La lección de las cosas

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Rabí Anastasio Jaim de Salónica hacía una vez al año la Ruta de la Seda para vender pescado seco en  Mosul, Qom, Faizabad y Qarqan, situada en el borde oriental del desierto de Taklamakan. Cuando regresaba de esos viajes agotadores, y antes dedicarse al estudio, su auténtica pasión, reponía fuerzas en el huerto del Rabí  Dan Neroli. Era allí, a la sombra de un añoso plátano, cuando narraba día sí y día también sus aventuras de mercader de pescado seco y esponjas de las islas, que sus amigos disfrutaban más y mejor de su compañía.

-El que crea que todo se aprende de los libros se equivoca-solía decir Rabí Anastasio Jaim-; hasta el oficio más humilde encierra una lección.

-¿Por ejemplo?-le preguntó Dan Neroli.


-Por ejemplo llegas una mañana temprano a Meshed-respondió el de Salónica-, los gallos han cantado ya y la gente saca agua de sus pozos. Te sonríen y les sonríes. De pronto ves una vieja que está afilando un cuchillo y en el tramo final de su tarea se pasa la hoja por la lengua y lo unta de saliva.

-Caray-suspiró Moisico Archelis, imaginando la escena.

-Te acercas y cuando le preguntas por qué hace eso te dice: ´´La piedra afila el cuchillo como el cuchillo afila la lengua, para cortar por lo sano. Una palabra de más y estás perdido, una palabra de menos y te extravían.´´

-Eso es verdadera sabiduría-dijo Moisico Archelis.

-Ni que lo digas-respondió el de Salónica-, un pensamiento así te da cuerda para horas enteras de  reflexión.

Hablaba de las rosas de Gilgit y el azafrán de Samarcanda, inventaba lo que no recordaba bien y contenía la respiración antes de soltar su mejor historia.

-Escuchad esto, vosotros, que me tomáis por un charlatán-contó-. Una tarde a la hora del crepúsculo entras a Kaisarieri, una familia te invita a tomar té de manzana. El verano toca a su fin y los niños disponen albaricoques en las terrazas, sobre tapetes de lana gastada. Parecen huevos de aves del Paraíso, esferas de ámbar. El dueño de casa te convida con una fruta y al paladearla te despiertas de pronto en el país de la dulzura. Le preguntas cuánto sol necesitan los albaricoques para alcanzar su grado de conservación exacta y te dice: ´´El sol trabaja el afuera, la luna el adentro y las estrellas los brillos de su carne. El sol contrae, la luna dilata y las estrellas completan esa danza, de tal manera que cuando alguien, en algún lugar del mundo, muerde una de estas frutas, paladea el cielo a la vez que  nutre el ritmo de sus mejores pasos en la tierra.´´

-Jamás hubiera dicho que los albaricoques concentraban semejante actividad-comentó Dan Neroli, ofreciéndole un vaso de agua fresca al Rabí Anastasio Jaim.

-¿Por qué no? ¿Acaso no se los llama mishmish en hebreo (1) y llevan, en ese nombre, el sol o shemesh de su dilatación?

-Más aún-sonrió Moisico Archelis-, también llevan escritos dos veces uno de los nombres de Dios, shem shem.

-He aquí la belleza del mundo en uno de sus joyas botánicas  más pequeñas-agregó  Dan Neroli.

-He  ahí la lección de las cosas-dijo el Rabí Anastasio Jaim.

 

(1) El albaricoquero ( Prunus armeniac a) es, seguramente, el modelo sobre el cual creció el mito  del Arborj o Arbol Cósmico de los persas, oracular y dador de la inmortalidad. En hebreo su fruta  se denomina mishmish ( $imº$im ) y tiene, en efecto, al shemesh o sol ( $eme$ )en su interior,  a la par que repite dos veces shem ( {$ ), el Nombre, uno de los epítetos más frecuentes del Creador.

 

Mario Satz: Alrededor de una nuez

Acerca de Mario Satz

Poeta, narrador, ensayista y traductor, nació en Coronel Pringles, Buenos Aires, en el seno de una familia de origen hebreo. En 1970 se trasladó a Jerusalén para estudiar Cábala y en 1978 se estableció en Barcelona, donde se licenció en Filología Hispánica. Hoy combina la realización de seminarios sobre Cábala con su profesión de escritor.Incansable viajero, ha recorrido Estados Unidos, buena parte de Sudamérica, Europa e Israel.Publicó su primer libro de poemas, Los cuatro elementos, en la década de los sesenta, obra a la que siguieron Las frutas (1970), Los peces, los pájaros, las flores (1975), Canon de polen (1976) y Sámaras (1981).En 1976 inició la publicación de Planetarium, serie de novelas que por el momento consta de cinco volúmenes: Sol, Luna, Tierra, Marte y Mercurio, intento de obra cosmológica que, a la manera de La divina comedia, capture el espíritu de nuestra época en un vasto friso poético.Sus ensayos más conocidos son El arte de la naturaleza, Umbría lumbre y El ábaco de las especies. Su último libro, Azahar, es una novela-ensayo acerca de la Granada del siglo XIV.Escritor especializado en temas de medio ambiente, ecología y antropología cultural, ofrece artículos en español para revistas y periódicos en España, Sudamérica y América del Norte.Colaborador de DiarioJudio, Integral, Cuerpomente, Más allá y El faro de Vigo, busca ampliar su red de trabajos profesionales. Autor de una veintena de libros e interesado en kábala y religiones comparadas.