmitidas a nuestro cerebro que hace que la imaginación nos haga volver a los lugares donde nacimos, como lo vemos en algunos de los cuadros.
A mí me lleva a pintar una campana en carbón que me regresa a mi niñez en la ciudad de México donde pasé más de 20 años de mi vida viviendo cerca del Zócalo de la ciudad y escuchando los sonidos de las campanas de la catedral metropolitana, que fue levantada por los españoles en las ruinas de los templos aztecas.
Si hablamos del color podemos usar una definición que al color le dio el filósofo Aristóteles (384-322 a.C): “Todos los colores se conforman con la mezcla de cuatro colores” y además otorgó un papel fundamental a la incidencia de luz y sombra sobre los mismo. Estos colores que dominó como básicos eran los de la tierra, el fuego, el agua y cielo.
Podemos ver en muchas de las obras expuestas en la exposición de Color Latino, los colores fuertes influenciados en la luz de los orígenes, la sombra que se refleja en los contrastes bien presentados.
Margo Glantz escribió en 1999: “Es evidente; para conservar la memoria es necesario nombrar lo pasado, utilizar las palabras precisas para definirlo, realizar una operación peligrosa y exponernos a sus consecuencias” (Políticas de la Memoria).
Pintando nuestro pasado conservamos la memoria; en lugar de las palabras utilizamos color y sombra. Es nuestra forma de realizar nuestra operación peligrosa, nos exponemos a que el público critique o acepte nuestros trabajos.
Los que nos dedicamos al arte necesitamos vocación y filosofía; hacemos uso de la memoria para adaptarla a la identidad de nuestro pasado latino, sin olvidar que algunos tenemos raíces mediterráneas y otros las tenemos europeas,. Por lo tanto la identidad es un concepto complejo y lleno de contradicciones.
Lo que pasa es que con el tiempo vamos creando una doble identidad, la del pasado que es nuestro origen y la creada en Israel, dos identidades que se confunden y se habilitan una a la otra en nuestra creación artística.
Esperemos que sea el principio de un desenvolvimiento del arte latinoamericano en Israel.
Sobre la “Campana” que acompaña este comentario escribí:
“En mi niñez
Desde la ventana de mi casa
Escuchaba
Las campanas
De la Catedral de México
Esos sonidos
Forman parte de mi juventud
Quedaron grabados en mi ser”
Fuente:Aurora
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