La judía de Montevideo, 19va. parte

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Suicidas, parte 3

Re: Lea:

¡Bueno! Por si no fuera poco, también vas en contra de Eduardo Galeano. ¿Quién te creés, el centro del mundo? Me hablás de humildad, mirate al espejo.


Y ya deberías de saber a pesar de ser una novata en el mundo literario, que un escritor no obedece a ningún interés político.

Te falta mucho, Lea, que yo no sea de izquierda no me impide reconocer un material que (y voy a discrepar con vos) es fidedigno, a vos no te gusta Galeano porque dice demasiadas verdades. Sos vos, Lea, quien carece del profesionalismo que se requiere. Eduardo Galeano viene siendo leído y reconocido a lo largo y ancho de todo el planeta. Vos querés protagonismo, querés estar siempre en “el ojo de la tormeta”. Y como ya nada parece alcanzarte, te atrevés a juzgar a Eduardo Galeano.

Ahora, voy a comentar lo que me mandaste. Me hace acordar a la novela que mirábamos justo con mi amiga libanesa, las novelas brasileras nos encantaban, lo que me mandaste me hizo acordar a ?”El Clon”!

Sin ánimo de ofenderte, si mandás adjuntos, primero revisá bien lo que mandás.

Augusto.

Re: Augusto:

Me importa un rábano lo que opinás del material que te envié. Pero (y como te dije antes) no seré yo quien te ilustre sobre la situación de la mujer musulmana.

Es más, ¿sabés que existen historias de amor entre palestinos e israelíes? ¡Qué vas a saber! ¡Claro que no sabés, porque vos de una “judía” como te ocupaste de dejarme bien claro, vos de una “judía” jamás te podrías enamorar, y (sorry) ?te envío un adjunto sobre una historia de amor entre un palestino y una judía!

Lea

Semitamor.pdf

Said pasaba las tardes de su infancia, jugando con sus primas, en las calles polvorientas de Ramlé, leyendo la borra del café. Su padre le vaticinaba un porvenir próspero, enviándolo a cursar sus estudios superiores en alguna universidad del Imperio, solo así absorbería las occidentalidades.

Said tenía ojos marrones, y una mirada penetrante. El ceño fruncido, una expresión como de siempre enojado, o a veces triste, una mirada de dolor.

Nuevos vecinos habían comenzado a afianzarse en territorios fangosos linderos. Nadie entendía cómo dormían en medio de los humedales. Todos los días intentaban limpiar la tierra, trabajaban a cambio de casa y comida.

Lo que Said no sabía, era que ellos habían sobrevivido de las cloacas del gueto, o habían sido arrojados al mundo en un destartalado navío en alta mar. Said no sabía que antes de entrar en Palestina aguardaban en aquellos navíos hacinados, varios morían esperando La Señal para poder burlar a la guardia británica, que en absoluto les permitía el ingreso legal. Pero ellos debían sobrevivir a cualquier costo, de modo que hacían su entrada a Tierra Santa a la noche por mar por la bahía de Haifa el día señalado, y estaban a salvo una vez que pisaban aquellas tierras.

Las culturas semitas fueron devastadas por los intereses de quienes se disputaban aquella tierra. Unos y otros se encargaban de destilar su veneno. Los Conquistadores, otrora en la piel de los ejércitos de las legiones de Roma, otrora en los infames reyes católicos que los expulsaron de Serafad bajo pena de muerte, otrora en los frailes delatores, que o en Europa o en Sudamérica al detectar alguno lo denunciaba al Santo Oficio y era quemado en las hogueras santas, otrora los adoradores de la esvástica, que los ahogaron con Ciclón B en cámaras con ingeniería diseñadas para que mil murieran en un segundo, se vaciaran y otros mil murieran, porque los adoradores de la esvástica querían borrarlos de la faz del mundo mientras lo suyo hacía la monarquía británica.

Ninguno reparaba en los deseos de estos semitas, ni en el origen y la semejanza de las culturas árabe y judía, en los ojos almendra, en el aroma de los olivos, en la historia de la reina de Saba. Sin embargo envidiaban su milenaria sabiduría, cosa que los hidalgos dentro de los yelmos de plata no poseían, ellos sólo conocían el leguaje de la barbarie asesina.

Chocaron las culturas, combustión que beneficiaría para siempre sus intereses capitalistas, el único alimento de los poderosos. Bastardeando raíces, generando refugiados de uno y otro lado. Cuando Said se hizo hombre y vio el mundo, y se le fueron las ganas de reír. Sus semejantes estaban poseídos por un odio desconocido. La calle de su infancia había desaparecido, y su amigo Ahmed estaba consustanciado con los propósitos de unir a todas las hermandades del Islam en el paraíso.

Said se debatía, sin embargo Ahmed renovaba en él sus deseos de venganza. Said tenía un puñal en la mano. Eva adoraba a Said desde que tiene memoria. Said se había enamorado de Eva cuando tenía nueve años, y ella doce, el día que la vio acompañada de su padre León, de visita a Ramlé desde Yerushalaim. Se había encandilado con sus ojos azules y su pelo dorado, la quería proteger para siempre de todos los peligros del mundo, con su espada filosa. De grande, quería casarse con ella, y que todos sus hijos tuviesen un ojo celeste y otro marrón, cabellos dorados y miel.

