En la última década son los incidentes y atentados mortales de índole antisemita perpetuados en diferentes países del mundo, particularmente en Europa, han generado un clima generalizado de temor e inseguridad entre las comunidades judías, poniendo así de manifiesto la urgente necesidad de realizar mayores esfuerzos para abordar el problema del antisemitismo. Los actos de naturaleza violenta contra las comunidades judías también representan una afrenta general a los valores que definen a las sociedades inclusives, democráticas y libres.
Los delitos de profanación de cementerios o ataques a sinagogas, centros culturales judíos, monumentos conmemorativos del Holocausto o instituciones judías, afectan no solo a las comunidades judías donde se llevan a cabo, sino a todas las sociedades en donde se realizan. En varios países de Europa, los delitos de odio han dañado o destruido los pocos restos de la cultura judía que sobrevivieron al Holocausto.
Es de destacar que los eventos relacionados con Israel también han sido objeto de violencia y vandalismo. En este ámbito, se considera que los delitos de odio y amenazas por prejuicios antisemitas afectan en la vida diaria de personas y comunidades diferentes de las siguientes maneras principales:
- Temor a asistir a servicios religiosos, acudir a sinagogas o utilizar atuendos o símbolos distintivos de carácter religioso que afecta negativamente el derecho de las personas y comunidades a manifestar su religión o creencias.
- Por miedo, los judíos se abstienen repetidamente a identificarse públicamente como tales, de expresar su identidad cultural, de participar en eventos culturales o religiosos judíos excluyendo prácticamente a dicho colectivo de la vida pública.
- En la escuela, en los centros de trabajo o en diversos entornos o redes sociales, los judíos a menudo se autocensuran y se muestran reticentes a expresar simpatía o su apoyo a Israel para evitar ser estigmatizados.
- La violencia de índole antisemita ha obligado a colegios judíos y actividades juveniles en muchos países de Europa a desarrollarse bajo fuertes medidas de seguridad. Los niños más pequeños crecen en un clima de temor a consecuencia de su vulnerabilidad.
- La necesidad de aplicar o endurecer los perímetros de seguridad supone una carga económica a menudo asumida por las instituciones judías – no por los gobiernos – evitando que cuantiosos fondos sean destinados a actividades religiosas, culturales, educativas o recreativas.
Diferentes Estados en Europa y otras regiones del mundo se han comprometido a reconocer, dejar constancia de denunciar los delitos de odio con motivaciones antisemitas, y han apoyado la implementación de respuestas efectivas antes los delitos de odio, que hasta ahora han sido insuficientes. Ciertamente, los Estados tienen la obligación, en virtud del derecho internacional en materia de derechos humanos, de prohibir por ley toda apología del odio religioso que constituya una incitación a la discriminación, la hostilidad o la violencia.
En este contexto, los gobiernos pueden y deberían adoptar medidas para abordar la problemática del antisemitismo, entre otras:
- Reconocer que el problema del antisemitismo supone una amenaza para la seguridad y la estabilidad y necesita ser combatido de manera constante por los gobiernos.
- Evaluar el riesgo y prevenir los ataques mediante la mejoría de la cooperación entre los organismos policiales y la comunidad judía utilizando líneas formales de comunicación, transparencia y planificación y acción conjuntas.
- Sensibilizar y ayudar a que los líderes políticos, los funcionarios del ámbito de la justicia penal, la sociedad civil y el público en general entiendan el antisemitismo, su repercusión negativa y como hacerle frente en virtud de medidas de mejora de capacidades y sensibilización.
- Infundir confianza al desarrollar e institucionalizar asociaciones exitosas con personas e instituciones de la comunidad judía.
- Mejorar la protección de las comunidades y zonas judías, asimismo mediante el incremento de las patrullas policiales y la asistencia económica.
- Tener en cuenta el conocimiento de la comunidad judía a la hora de establecer sistemas de gestión a crisis, para así garantizar una mejor planificación y respuesta conjunta en situaciones de emergencia.
- Proporcionar pruebas de las necesidades de seguridad de las comunidades judías trabajando con ellas para recopilar información desglosada, con perspectiva de género y compartir los hallazgos en materia de delitos y amenazas de carácter antisemita.
- Proporcionar apoyo a las víctimas y prestar asistencia a las comunidades para que logren regresar a sus vidas cotidianas tras un ataque o agresión.
- Transmitir un claro mensaje a la ciudadanía manifestando que los delitos de odio, la intolerancia y la discriminación contra cualquier colectivo representan una amenaza para el conjunto de la sociedad.
Es de destacar que el nivel de amenaza al que se enfrentan diferentes comunidades judías es elevado y de carácter inmediato. La mayoría de estas carecen de los recursos y capacidades necesarias para abordar plenamente los desafíos de seguridad actuales. En este contexto se considera que garantizar su seguridad es una obligación que corresponde a los gobiernos exactamente del mismo modo que garantizan la seguridad de las personas y los colectivos restantes.
El antisemitismo ha existido durante muchos siglos y ha sido una de las principales amenazas contra la libertad; se manifiesta tanto de manera abierta como velada, en ocasiones es difícil identificarlo. Los estereotipos y las teorías conspirativas tradicionales de índole antisemita obtienen un mayor protagonismo en acciones difamatorias como que los judíos son ricos y avariciosos, que se confabulan para controlar el mundo a su antojo o que los judíos son los responsables del asesinato de Jesucristo.
Por otra parte las políticas y acciones del gobierno de Israel son utilizadas para cometer actos delictivos contra las comunidades judías. El antisionismo a menudo enmascara el antisemitismo y las comunidades judías son asiduamente objeto de animadversión hacia Israel. Estos incidentes son más habituales durante las escaladas de tensión militar en el Medio Oriente; de aquí que amenazar o agredir a una persona por su identidad israelí también puede constituir un acto antisemita.
Es particularmente preocupante los delitos antisemitas que dañan, profanan o destruyen recuerdos de la vida judía en los países en los que la población judía fue exterminada, al atacar la historia judía puede concebirse “como un intento de excusión retroactiva de los judíos de la sociedad”, “negar el Holocausto y justificar que los judíos buscan beneficiarse del mismo, es un comportamiento común del antisemitismo contemporáneo.
Por lo demás, los ataques antisemitas cada vez son más violentos, en los que se usan armas de fuego, artefactos explosivos, cuchillos y bates de beisbol, palizas, intentos de atropello, ataques que pueden tener secuelas físicas y psicológicas.
Los delitos de odio antisemita son un recordatorio de la prevalencia y omni presencia del antisemitismo en la sociedad y dado que están motivados por prejuicios, toda agresión supone una vulneración de los principios de derechos humanos de no discriminación y dignidad de todas las personas, contenidos en el Derecho Internacional de los derechos humanos y normas de las Naciones Unidas.
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