Los seres humanos somos lo que hacemos y hacemos lo que pensamos y analizamos. Por lo tanto, somos lo que pensamos y analizamos.
Nadie es lo que piensa o hace otra persona. Nadie es meritorio de los logros ajenos ni culpable de los actos de terceros, y mucho menos de los pensamientos y análisis de los demás, sino propios.
Muchas veces hemos podido ver, escuchar, observar y hasta percibir con sentidos del alma a otras personas, otros seres u otras entidades, pero está en cada uno de nosotros masticar esos ideales y dejarnos influenciar por ellas aceptándolas como la razón o rechazándolas.
Cuando tomamos una decisión, no es por ser que otra persona lo haya dicho, sino por ser que nosotros mismos la hemos analizado y hemos comprendido que es conveniente, ya sea para nosotros mismos o para terceros.
Ningún consejo es bueno o es malo, es simplemente una aglomeración de palabras formadas en armonía a fin de ser comprendidas. Pero está en cada oyente ejecutar la obra, no de las palabras oídas, sino del análisis de la razón y el pensamiento que llevan a la lógica, la conveniencia y la toma de decisiones que pueden ser para beneficio o lo contrario.
En cada ser se encuentran estos portones de luz o de obscuridad en manos del uso de nuestras más grandes herramientas que son el pensamiento, la razón y la lógica.
Dicho esto me es factible felicitarte por las decisiones que tú mismo has tomado en base a tu análisis.
A mí no me debes nada, sino a ti mismo. Así que agradécete a ti mismo y sal a festejar contigo tus logros porque eso es la felicidad.
“La felicidad es el resultado de tus logros”.
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