La libertad metafísica

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Tal como lo dictamina la ley física, toda acción tiene su reacción contraria. Esa ley es innegable, indiscutible, irrefutable. Y como tal, es una verdad en la cual nadie puede opinar, ya que no es una opinión ni una imposición, sino una ley natural de la física. Esa ley aplica en ámbitos que van incluso más allá de la física, aplica también en los sentimientos, en el alma, en la libertad, en lo que está mas allá de la física, comúnmente llamado metafísica.
Respecto a la libertad vemos como toda acción libre termina si no quitando del todo, al menos mermando la libertad de algo más.
Correr libremente y de brazos abiertos por la pradera fresca es total libertad aparente para quien corre. Pero analicemos cada detalle de esa escena.
El que corre lo hace para sentir el aire que choca suavemente sobre su cuerpo, para sentir la húmeda vegetación y tierra acariciando la planta de sus desnudos pies, tal vez simplemente para festejar lo que sea, por estar feliz y contento. Y, aunque esa escena se relaciona con la plena libertad, pueden haber variadas motivaciones más para correr de esa manera. Puede ser porque va en busca de algo, de alguien, de refugio, porque lo persiguen, por lo que sea. Entonces, no todo lo que vemos es tal como lo percibimos,pues la realidad dista mucho de la verdad. La realidad sólo la sabe el corredor que puede o no sentir libertad en ese acto. puede o no sentir agitación, cansancio, tristeza, emoción, exaltación, apuro, angustia, plenitud, placer y un sinfín de sensaciones más.
Sin embargo, sea el caso que fuere, siempre será libertad mientras no exista un causal externo que lo force a hacer lo que hace contra su voluntad. Es decir, si está corriendo para salvar una vida, por supuesto que su voluntad es correr lo más rápido posible y no libremente para sentir el viento fresco sobre su rostro. Eso también es libertad pues es por propia voluntad.
Pero hemos dicho que según la ley física, toda acción tiene su reacción contraria. ¿Qué reacción contraria puede tener correr libremente, sin presión externa, por voluntad propia, simplemente por placer? Si eso es una acción, pues según la ley física debe tener su reacción contraria. ¿Cuál podrá ser la reacción contraria a tanta majestuosidad y plenitud? Y no nos referimos a las consecuencias tales como el cansancio después de correr, la posibilidad de caer y golpearse, no. Nos referimos a las reacciones que son simultáneas a la acción misma, ya que esa es la ley.
Tal como hemos afirmado, la ley aplica también en la metafísica, es decir en algo que va mas allá de la física, del físico, del cuerpo; algo que se aleja casi del todo de lo material y lo mundano para acercarse casi del todo a lo sentimental, espiritual como el placer, el alma, los pensamientos y todo aquello que no es evidente ni perceptible en un objeto material como un cuerpo. En cierta forma todo es metafísico ya que, tal como lo descubrió Albert Einstein, toda masa está compuesta de energía, siendo la masa lo físico y la energía eso que está más allá de la física.
Un persona corriendo por la pradera libremente, por voluntad propia, sin presión de escapar ni de llegar a ningún lado, sólo por placer, ¿acaso podemos afirmar que esa acción tiene una reacción contraria? Da la apariencia que la única reacción debería ser favorable y no contraria. Pero las reacciones contrarias no siempre denotan negatividad, sino que es parte de la misma acción, es imprescindible para que la acción pueda ser ejecutada. En este caso, l acción contraria no es una sola, sino varias. Y como hablamos que todo es metafísico, debemos contemplar las reacciones contrarias de la parte física y de lo que va más allá de la física.
Las reacciones contrarias a la parte física no deben ser aplicadas solamente al que corre, pues comprende muchos factores físicos esa escena. Tales como el que corre, el pasto, el viento, la humedad en la tierra y mucho más que cosas que son de índole material, terrenal, mundano, aunque los relacionemos sentimentales con los placeres del alma. En definitiva, para lograr cualquier placer del alma se requiere del cuerpo y para lograr cualquier placer del cuerpo se requiere del alma.
Correr libremente provoca instantaneamente sudor, cansancio, agitación. Provoca quebrar algunas hierbas, tal vez pisar insectos, desviar levemente el viento que cruza frente al corredor. Esas y muchas reacciones más son denominadas reacciones contrarias directas a la acción, cumpliendo así la irrefutable ley de la física. Pero también existen reacciones contrarias en lo que va más allá de la física. El cuerpo corre y el alma siente placer. El placer tendrá consecuencias. No todos los placeres tienen consecuencias positivas. El placer de hacer algo malo, da como resultado la intranquilidad mental hermanado del cargo de conciencia.
La reacción del placer de correr le pertenece exclusivamente al alma. Y como el alma es un diseño que cada persona crea según sus experiencias, tanto físicas como mentales, va a depender de cada ser la reacción a sus acciones que van más allá de lo físico. No así con las demás cosas materiales que carecen de alma, aunque siguen siendo metafísicas por estar formadas de energía. Sí es posible estudiar el comportamiento de las energías que no se crean ni se destruyen, sólo se transforman, pero es imposible saber el comportamiento del alma de manera individual. Lo que se puede es tener una noción general, mas no individual. Pues tal como lo dice la misma palabra, individual quiere decir que cada ser es único e irrepetible, incluso para sí mismo, pues no somos iguales que ayer ya que hoy tenemos experiencias nuevas, más edad.

