La huella cultural

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Al principio de la década de 1980 José Hernández se encontraba trabajando en un campo de remolacha azucarera cuando escuchó por la radio que la NASA había aceptado al primer astronauta de origen latinoamericano: Franklin Chang-Díaz. En ese momento José decidió que él también quería ir al espacio. Hoy, José Hernández es un astronauta de la NASA.

Su padre, Don Salvador, dejó México para buscar en los campos de cultivo de California la prosperidad que no encontró en su natal Michoacán. José pasó su infancia yendo y viniendo entre México y Estados Unidos para trabajar en el campo, actividad que combinó con sus estudios.


En 2006 recibió un doctorado Honoris Causa por la Universidad del Pacífico. Una distinción que se ganó por sus méritos científicos: durante su estancia en el Laboratorio Nacional Livermore desarrolló un equipo que ha permitido detectar oportunamente el cáncer de mama y más tarde se convirtió en ingeniero de la NASA donde ha trabajado como Jefe del área de materiales y procesos del Centro Especial Johnson, en Houston, Texas.

¿Podría haber sido un prestigiado científico si sus padres lo hubiesen dejado en México? La Fundación Espinosa Rugarcía y el Centro de Estudios Espinosa Yglesias publicaron un estudio que podría darnos luz al respecto.

De acuerdo con este estudio, sólo el 4% del 20% de la población con menos ingresos llega a escalar al 20% de la población con más ingresos. De hecho prácticamente la mitad de las personas que nacieron en el 20% de la población más pobre no han ascendido socialmente. También revela que la educación universitaria es un factor importante para ascender en la escalera económica. Pero sólo dos de cada cien encuestados con padres sin educación cuentan con estudios universitarios y cinco de cada diez, cuyos padres terminaron la preparatoria, tienen educación superior.

En suma, México es un país con poca movilidad social, donde un joven campesino como José difícilmente podría haber terminado sus estudios universitarios, ya ni hablar de ser astronauta.

Entonces ¿Cómo logró José la prosperidad y el éxito que sus padres y sus abuelos no vivieron? ¿Influyeron sus creencias y valores –su cultura– para que José viviera su sueño? SÍ, pero no sólo sus valores y creencias, sino las de toda la sociedad donde creció.

El académico de Harvard, Samuel Huntington comenzó el siglo XXI con la edición del libro “Culture Matters” donde reunió a numerosos especialistas para escribir sobre cómo los valores culturales influyen en la prosperidad. Después de su publicación el Premio Nóbel Amartya Sen se sumó al debate con su célebre artículo “How Does Culture Matter?”, publicado originalmente en “Culture and Public Action”. Más allá de las desavenencias entre ambos académicos, coincidían en un punto: la cultura importa en el desarrollo.

La cultura incide en nuestro comportamiento (v.gr. cómo nos comunicamos, cómo vestimos, qué hacemos y cómo nos divertimos).

Las normas informales dicen mucho sobre el comportamiento económico de las personas. El hecho de que usted profese una fe religiosa define algunos de sus hábitos de consumo. La jerarquía de la iglesia católica pide a sus fieles abstenerse de comer carne roja durante la celebración de la Semana Santa. Los judíos practicantes guardan una dieta kosher, es decir sólo consumen alimentos cuyo origen y preparación cumple con determinadas normas religiosas. Para la religión hindú las vacas son sagradas, en algunas regiones de la India está prohibido matarlas.

Usted, como todos, lleva consigo su cultura a donde quiera que vaya y haga lo que haga, porque se fija en su mente y aún cuando puede rechazar determinados elementos o proponer innovaciones culturales, finalmente le deja huella: la huella cultural.

Desde niños le damos significados a los objetos y acciones, y ello incide en nuestro comportamiento. Si a los niños se les enseña que “el que no tranza no avanza” cuando sean adultos verán la corrupción como algo “natural”.

Sin embargo, hay elementos profundos en la cultura que no son tan evidentes –que no se dicen- elementos que influyen en nuestro comportamiento de forma inconsciente. En su libro “Outliers” Malcolm Gladwell nos ofrece un extraordinario ejemplo: una empresa asiática de aviación tuvo varios accidentes en un breve periodo, los pilotos eran personal calificado y sus aviones estaban en condiciones de volar sin problemas. Entonces ¿por qué tenían tantos accidentes? Porque en su cultura, altamente jerárquica, no era “correcto” contradecir o decirle qué hacer a un superior. Así que, cuando un capitán cometía un error el copiloto no lo corregía.

La cultura importa y más que ello el significado inconciente de la cultura. Fomentemos huellas culturales para construir una sociedad con más oportunidades, en donde el mérito se anteponga a la amistad, en donde se valoren el esfuerzo, el trabajo y la creatividad. Una sociedad en donde los jóvenes tengan las oportunidades, como José Hernández las tuvo, para prosperar.

Acerca de Andrés Roemer

Bienvenidos a este espacio donde pretendo compartir con ustedes: Interrogantes, críticas, dudas, inquisiciones, propuestas, miedos, esperanzas, ideas. En suma: Letras. Letras grandes y pequeñas. Pensadas y espontáneas. Letras desdibujadas, otras reiteradas, ciertas ya publicadas con antelación y probablemente una que otra inédita. Al final de cuentas, letras para ser desdobladas por aquel lector amable y generoso que sea provocado por las mismas.Agradezco a Silvia Cherem e Isaac Ajzen por invitarme a ser parte de Foro Judío.Acerca de Andrés RoemerEl doctor Andrés Roemer es autor de más de 18 libros de diversos temas, como: felicidad, arte, sexualidad, amor, agua, futbol, derecho, economía, crimen y psicología evolutiva, entre otros. Ha sido merecedor de varios premios incluyendo el Don K. Price Award por distinción académica en la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de la Universidad de Harvard y las becas Fulbright, Harvard, Ford, ITAM, SEP y Conacyt; recientemente la Fundación de Microsoft, ha establecido el "Premio Andrés Roemer para el Desarrollo de Derecho y Economía por Distinción en el Servicio a la Comunidad Académica". Ha creado más de 1,000 programas de televisión; actualmente, es el fundador y presidente del Think Tank "Poder Cívico A.C."; asimismo, es el curador del festival internacional La Ciudad de las Ideas.

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