La manzana del amor

Por:
- - Visto 235 veces

“No existe amor sin amistad ni amistad sin amor. Tanto en la amistad como en el amor, lo primero es la verdad”

Sabemos que se celebran días especiales, con motivos históricos a veces poco conocidos, pero se mantiene la tradición. Tal vez, los días más relevantes son el día de la madre, el día del trabajo y últimamente el día de la mujer. Este último, en la actualidad con más tintes políticos e ideológicos, a grado tal que pasó a convertirse en el día de las marchas feministas, tema que prefiero no tratar en este artículo ya que deseo exponer mi pensamiento respecto al día del amor y la amistad, o mejor dicho, a los valores de tan altas virtudes. Todos esos días especiales se conmemoran por separado. No hay un día para los padres, sino un día específico para festejar a mamá y otro mucho menos rumboso para festejar a mamá. Existen más días especiales que días en el calendario. Eso provoca que se junten dos festejos en un mismo día, porque así han coincidido las fechas, pero no por estar diseñados para ser festejados el mismo día, y en cada país es diferente. Puede haber un país que el día del abuelo y el día del albañil, así como el día de la secretaria coincidan en el mismo día de manera casual. En el caso del día del amor y la amistad, más conocido como San Valentín (historia aparte), ambos son el mismo día de manera diseñada.

No sería muy factible festejar todos los días “de” aunque todos conozcamos un abuelo, un albañil y una secretaria. Si festejaríamos todos esos días, no hubiera ni un solo día que no estemos festejando algo específico. Si bien, como dicen, “todos los días es el día de la madre”, no sucede así con los demás días. Sin embargo, los mismos que así lo afirman, no festejan todos los días a mamá. Una cosa es festejar y otra muy diferente es amar, querer, respetar, admirar, consentir y todo lo que mamá merece. En un sentido un poco más tradicional, en México se le llama fiesta a un evento cuando mínimamente están presentes tres aspectos: alcohol, música con baile y comida (lamentablemente en ese orden). Aunque una fiesta puede ser incluso a solas, estar contento, festejar, alegrarse y por qué no, brindar con uno mismo sin siquiera música ni alcohol ni comida, pero ese es un tema aparte.
El único día el cual sí se debe festejar todos los días es el día del amor y la amistad. Claro que cuando yo me refiero a festejar, no apunto a la fiesta que en México así le llamamos, sino a la verdadera fiesta sin necesidad de música, ni comida ni alcohol.
Tener la dicha de tener mamá y papá no es más que una cuestión biológica. No tenerlos en vida no hace que no se los ame aunque tal vez sí que no se les festeje. En cambio, esas cosas que no dependen de la biología, sino de nosotros mismos, de nuestro esfuerzo, nuestros logros, nuestras convicciones y nuestros ideales, eso sí merece ser festejado a diario, ya que son cosas que logramos mantener, y mantener es el verdadero logro, aun más que conseguir.
Cuando festejamos el amor y la amistad, lo que realmente debemos festejar es cada uno a sí mismo por haber llegado hasta ese momento manteniendo, reforzando y haciendo crecer tales virtudes, ya que eso es lo verdaderamente complicado y laborioso, pues no depende de la persona amada, sino de uno mismo y nadie más.
Aristóteles dijo que “un amigo es otro yo”, por ende, el festejo es a uno mismo.


¿Qué es el amor?
¿Qué es la amistades?
¿En qué se parecen y en qué se diferencian ambas virtudes?