La primera libertad básica es justamente más inclinada a la meta que a la física, pues se trata de pensar. Aunque la acción del pensamiento se ejecuta con el cerebro que esta carnalmente dentro del cuerpo físico, esa acción se inclina más al alma que al cuerpo ya que es una acción con voluntad propia y completamente no evidente, que no requiere el mínimo movimiento corporal aunque sí de su existencia. El hecho de pensar nos da la seguridad de estar, de ser, de existir, de vivir, de ser seres ontológicos.
De ahí la famosa conclusión cartesiana Cógito, ergo sum”, pienso, luego (por lo tanto), existo.
Y tal como hemos aclarado, las reacciones a las acciones de lo que va más allá de la física en humanos es indescriptible pues depende de las experiencia de cada individuo. Y esas experiencia, a su vez están conformadas tanto por acciones físicas como metafísicas.
¿Se puede decir entonces, que tenemos la libertad de prohibir algo a alguien?
Sí, tenemos la libertad para cualquier cosa, ya sea buena, mala, correcta, incorrecta, lógica o ilógica, ya que la libertad primitiva es el pensamiento. También tenemos la libertad de las acciones, sabiendo que tienen reacciones contrarias evidentes y que “Vivimos en una consecuencia creando otras”, pero eso no nos quita ninguna libertad.
Tener libertad es también tener conciencia para poner en marcha la libertad y tener la misma libertad de frenar nuestros impulsos cuando se daña a alguien o a algo. No por eso carecemos de libertad, pero sí de modales, valores y toda esa parte metafísica cuando nuestras acciones son en perjuicio o lo provocan.

En algunos casos, los beneficios propios provocan consecuentemente perjuicios a ajenos, a los cuales no tenemos ni siquiera la intención de perjudicar. Y eso es justamente parte de la ley física que toda acción provoca una reacción contraria.
Prohibir a mis alumnos que salgan corriendo de la escuela, o que salgan a la hora señalada para que se queden un rato más por algún buen motivo, tiene la reacción directa e instantánea que los padres verán más tarde a sus hijos, pero no toda reacción contraria es negativa, tal como hemos dicho, sino que son parte misma de la acción para que pueda ser ejecutada de la mejor manera.


“La única manera de lanzar una flecha hacia adelante es jalándola hacia atrás. Y mientras más atrás le jales, más lejos y con más fuerza llegará ”

Acerca de Rob Dagán

Mi nombre es Gabriel Zaed y escribo bajo el seudónimo de Rob Dagán. Mi pasión por la escritura es una consecuencia del ensordecedor barullo existente en mis pensamientos. Ellos se amainan un poco cuando son expresados en tinta, en un escrito. Más importante es expresarse que ser escuchado o leído, ya que la libertad no radica en hablar, sino en ser libre para pensar, analizar.

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