Relata un cuento jasídico que en un pueblito de Europa, un hombre recibió un telegrama. El texto decía que un pariente había fallecido dejándole una importante herencia. Si estaba interesado en recibir más información, debía contactarse con el rabino quien le daría los detalles.
El hombre fue corriendo a la casa del rabino, gritando: – “¡Aquí estoy! ¡Aquí estoy! ¿Dónde está mi dinero?”
El dueño de casa lo recibió cordialmente, lo hizo pasar y le dijo: – “¿Qué dinero?”.
El hombre contestó: “¡Recibí este telegrama!”.
– “Lo se – respondió el rabino – yo se lo envié a todos los judíos de este pueblo. Habla acerca de una herencia, no de dinero. Dice que un pariente tuyo te dejó una importante herencia. Tu pariente es Moisés, la herencia es la Torá. Si la recibís, te guiará en el camino, enriquecerá tu vida, y te dará plenitud”.
Dice el texto bíblico: “La Torá que nos ha prescripto Moisés, es herencia para la congregación de Israel” (Deuteronomio 33.4). En esta festividad de la entrega de la Torá, ¡dispongámonos a recibir nuestra gran herencia!
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