Pero el día que Said se fue de Ramlé, todo cambió para siempre. Toda su familia vivía en campamentos de refugiados, hacinados, había hambre pero no comida. Said no soportaba ver a sus padres padeciendo aquellas miserias. Un Hombre Bueno habló con él y le dijo que podía hacer algo por ellos aniquilando a quienes les habían robado su casa. El Hombre Bueno le explicó a Said que aquello era el acto más sublime de valentía y de reivindicación a todos los padecimientos y los refugiados.

El pasaría a a ser un Mártir, y además, le explicó el Hombre Bueno, cuando tirara de la cinta del cinturón explosivo, inmediatamente él comenzaría a ascender al Paraíso, pero habiendo matado una enorme cantidad de ladrones usurpadores, y cuantos más fueran los muertos la gracia de Alá sería mayor, su heroísmo también, al llegar a destino, siete doncellas lo recibirían, y así haría justicia.

Said nunca había olvidado a Eva. Pero ahora no podía discernir si la amaba o la odiaba. Lo invadían sentimientos contradictorios. La deseaba y la repudiaba, por su condición de usurpadora. Se despertaba poseído por vapores de sangre y sudor. Todo estaba minuciosamente planificado. Said había repasado el plan con Ahmed, había memorizado todas las coartadas. El último año, había residido en Argentina, y se había infiltrado en la familia Cohen. Les arrendaba una destartalada buhardilla, les había dicho que se dedicaba a tasar pinturas y antigüedades, tarea que lo habilitaba a cumplir horarios libres, y poder dedicar sus noches a rezar en dirección a La Meca, deleitándose con Ahmed, con las mujeres perfectas de las que ambos dispondrían en el cielo.

Said quería una con los ojos de Eva.

Fw:

¿Y? ¿Qué pasa señor Abarrategui? ¿Se le gastaron las palabras? ¡A mí; no!

¡Me duele ir caminando por las calles de Montevideo y ver que allá en un baldío escondido, un graffiti anuncia “ISRAEL GENOCIDA”! Me pregunto si los nabos que lo escribieron:

1) ¿Saben dónde queda Israel?

2) ¿Habrán buscado en algún diccionario la palabra Genocidio? (Me respondo NO).

La gente lo único que sabe es que ISRAEL es “algo” que tiene que ver con judíos, y que a todo lo que tiene que ver con judíos, está bueno “darle palo”; así como se le da palo al tonto de la clase que es un lenteja y no sabe encarar una mujer, o la gorda que se viste toda fajadita para enamorar, y lo único que logra es pasar por ridícula.

El JUDÍO, siempre fue un ridículo, y objeto de burlas.

Si analizamos más a fondo la cuestión resulta simple: Todas las minorías son objeto de burlas y son blancos para que los mediocres se sientan mejor con sus patéticas existencias.

El JUDIO, siempre es, fue y será el JUDIO.

Acá en Montevideo te dicen lisa y llanamente: “Voy a comprar al barrio de los judíos” en referencia a todos los comercios que se han mudado de la calle Colón hacia la calle Arenal Grande del barrio Villa Muñoz, en donde hasta hace poco no había ni un solo negocio.

No puedo negar mi incomodidad al sentir ese “el barrio de los judíos”, ¡suena tan peyorativo, discriminatorio y antisemita! Es como que yo dijera, “voy a comprar al barrio de los negros”, cuestión que jamás haría.

Las personas son personas, y tanto “blanco”, “negro”, “judío”, “heterosexual”, “homosexual”, son meros Atributos, que no cambian para nada la esencia.

Israel es el país que está “lleno” de judíos, así que por transitiva, si de los judíos se burlan, se desprende, deduce e infiere que nadie va a dar “ni dos vintenes” por hablar bien de Israel, tierra ¡llena de judíos!

Todo está dado para que el mundo se alce contra ese enemigo imperialista, poderoso, malvado, diabólico, y que…

vive del placer de hacer ¡tiro al palestino! Estas falacias son a las que arriban los desinformados como vos, (que por desgracia son las mayorías).

Claro, les han contado la parte del “TIRO AL PALESTINO”, pero han callado la parte de “TIRO AL MUNDO OCCIDENTAL” (Como demostración basta el atentado del 11 de setiembre de 2001, me olvidaba, me contaste que tu amiga libanesa lo festejó), tampoco nadie les ha contado a estos ilusos que bien cerquita, en el país vecino, Argentina, hubieron dos atentados contra OBJETIVOS JUDÍOS, y si se los contaron, les entró por una y les salió por la otra.

Así, estos iletrados se quedan con lo que les da placer (todas las maldades que hace Israel) pero borran todo lo que tire por la borda el argumento de que si Israel hace “maldades”, es porque hay alguien que lo incita.

Dice una frase: “PARA QUE HAYA PELEA SE NECESITAN DOS CON GANAS DE PELEAR”.