Se dice que el amor es algo más que el querer, que “amar es sufrir, querer es gozar”. Pues no, ese es un grandísimo error. No es una más que la otra, sino más bien son dos cosas muy diferentes.
Cuando tienes hambre y tienes una manzana, ¿quieres la manzana o te quieres a ti? Si quisieras a la manzana no te la comerías. La comes porque te quieres a ti, eso es muy bueno. El egoísmo es una cualidad que salva nuestras vidas. Si no fueramos egoístas nos moriríamos de hambre. Comer es para vivir mejor, con más calidad de vida que la que tuviéramos a muy corto plazo si no comeríamos. No existe una cualidad mala ni tampoco una buena. Las cualidades no son más que eso: cualidades. Lo malo y lo bueno va a depender de lo hagamos con ella.
Comer una manzana porque nos queremos a nosotros mismos, es muy bueno. Es tan bueno que es vital.
Cuando queremos a alguien es porque ese alguien nos hace bien a nosotros, nos beneficia. Para saber quién nos beneficia, antes debemos saber en qué necesitamos ser beneficiados. Para saber en qué necesitamos ser beneficiados, antes debemos conocer y reconocer nuestras carencias. Nadie va al super a comprar lo que no le hace falta. Nadie busca un amigo que no tenga lo que al que busca le haga falta. Entonces, la amistad es el complemento perfecto basados en el conocimiento propio y el reconocimiento de nuestras carencias. Cuando queremos a alguien es porque nos queremos previamente a nosotros mismos. No se puede querer a otra persona sin antes quererse a uno mismo. No se puede dar lo que no se tiene. No se puede querer sin saber lo que es el querer.

Dar de nosotros mismos.

Cuando yo te di mi tiempo, mi tesoro más preciado e irrecuperable, es porque te concedí parte de mi vida, un pedazo de mi, de mis experiencias, de mi historia, de mi ser. Si me quiero a mi, si mi autoestima está nivelada conmigo, ergo, voy a querer a todo lo que emane de mi, incluso aquello que te di a ti, por ejemplo mi tiempo, porque al ser que me quiero a mi, y al ser que parte de mi ahora está en ti, por ende voy a quererte a ti, porque eres parte de mi, tienes algo de mí en ti.
Es decir, para querer es necesario dar y no al revés. No se da a alguien a quien quieres, sino que por dar logras querer.
Mamá nos tuvo en su vientre, éramos parte de ella misma aunque con diferente código genético y/o diferente sexo. Mamá, si se quiere a ella, al ser que fuimos parte de ella, ergo nos quiere a nosotros. Es decir, nos quiere porque se quiere. Come la manzana porque se quiere a ella, nos quiere a nosotros porque nos dio parte de ella misma, porque se quiere y se valora a ella previamente.
Hemos dicho que en la amistad se busca lo que se carece, y hemos dicho que no puede haber amor sin amistad. ¿Podríamos, entonces decir, que mamá es nuestra amiga? Claramente no, ya que el amor y la amistad deben ir de la mano, pero no confundamos el amar y el querer. Mamá nos quiere porque fuimos y somos parte de ella, de su cuerpo, de su tiempo, de sus dolores y desvelos, de su vida y su ser. Nos quiere si es que se quiere a ella misma, de lo contrario, por más que sea mamá biológica, si no se quiere a ella misma, ergo no nos va a querer a nosotros que somos ella misma.
¿Entonces mamá no nos ama, pero sí nos quiere?
Espérate y no te desesperes. Ya dijimos que amar y querer no es una más que la otra, sino cosas muy diferentes. Dijimos que querer es un egoísmo sano y tiene que ver con el autoestima.
Ahora veamos qué es el amor.

