La familia va evolucionando en forma y tamaño conforme el tiempo va pasando. Así, aquella familia formada hace 50 años, 6 personas, mamá, papá y cuatro hijos, paulatinamente se transforma en varias familias que forman núcleos diferentes. Una raíz que crece y se transforma en muchas hojas y flores de distintos tamaños y colores; estás dentro, eres parte de los cimientos, de lo profundo de su alma. Sin embargo hay que aceptar que han llegado otras personas también.
Rosalinda cuenta; quiero a mi familia y ellos me quieren a mí, pero la verdad es que ya no formo parte de sus vidas, soy una persona más en su mundo. Me iban a llevar al cine, pero se confundieron y cada uno pensó que le tocaba al otro; me costó trabajo pero me fui sola temiendo que ellos se enojaran conmigo. Se dio cuenta que había un mundo de su hijos que ella ya no compartía. Los hijos se van, hay que criarlos con esa idea, asumir esa realidad. La vida se los va llevando y uno deja de ser el centro.
Esto no le produjo malestar pero estaba sorprendida con el paso del tiempo del cual no se había percatado. La verdad es que me costó trabajo actuar, concentrar las energías y sencillamente obrar, siempre contemplo demasiados aspectos de cada situación y eso me paraliza. Finalmente irme al cine sola no era tan grave y me pareció una aventura que me hizo sentir segura de mi misma.
La entrada a cada una de las nuevas fases de vida familiar produce una crisis, la estructura anterior producía seguridad y esta nueva estructura individual y familiar implica un gran esfuerzo. Hay que soltar lo anterior para emprender el nuevo camino.
Algunos viejos y viejas se vuelven egoístas y no se dan cuenta que al mismo tiempo que ellos envejecen, sus hijos van entrando en diferentes etapas de la vida y tienen que atender otras obligaciones; están al servicio de la generación de arriba y de la que viene detrás de ellos. Requieren tiempo para su trabajo y su vida personal. La trama de la vida que marca a las generaciones.
Nos enfrentamos a la dinámica de cada individuo a través de su propio ciclo de vida y el de sus familiares. Tiene que sostener el desarrollo personal y cumplir con las tareas básicas como (casa, alimentos, sostén económico, desarrollo y crecimiento, al tiempo que se enfrentan muertes, desplazamientos, pérdidas de trabajo, enfermedades, crisis internas y externas, personales y familiares. Este movimiento, disminuye la atención los adultos mayores y lógicamente se van quedando más solos; de ahí la importancia de hacer su propio mundo con aquellos que están en la misma situación. (coetáneos)
A esto agregamos las cuestiones de las distancias y del tráfico que reducen aún más las posibilidades de los encuentros. No se pueden dejar de lado las grandes corrientes migratorias que suceden dentro del grupo familiar y social.
Luis se daba cuenta que estaba solo, su mujer se había ido. Tenía su trabajo, pero eso no lo consolaba, como no consuela nunca la profesión cuando no late la vida alrededor. Se dio cuenta que había que dar un giro a su existencia y ocuparse de hacer aquellas cosas que había postergado a lo largo de los años. Constantemente se colaban dentro de sus pensamientos recuerdos que le producían la melancolía que da el implacable paso del tiempo.
Había llegado otro momento de su vida, tenía que reinventar una nueva rutina, y dar un giro a su existencia. Pensó que habría que poner en la balanza, abandonar su casa cómoda e irse a vivir cerca de donde estaban sus hijos. Otra opción era una casa de retiro donde sus necesidades fueran cubiertas. Sus hijos sabían que no estaba disfrutando, aunque no se imaginaban lo mal que lo estaba pasando, el miedo que padecía. ¡Hasta la mitad de la vida, se piensa que la vejez queda lejos y paulatinamente se descubre que la distancia se acortó!
Son varias aspectos que se entrelazan: la vida individual y la interacción de los distintos ciclos de vida en un momento determinado; una nueva organización de familia nuclear y extensa. El hijo o hija de los viejos, es al mismo tiempo padre o madre de sus hijos, esposo o esposa, trabajador y proveedor, amigo y necesita distracciones. Tiene que atender miles de asuntos al mismo tiempo y a veces este movimiento de la vida lo rebasa., lo abruma.
Los lugares que se ocupaban antaño han cambiado, no son mejores ni peores pero ya no son lo que eran antes. Los cambios en las edades de los familiares, el tamaño de la familia y el estilo de vida influyen en el espíritu de los viejos y viejas. El estado de salud, las muertes y enfermedades que han sucedido, la jubilación tanto del trabajo como de las ocupaciones familiares son determinantes; hay que darle nueva estructura al tiempo libre, ha llegado el momento de sacar energías para luchar. ¡Quiero llamar al que había sido cuando joven, pero no llega!
Más que la muerte nos aterra la soledad, y todas las fantasías que giran a su alrededor. ¡Fantasmas que no existen, que imaginamos y vivimos como reales! Lo que está en nuestra mente no está en la realidad, así es que es importante darnos cuenta de la diferencia. Esta etapa de la vida a la que todos “tenemos que llegar”, nos hace estar un poco más desarmados ante la vida. La juventud se ha ido, la fuerza empieza a fallar, y la familia se ha transformado. Ha llegado el momento de reinventar la vida y conozco muchos que lo logran con creces.
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