Cada día nuestro estado de ánimo se ve influenciado por una serie de agentes externos que nos generan una variedad de emociones y sensaciones muy distintas. Lo referido desde que nos despertamos y hasta que nos volvemos a dormir, haciéndonos presas del medio y casi sin darnos cuenta también del dominio del algoritmo. Sin embargo esto puede ser corregido si prestamos más atención a nuestro entorno y además, si logramos estar más presentes y conscientes ante quiénes nos rodean y de todo lo que nos rodea.
Porque la mayoría de las veces como simples seres humanos, no sabemos bien qué es lo que nos pasa y porqué nos pasa. Entonces tenemos que empezar a concienciarnos y adueñarnos de nuestro presente, aprendiendo a elegir mejor el ambiente circundante, sobrellevando determinadas circunstancias y agentes que por decirlo de alguna manera, no se encuentran en la misma frecuencia vibratoria que nosotros.
Así debemos aprender a tomar una distancia saludable que nos permita en retrospectiva, analizar las influencias positivas o negativas que se encuentran a nuestro alrededor. De esta manera empezaremos a entrenar a nuestra mente y cuerpo a que no sea presa del entorno tecnológico, ni tampoco de un pasado o de un futuro que todavía no llega.
En razón de lo expuesto, ya desde la antigua Grecia Hipócrates sostenía que los hombres debían saber que el cerebro es el responsable exclusivo de las alegrías, los placeres, la risa y la diversión al igual que del sentimiento de pena, aflicción y desaliento que podemos sufrir todos.
En consecuencia si la gente pasa lamentándose continuamente es porque no controlan sus emociones y porque no pueden superar su pasado. Es gracias al cerebro que adquirimos de manera especial sabiduría y conocimientos, siendo el canal que nos permite apreciar aquello que sea bello o repugnante, dulce e insípido, según nuestra visión de mundo e influencias del mismo.
Hay que destacar como la llamada “Era digital” lo está cambiando todo en el sentido de que el espacio virtual, se ha convertido en una herramienta que puede influir negativa o positivamente en nuestra personalidad. Lo expresado debido a que las tecnologías pueden ser utilizadas para cambiar nuestro estado de ánimo y así lo afirman diferentes estudios en neurociencia que demuestran que las personas se pueden sentir más tristes o animadas, dependiendo de lo que vean en Internet.
Por ello es responsabilidad de cada uno junto con el conglomerado social, elegir mejor lo que vemos, oímos, leemos y aprendemos, al exponer nuestros sentidos a estas nuevas zonas algorítmicas que nos hacen re-pensar las TIC, al igual que esta Era de la postmodernidad en el sentido de lograr cambiar nuestro (chip-mental), por uno más consciente no solo de nosotros mismos, sino también de la influencia del medio en nuestras actitudes y pensamientos, haciendo referencia a Hannah Arendt y el orgullo de pensar…
(Especial para el Diario Judío.com de México.) 03 11 2020.
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