El amor, es una gota de agua en cristal… Ya se me dió por cantar, perdón.
El amor es casi lo contrario al querer. Cómo hemos dicho, yo quiero a quien le di porque ese alguien tiene parte de mi. Mamá quiere a sus hijos porque son parte de ella, porque se quiere a ella misma y los hijos son parte de ella misma.
¿Qué pasa entonces con papá? ¿Acaso papá no puede querer a sus hijos por ser que nuca fueron parte de él mismo tal como lo son los hijos para mamá?
Pues no, papá no quiere a sus hijos. Antes de apedrearme terminen de leer.
¡Papá ama a sus hijos!
Yo sé que este tema es controversial por ser que muchos creen que amar es más que querer y no puede aceptar que mamá no ama a sus hijos y papá sí, y que mamá quiere a sus hijos y papá no, pero terminen de leer y me entenderán. Claro que es posible y válido, tanto un punto de vista diferente al mío, tanto que yo esté en un error, pero por ahora y desde hace muchos años luego de varios análisis he llegado a la siguiente conclusión:
Amar es tener ese afecto de cariño inmenso, igual que querer, pero con la diferencia que querer es quererte a ti y nada más. Por eso quieres a alguien más, porque tiene parte de ti. En cambio, amar es todo lo mismo sin que haya sido parte de ti.
¿Me estas diciendo que los hijos no tienen parte de papá?
No, no dije eso. Dije que mamá dio mucho más que papá aunque imaginariamente ambos hayan dado todo lo mismo. Hay algo que mamá dio que papá nunca pudo dar: los nueve meses de gestación. Ese tiempo juega a favor de mamá, ya que ella termina queriendo a sus hijos como a ella misma por haber sido parte de ella, por otorgarles parte de su vida, su tiempo, su sueño, sus desveladas, su pecho, su sangre, su dolor, su alma, su vida y ponerse en riesgo a cambio de entregarles la vida a ellos. Aunque éste último punto es más por ella que por ellos. Si ella decide los podría abortar (o sea, asesinar), asimismo, si lo decide, puede no acudir al parto y dejarse morir. Pero ella quiere vivir como aquel piloto que su avión tiene un problema en medio del vuelo. Sí, claro que quiere salvar la vida de los 17 tripulantes y los 296 pasajeros, pero no menos que su propia vida. Una madre que da a luz, además de salvar su vida, la arriesga por sus hijos. Y si a eso le sumamos todo el tiempo de gestación con sus consecuencias, el parto, la lactancia, las desveladas y todo lo demás, es evidentemente claro que los hijos son parte de la vida de la madre mucho más que la vida del padre. Claro que el papá dio parte de su vida, su tiempo, sus desveladas, etcétera, pero jamás comparable con la entrega de mamá. Y eso es por orden biológico, más que electivo.
El amor que siente papá por sus hijos es muy diferente al de mamá, ya que, como hemos dicho, se aprecia más a quien más se da y no al revés.
¿Ahora resulta que querer es más que amar?
Tampoco, son diferentes niveles. Quiere quien da más y ama quien aún sin dar siente ese cariño.
¿Y la amistad, qué tiene que ver en todo esto?
Pues la amistad va “junto con pegado” al amor, pero es más al querer que al amor. No puede haber sensación de amistad por alguien a quien no hayas dado nada por esa persona. Sí puede haber sensación de amistad cuando esa persona te dio a ti aunque tú no le hayas dado nada, ya que le diste el placer de alegrarse por ti. Eso también es dar.
La amistad es una necesidad vital, tanto que es más vital que el matrimonio. El amor y la amistad van de la mano, pero el matrimonio es muy diferente.
¿Entonces qué diferencia hay entre el amor/amistad y el matrimonio? ¿Solamente unos papeles firmados y ya?
No, es mucho más, pero luego hablaremos de eso. Continuemos con un punto as referente al amor, el amor de mamá o papá por sus hijos como el amor hacia una amistad, que tienen un punto en común y es el siguiente:
No se puede afirmar que no se cree en el amor por ser que “me fue mal en el amor”. Tampoco se puede no creer en algo que ni siquiera se sabe qué es.
Una persona dice que por primera vez en su vida va a probar la pizza muzarela con anchoas. Entonces va a un puesto de tacos y se pide uno “con todo para llevar”. Así no puede decir ni que le gusta ni que no le gusta la pizza ya que no la ha probado. Muchos no creen en el amor pensando que les fue mal en el amor. Puede ser que así haya sido, pero mayormente ni siquiera lo han probado. Han probado el romanticismo, el vivir juntos, el erotismo, las mariposas, hasta el enamoramiento (cuidado con este último, es para tontos y es altamente peligroso porque contiene explosivos que detonan al punto de enceguecernos. Lo bueno es que no es por mucho tiempo, nunca), pero nunca probaron el amor porque no saben qué es, de qué color, qué textura tiene, su aroma, su duración ni nada. Basan sus ideales en músicas de José José, Javier Solís, José Luis Perales y otros grandes del roanticismos cantado, pero eso no es amor ni medianamente parecido. Es más una locura enferma de pasión ciego que amor. Vamos, ni siquiera es cariño; es fanatismo por el egoísmo insano.
El amor es saber lo siguiente:
Si yo te invito a comer porque digo que te amo, soy yo quien disfruta al verte disfrutar a ti. Es decir que lo hago por mi más que por ti. Si yo sé que en tu casa tienes una silla rota o despistada o que ya no sirve y te regalo una, eso es más por ti que por mi. Yo no voy a usar la silla. Yo no voy a verte sentada ahí. Simplemente voy a darte eso que tu necesitas, enteramente por ti. Claro que tengo placer, pero es un placer muy diferente, más sano, menos egocentrista, menos ególatra, menos egoísta, un placer mejor y más verdadero. Eso sí es amor. Eso no es “me como la manzana”, sino cuido la manzana y la protejo.

