La Masacre de Babi Yar

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Tras el inicio de la Operacion Barbarossa, Kiev fue ocupado entre los días 19 y 20 de septiembre de 1941 por el ejército alemán.

En la ciudad residían 875.000 personas, de las cuales 175.000 (aproximadamente el 20%) eran judías.


En los primeros días de la ocupación alemana, los judíos fueron perseguidos y humillados de una manera espontánea, no organizada.

El 24 de septiembre de 1941, se detonaron diversas bombas en las calles Kreshchatik y de Prorizna de Kiev (que habían sido colocadas por comandos del NKVD), destruyendo diversas jefaturas del ejército alemán así como diversos hoteles donde se alojaban oficiales alemanes. Como consecuencia de las explosiones numerosos soldados y oficiales alemanes resultaron muertos.

Una vez asegurada la ciudad, el 26 de septiembre, se realizó una reunión a la que asistieron:

Generalmajor Eberhardt, gobernador militar alemán de Kiev
SS-Obergruppenführer Friedrich Jeckeln, Gobernador Militar.
SS-Brigadeführer el Dr. Otto Rasch, oficial en jefe del Einsatzgruppe C.
SS-Standartenführer Paul Blobel, oficial en jefe de Sonderkommando 4A.

en la cual decidieron que la represalia más apropiada sería la aniquilación de todos los judíos de Kiev (cosa que ya tenían decidida antes de las explosiones).

La campaña contra los judíos de la URSS fue dirigida de una manera totalmente diferente con respecto a los judíos de Polonia y de otros países europeos. El establecimiento de ghettos no fue planeado desde el principio; el objetivo principal era la liquidación total.

Para realizar dicha represalia fueron destinados el Sonderkommando 4A, la 3ª compañía Waffen-SS Batallion Verfügung, y al 9º Polizeibatallion, batallones 45 y 305 del Polizeiregiment Süd y algunas tropas auxiliares ucranianas.

El 28 de septiembre, los alemanes colocaron avisos alrededor de la ciudad decían:

“Todos los judíos que viven en la ciudad de Kiev y en su vecindad deben presentarse a las 8 de la mañana del día 29 de septiembre de 1941, en la esquina de las calles de Melnikovsky y de Dokhturov (cerca del cementerio). Deben llevar encima sus documentos, dinero, objetos de valor, así como ropas, ropa interior, etc. Cualquier judío que no obedezca esta instrucción será ejecutado”.

Los judíos de Kiev fueron reunidos en el cementerio, los cuales no entendían lo que sucedía (creían que iban a ser trasladados a campos de trabajo, debido a un rumor filtrado por los alemanes). Para cuando fueran trasladados y oyeran el rugir de las ametralladoras ya sería demasiado tarde.

Una vez en Babi Yar, les ordenaron desnudarse, apilar sus pertenencias y dirigirse al borde del barranco, en donde les disparaban sin piedad alguna, generalmente ponian a sus victimas de rodillas sobre otros cadaveres.

Un superviviente describió:

“Los conducían en grupos de 10 personas. No había ocasión para poder escaparse. Los tiros eran brutales, la sangre inmediatamente fluyó, descendiendo por sus cabezas, partes posteriores y hombros, de izquierda a derecha.

Los soldados gritaban: “Schnell, schnell!” riendo felizmente, como si miraran la actuación de un circo; incluso encontraron maneras de disparar en los lugares más vulnerables, las costillas, el estómago y la ingle”.

Un informe acerca de una parte significativa de los asesinatos llegó el 2 de octubre a la oficina de Reinhard Heidrich en Berlín. El “Informe de la situación operacional en la URSS Nº 101” incluía un breve resumen del trabajo del Einsatzgruppe C en Babi Yar.

El informe decía:

“El Sonderkommando 4 A, en colaboración con Einsatzgruppe HG y dos Kommandos del Regimiento Sur de la policía, ejecutaron a 33.771 judíos en Kiev el 29 y el 30 de septiembre de 1941”.

Con posterioridad a esa masacre, Babi Yar continuó siendo una zona de ejecución. Judíos de toda Ucrania fueron trasladados a la zona para ser ejecutados, así como gitanos y prisioneros de guerra soviéticos, se estima que fueron sobre 60.000.

En julio de 1943 los SS recibieron la orden de eliminar toda la evidencia de la masacre, por lo que los cadáveres fueron exhumados y quemados, tarea reservada a los internos del campo de concentración Syretsk (prisioneros rusos y 327 hombres (de los que había 100 judíos)), entre los cuales había diversos judíos. Las tareas comenzaron el 18 de agosto.

Después de que los cuerpos fueran exhumados, algunos presos con alicates eran obligados a hurgar en las bocas de la víctima para extraerles el oro de las muelas.

Para la cremación de los cuerpos fueron transportadas placas de granito del cementerio judío, ubicado cerca del barranco. Encima de las losas se colocaban cuidadosamente, capas de madera y cadáveres (aproximadamente 2.000 a la vez), que rociados con gasolina fueron prendidos. Una vez finalizada la pira, los trozos de huesos que no se habían quemado (por su extremado grosor), eran machacados para esconder toda evidencia.

La operación “limpiado” duró seis semanas, finalizando el 19 de septiembre, y no se dejó ningún rastro a excepción de los 15 judíos que se escaparon, ya que los prisioneros que realizaron el “limpiado” fueron ejecutados.

En 1959, un testigo alemán, Fritz Höfer, que había sido conductor de camiones en el Sonderkommando 4 A dio detalles de cómo los alemanes, ayudados y apoyados por sus colaboradores ucranianos, apresaron a los judíos, y los obligaron a quitarse la ropa, dejar sus objetos de valor y entrar en “un barranco que tenía aproximadamente 150 metros de largo, 30 metros de ancho y una profundidad de unos 15 metros.

Explicó que:

“No se hicieron distinciones entre hombres, mujeres y niños. Una vez dentro del barranco, eran obligados “a tumbarse sobre los cadáveres de judíos que habían muerto a tiros. Todo esto ocurría muy rápido. Los cuerpos estaban dispuestos en capas, literalmente. Un policía pasaba y disparaba a cada uno de ellos en la nuca en el sitio donde estaba tumbado”.

Hasta que fue demasiado tarde, dijo Höfer:

“Los judíos seguían yendo a Babi Yar, todavía con la idea que era un asentamiento para ellos”.

Entre las víctimas, además de judíos, hubo prisioneros de guerra soviéticos, partisanos, nacionalistas ucranianos, gitanos y comunistas.

¡Que no se repita nunca mas! y que se recuerde por siempre cuan grande fue la barbarie nazi.

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