La necesidad de amar y la necesidad de ser amados

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A propósito de la visita del Papa Francisco a la bella, extraordinaria sinagoga de Roma que no sabemos cómo se mantuvo en pie durante los años de dominio nazi y fascista en Italia, si pensamos en lo emocionante de las fotos y la calidez de las expresiones de los allí presentes, comprendermos por qué-y en este momento-se han juntado la necesidad de amar y la necesidad de ser amados. La necesidad de perdón y la necesidad de reconocimiento mutuo.

El cristianismo necesita una urgente inyección de amor que demuestre, con este sumo pontífice, que ya no es el mero inquisidor de los demás, el despreciador de los que no son como él. El omnipotente portador de un mensaje inigualable. Para Francisco ya no puede ser así: el orbe cristiano, hoy, ahora, no quiere imponerse por la fuerza sino que busca limpiar su función y destino con urgencia, y por eso son muchos los que en su seno creen que ¡todo es comparable en materia de religión, sobre todo si nos centramos en la comprensión y la tolerancia que las gentes de fe presumen de tener! Por suerte para la Iglesia y el mundo eclesiástico en general, ya ha recibido en vena las primeras dosis amor y se nota en su trato con el mundo, en la fina diplomacia vaticana y, sobre todo, en su aproximación a los judíos, quienes no hace muchas décadas, recordémoslo, estaban suspendidos ad divinis, por los siglos de los siglos.

En lo que respecta a estos últimos ¡hoy más que nunca necesitamos sentirnos amados por lo que somos, dentro de nuestra patria ancestral y allí donde estemos! Vemos el resurgir del desprecio y el desamor, es decir el odio que acarrea esa vieja miseria humana llamada antisemitismo, vemos levantar su oscura calavera aquí y allá y ensuciar nuestro nombre y prestigio, ganado a pulso a través de una labor de siglos en los que hemos amado mucho, muchísimo más de lo que recibimos a cambio. Y no podemos dejar de ver ni considerar el rechazo y la reserva que aún inspiramos, incluso dando a la civilización todo lo que el genio de nuestro pueblo es capaz de crear en incontables campos, desde la agricultura sofisticada al tratamiento de las aguas residuales, desde la medicina a la tecnología punta.


Por eso que una personalidad tan grande como el Papa Francisco visite la mencionada sinagoga lo honra y nos honra, aunque algunas voces- más de las que se hacen escuchar-, piensen que ese gesto llega tarde y es escaso. Lo cual es cierto, porque no se puede esperar que cuatro discursos borren en unas décadas el veneno teológico insuflado durante siglos, la desagradecida actitud del hermano menor para con el hermano mayor. El cristianismo ha hecho sufrir lo indecible a los judíos, y la magnitud de su crimen puede, quizás-para algunos-perdonarse, no olvidarse, ni siquiera soslayarse cuando se estudia un poco de Historia con mayúscula. Cuando amas a otro, dicen los chinos, probablemente tú eres uno de ellos.

En cuanto a la necesidad de ser amados o, al menos, ser aceptados, es algo que el mundo musulmán nos debe también, aunque ahora no esté pasando su mejor momento ni pueda defenderse con éxito de su propio espíritu suicida. Por último, digamos que el mandamiento de amor al próximo no es un invento cristiano sino judío, como así también lo son el Padrenuestro
y el amén, el Aleluya y tantas otras bellezas de la religión. Más que de vanidoso orgullo esta verdad nos llena de la certidumbre de saber que nuestro mensaje, celosamente custodiado y vivo-más allá de los desastres de la política y los desprecios de ciertos e irreductibles enemigos- es hoy más válido que nunca.

Israel da al mundo mucha más consideración que la que recibe de él.

Acerca de Mario Satz

Poeta, narrador, ensayista y traductor, nació en Coronel Pringles, Buenos Aires, en el seno de una familia de origen hebreo. En 1970 se trasladó a Jerusalén para estudiar Cábala y en 1978 se estableció en Barcelona, donde se licenció en Filología Hispánica. Hoy combina la realización de seminarios sobre Cábala con su profesión de escritor.Incansable viajero, ha recorrido Estados Unidos, buena parte de Sudamérica, Europa e Israel.Publicó su primer libro de poemas, Los cuatro elementos, en la década de los sesenta, obra a la que siguieron Las frutas (1970), Los peces, los pájaros, las flores (1975), Canon de polen (1976) y Sámaras (1981).En 1976 inició la publicación de Planetarium, serie de novelas que por el momento consta de cinco volúmenes: Sol, Luna, Tierra, Marte y Mercurio, intento de obra cosmológica que, a la manera de La divina comedia, capture el espíritu de nuestra época en un vasto friso poético.Sus ensayos más conocidos son El arte de la naturaleza, Umbría lumbre y El ábaco de las especies. Su último libro, Azahar, es una novela-ensayo acerca de la Granada del siglo XIV.Escritor especializado en temas de medio ambiente, ecología y antropología cultural, ofrece artículos en español para revistas y periódicos en España, Sudamérica y América del Norte.Colaborador de DiarioJudio, Integral, Cuerpomente, Más allá y El faro de Vigo, busca ampliar su red de trabajos profesionales. Autor de una veintena de libros e interesado en kábala y religiones comparadas.