Yo no voy a invertir ni un ápice en pelear con vos, sobre el conflicto.

¡Ilustrate! Los buenos samaritanos como vos, creen que el deporte predilecto de Israel es matar palestinos “ad gadium”, y se quedan con ese pobre, tibio e ignorante argumento, no van por más, porque ya tienen “La Primicia”.

Creen que los JUDÍOS son pérfidos, y malvados, como lo han sido a lo largo de toda la historia, y no hay ningún interés en demostrar el Teorema de su Maldad.

Así el rótulo ISRAEL GENOCIDA es tomado como axioma, y listo.

¡Andá!

Fw:

Y seguís sin contestar, Augusto.

Estoy desvelada, y me place seguir hablando conmigo misma.

Así que te espera la torturante tarea de leer.

Decime, ¿qué tenés para decir de los atentados en Argentina? ¡No me digas nada! ¡Seguro que los festejaron con tu amiga libanesa! ¿Qué sabés vos de eso? Ahora hacés silencio, porque te conviene.

Ya no me podés “dar cátedra”.

¿Y qué hay de la postura que tomó Argentina y la postura que tomó Uruguay en 1948? ¡No tenés idea, NENE! ¿Y? ¿Israel tiene la culpa de lo que pasó? ¡Andá GIL! Y ya que te encantan los adjuntos que te envío me concedo el placer de mandarte otro.

¡Andá, NENE, andá!

Intermitencias de la muerte.pdf

Ruth lloraba el sábado de tarde.

El té caliente, el lecaj esponjoso, y esas canciones que significaban una suerte o desgracia de evocación, el coro había ido a cantar al Hogar de Ancianos.

El escenario había sido preparado en el comedor, a la hora de la merienda.

Tenía grabados a fuego los instantes, las personas, las cosas y un número en su brazo derecho.

No había podido secarse las lágrimas desde que mamá se despidió de ella, porque iba a tomar una ducha caliente, hasta le habían regalado el jabón.

Mamá no había vuelto esa noche a su litera.

El Yeide Moishe y la Bobe Masha habían sido apartados a la columna de la derecha, apenas bajaron del destartalado vagón, en medio de los vapores de amoníaco producto de las heces de los pasajeros.

Los monstruos habían descubierto cuán útil podría serles Ruth, dueña de una voz más que armoniosa.

Su destino era formar parte de la banda que entonaba el lírico canto para distraer del frío a niños y ancianos, mientras hacían fila, ya sin su ropa.

Un gesto muy noble por parte de Herr Gobin, que seguramente el Oberführer Von Kassler reconocería con agrado.

En su próxima visita debían elevar un informe caratulado “Centros de desintoxicación”, ante un requerimiento de los organismos internacionales.

Her Gobin pensaba conmoverlos enumerando las múltiples actividades cooperativas que podrían elegir los internados: desde formar parte de La Banda, hasta elaborar artesanías en oro.

Her Gobin los hacía trabajar bajo las instrucciones de Saúl, maestro orfebre.

La materia prima que provenía de las piezas dentales de los cadáveres debía ser elaborada, y los plazos eran urgentes.

A sus 97 años, Ruth conservaba una lucidez que le permitía esa sucesión de imágenes, un banco de datos donde buscaba, y encontraba.

Su voz había sido la herramienta que le permitió trascender a los suyos, alguien debía contar lo sucedido, alguien debía castigar a los culpables, necesitaba vivir al menos para eso.

Los juicios de Nüremberg, sólo cumplieron con el protocolo de las formalidades necesarias.

El resto, se refugió en las montañas de Bariloche.

Se les dio indulto y asilo, podrían evocar los picos del Tirol, mientras saboreaban su strudel, indudablemente se iban a sentir en casa.

Eva era una mujer agradecida con los hombres que le obsequiaban alhajas.

Cambiaron sus rostros, borraron las huellas, estos criminales quedaron impunes.

Un comando israelí solamente atrapó a uno, que fue enjuiciado bajo las leyes de la Torah, en la Tierra Prometida.

Esa tarde, Ruth pidió un minuto de atención al auditorio.

Luego que el coro termin? de cantar “El Pianista del Guetto”, ella no pudo evitar a su memoria.

Salieron tres canciones de su alma, mientras Mamá horneaba el lecaj, y Papá arreglaba los zapatos.

Ruth conservaba su voz intacta a pesar de las intermitencias del tiempo y de la muerte.

Continuará: “Inconexos”

Acerca de Anna Donner Ryba

Anna Donner Rybak nace en Montevideo el 21 de setiembre de 1966. Es analista en sistemas, escritora y artista plástica. Escribe diversos géneros: Cuentos históricos, cuentos de humor, Columnas de actualidad, Ensayos, Poesía y Fantástico. En 2007 participa como integrante del coro ACIZ CANTAMOS en el encuentro Interamericano de Coros en la Ciudad de Buenos Aires, abriendo la presentación leyendo un cuento de su autoría: Intermitencias de la Muerte. En 2009 lee Retazos Blancos, Negros y Sepia

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