Ahora sí vuelvo a la primera frase:
“No existe amor sin amistad ni amistad sin amor. Tanto en la amistad como en el amor, lo primero es la verdad”.

Analicemos un poco más.

La pequeña gran diferencia que existe entre el amor/amistad y el matrimonio es que en este último, el nivel de solidaridad es menor (o así debería ser). Ejemplo: si tengo la necesidad de llamar a alguien o visitarle a las 4 am, sé con total seguridad que mi amistad estará disponible sin problemas para ello. Así sea para una llama telefónica como una visita presencial. El matrimonio es diferente. La pareja espera, con la pareja debemos ser más pacientes y aprender a calmar esos impulsos. No porque no la queremos ni por falta de confianza, y mucho menos porque no nos quiera, sino por solidaridad. En una amistad, aunque existe ser solidario, el nivel de compromiso para ese efecto es mucho menor. La amistad es imprescindible y vital justamente porque son esos momentos los que necesitamos alguien a quien acudir. Y no sólo para desahogar penas, también para compartir alegrías.

¿Y a qué te refieres con eso de “lo primero es la verdad”?

Me refiero a que no por ser tu amigo o tu esposo (o tu amante o como le llamen hoy en día), voy a estar de acuerdo contigo en todo con tal de no discutir. Si es así, eso no es amistad y mucho menos amor. En primer lugar hay que saber que discutir es intercambiar opiniones a fin de conocer las de otra persona, para enriquecer la propias. Un escalón más que eso no es discutir, es pelear por capricho de imponer sin ganancia alguna.
La verdad es lo que yo pienso que es verdad y no por eso quiere decir que lo que tú digas es mentira ni que quieres dañarme, sino que ese es tu punto de vista basado en tus experiencias. Pero nunca somos los mismos, nunca podremos bañarnos en el mismo río. Así como las aguas corren, así pasa el tiempo. Y ahora no somos los mismos que hace un año, ni un mes, ni una semana, ni un día ni una hora. Eso es medrar, evolucionar.
Lo que yo creo que es verdad, seguirá siendo hasta que probablemente o no, alguien o yo mismo, haga que ya cambie de opinión, que reflexione. Eso debe imperar en una amistad y no siempre estar de acuerdo falsamente con todo, ya que eso no es amistad, es falsedad. Y a largo o corto plazo, esas falacias saldrán a la luz inevitablemente.

Acerca de Rob Dagán

Mi nombre es Gabriel Zaed y escribo bajo el seudónimo de Rob Dagán. Mi pasión por la escritura es una consecuencia del ensordecedor barullo existente en mis pensamientos. Ellos se amainan un poco cuando son expresados en tinta, en un escrito. Más importante es expresarse que ser escuchado o leído, ya que la libertad no radica en hablar, sino en ser libre para pensar, analizar.

Deja tu Comentario

A fin de garantizar un intercambio de opiniones respetuoso e interesante, DiarioJudio.com se reserva el derecho a eliminar todos aquellos comentarios que puedan ser considerados difamatorios, vejatorios, insultantes, injuriantes o contrarios a las leyes a estas condiciones. Los comentarios no reflejan la opinión de DiarioJudio.com, sino la de los internautas, y son ellos los únicos responsables de las opiniones vertidas. No se admitirán comentarios con contenido racista, sexista, homófobo, discriminatorio por identidad de género o que insulten a las personas por su nacionalidad, sexo, religión, edad o cualquier tipo de discapacidad física o mental.


El tamaño máximo de subida de archivos: 300 MB. Puedes subir: imagen, audio, vídeo, documento, hoja de cálculo, interactivo, texto, archivo, código, otra. Los enlaces a YouTube, Facebook, Twitter y otros servicios insertados en el texto del comentario se incrustarán automáticamente. Suelta el archivo aquí

Artículos Relacionados: