La paz nuclear con Irán en nuestros días

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El acuerdo que se ha ofrecido a Irán –suavizar algunas sanciones a cambio de la promesa por parte de los mulás de mantener el statu quo en lo referente a su programa nuclear- no sirve a los intereses de la paz. Con esto no pretendo desalentar más diplomacia o más negociaciones, sino destacar lo que ha declarado el secretario de Estado, John Kerry, concretamente, que un mal acuerdo es mejor que ninguno en absoluto. Éste es un acuerdo muy malo para Norteamérica, para sus aliados y para la paz.

La diplomacia es mejor que la guerra, pero la mala diplomacia puede causar malas guerras. Estados Unidos está liderando los nobles esfuerzos, por ahora paralizados, por lograr un avance diplomático en nuestra determinación de evitar que Irán desarrolle (o tenga la capacidad de desarrollar) armas nucleares. Hay poca discusión sobre el objetivo último: casi todo el mundo está de acuerdo en que un Irán con armas nucleares supone un riesgo inaceptablemente alto para Estados Unidos y sus aliados.

Tampoco hay mucha controversia respecto a la preferencia por las conversaciones frente a la guerra, como expresó Churchill en una ocasión. Pero la comprensible preocupación, manifestada por los israelíes, franceses, saudíes y otros dirigentes, es que la cúpula iraní está tratando de ganar tiempo; pretenden hacer concesiones insignificantes a cambio de reducciones significativas en las sanciones que atenazan su economía. Si objetivo es conseguir su torta amarilla [óxido de uranio concentrado] y, al mismo tiempo, comer bien. Estos dirigentes, así como muchos expertos en diplomacia y en cuestiones nucleares con mucha experiencia, temen que un mal acuerdo, como el que el secretario Kerry ofrecía dispuesto a aceptar, permitiría a los iraníes acercarse poquito a poco a lograr capacidad nuclear mientras fortalecen su vacilante economía. El saldo neto sería un Irán más poderoso con capacidad para desplegar un arsenal nuclear de forma rápida y encubierta.


Si eso sucediera, asistiríamos a la repetición de los fallidos intentos de prevenir una Corea del Norte con capacidad nuclear, pero en una zona del Globo bastante más volátil y peligrosa. Si Irán se valiera de los actuales esfuerzos diplomáticos como tapadera para ganar tiempo y hacer que un ataque preventivo parezca poco realista, éste sería nuestro “momento Chamberlain”: una repetición del momento, hace tres cuartos de siglo, en el que el idealista pero ingenuo primer ministro británico llegó a un mal acuerdo con los nazis en un desesperado -pero fútil- intento de evitar emplear la opción militar contra el creciente poder de Hitler.

Winston Churchill, pese a su preferencia por conversar, arremetió contra la cesión de Chamberlain, a la que describió como “una derrota sin guerra”. La guerra, por supuesto, llegó pronto, y los aliados se hallaron en una posición más débil al haber cedido a Alemania la región de los Sudetes, decisiva industrial y militarmente, a la vez que le daban más tiempo para aumentar su poderío militar. El resultado fueron diez millones de muertos que podrían haberse evitado si británicos y franceses hubieran declarado una guerra preventiva en vez de hacer peligrosas concesiones a los nazis cuando éstos aún eran débiles.

La elección inmediata que hoy debe hacer el mundo no es entre la diplomacia y la guerra preventiva, como puede haber sido el caso en 1938. Tenemos una tercera opción: mantener o incluso aumentar las sanciones mientras dejamos la opción militar sobre el tablero. Esta potente combinación fue la que llevó, en primer lugar, a un debilitado y asustado Irán a la mesa de negociaciones. Será esta combinación la que les presionará para que abandonen su innecesaria búsqueda de armas nucleares, si es que algo puede hacerlo. Disminuir las sanciones ahora, a cambio de la promesa de mantener el statu quo, sería mala diplomacia, una negociación floja y una muestra de debilidad precisamente cuando lo que hace falta es mostrar fortaleza.

Los líderes de la comunidad pro-israelí, tanto en Estados Unidos como en Israel, han mostrado una unidad poco habitual respecto a la cuestión de no rebajar las sanciones a cambio tan sólo de una promesa de paralización nuclear por parte de los iraníes. Progresistas y conservadores, palomas y halcones, todos parecen darse cuenta de que la mejor forma de evitar los Escila y Caribdis de un Irán nuclear o un ataque militar es mantener las sanciones firmes mientras la diplomacia prosigue. Como de costumbre, la única excepción parece ser J Street [organización progresista estadounidense que promueve la intermediación norteamericana para solucionar el conflicto árabe-israelí de forma pacífica y negociada], cuya pretensión de ser “pro-israelí” se vuelve menos creíble cada día que pasa. Anteriormente J Street afirmó estar a favor de unas sanciones enérgicas como alternativa a la opción militar y a sus defensores.  Pero ahora que Israel y sus partidarios insisten en que se mantengan las sanciones, J Street parece defender el enfoque diplomático de Neville Chamberlain: haz concesiones sustanciales a cambio de promesas huecas, debilitando así nuestra posición negociadora y aumentando las posibilidades de que Estados Unidos se vea obligado a adoptar la intervención militar como única forma de evitar que Irán desarrolle armas nucleares.

Es hora de que toda la comunidad pro-israelí se mantenga unida contra el acuerdo ofrecido a los iraníes; un acuerdo que es malo para Estados Unidos, para Occidente y para Israel. El pueblo israelí parece estar unido frente a este mal acuerdo. El Congreso estadounidense duda al respecto. No es una cuestión de progresistas o de conservadores. Los progresistas que consideran que la acción militar es el último recurso deberían oponerse a este acuerdo, y los conservadores que temen a un Irán nuclear más que a nada deberían hacer lo mismo. De hecho, toda persona razonable y sensata debería entender que reducir las sanciones contra Irán sin exigirles que desmantelen su programa armamentístico nuclear es una receta para el desastre. ¿No hemos aprendido nada de Corea del Norte y de Chamberlain?

Gatestone Institute

 

http://elmed.io/la-paz-nuclear-con-iran-en-nuestros-dias/

Acerca de Alan M. Dershowitz

Professor Alan Dershowitz of Harvard Law School has been described by Newsweek as "the nation's most peripatetic civil liberties lawyer and one of its most distinguished defenders of individual rights." Time magazine, in addition to including him on the cover story on the "50 Faces for the Future," called him "the top lawyer of last resort in the country -- a sort of judicial St. Jude." Business Week characterized him as "a feisty civil libertarian and one of the nation's most prominent legal educators." He has been profiled by every major magazine ranging from Life ("iconoclast and self-appointed scourge of the criminal justice system"); to Esquire ("the country's most articulate and uncompromising protector of criminal defendants"); to Fortune ("impassioned civil libertarian" who has "put up the best defense for a Dickensian lineup of suspects"); to People ("defense attorney extraordinaire") and to New York Magazine ("One of the country's foremost appellate lawyers"). More than 50 of his articles have appeared in the New York Times Magazine Book Review, and Op- Ed Pages. He has also published more than 100 articles in magazines and journals such as The Washington Post, The New Republic, Saturday Review, The Harvard Law Review, and the Yale Law Journal. Syndicated, more than 300 of his articles have appeared in 50 United States daily newspapers, including The Los Angeles Times, San Francisco Chronicle, The Boston Herald, and The Chicago Sun Times. His essay "Shouting Fire" was selected for inclusion in "The Best American Essays of 1990." Mr. Dershowitz is the author of a dozen fiction and non-fiction works. His writing has been praised by Truman Capote, Saul Bellow, William Styron, David Mamet, Aharon Appelfeld, A.B. Yehoshua and Elie Wiesel. More than a million of his books have been sold worldwide. Professor Dershowitz's latest book is a novel, The Trials of Zion (2010). His book, Preemption: The Knife that Cuts Both Ways, was published by WW Norton in February 2006. Titles among his other books include: The Case For Peace (2005), America On Trial (2004), The Case For Israel (2003), and Why Terrorism Works (2002), Supreme Injustice: How the High Court Hijacked Election 2000, Letters to a Young Lawyer, and Shouting Fire: Civil Liberties in a Turbulent Age. The Advocate's Devil was published by Warner Books in 1994. The New York Times Book Review gave Dershowitz's first novel "A thumbs up verdict...exciting, fast paced, entertaining." The Times hailed this courtroom thriller as "a dazzling, often rather graphic portrayal of that greatest of all oxymorons -- legal ethics." The Advocate's Devil was made into a Tri-Star television movie. Also in 1994, Little, Brown & Company published The Abuse Excuse, a provocative collection of essays examining the relationship between individual responsibility and the law. His other full-length publications include Contrary to Popular Opinion, Chutzpah, Taking Liberties: A Decade of Hard Cases, Bad Laws, and Bum Raps, Reversal of Fortune: Inside the von Bulow Case, and The Best Defense. Professor Dershowitz's writings have been translated into French, German, Hebrew, Japanese, Thai, Chinese, Italian, Spanish, Swedish, Danish, Russian, and other languages. His clients have included Anatoly Shcharansky, O.J. Simpson, Claus von Bulow, Michael Milken, Jonathan Pollard, Leona Helmsley, Jim Bakker, Christian Brando, Mike Tyson, Penthouse, Senator Mike Gravel, Senator Alan Cranston, Frank Snepp, John Landis, John DeLorean, David Crosby, Dr. Peter Rosier, Wayne Williams, Fred Wiseman, Patricia Hearst, Harry Reems, Stanley Friedman, the Tyson brothers, various death row inmates, Rabbi Meir Kahane, and numerous lawyers including F. Lee Bailey and William Kunstler. He has been a consultant to several presidential commissions and has testified before congressional committees on numerous occasions. In 1983, the Anti-Defamation League of the B'nai B'rith presented him with the William O. Douglas First Amendment Award for his "compassionate eloquent leadership and persistent advocacy in the struggle for civil and human rights." In presenting the award, Nobel Laureate Elie Wiesel said: "If there had been a few people like Alan Dershowitz during the 1930s and 1940s, the history of European Jewry might have been different." He has been awarded the honorary doctor of laws degree by Yeshiva University, the Hebrew Union College, Monmouth College, and Haifa University. The New York Criminal Bar Association honored Professor Dershowitz for his "outstanding contribution as a scholar and dedicated defender of human rights." Alan Dershowitz was born in Brooklyn, graduated from Yeshiva University high school and Brooklyn College. At Yale Law School, he was first in his class and editor-in-chief of the Yale Law Journal. After clerking for Chief Judge David Bazelon and Justice Arthur Goldberg, he was appointed to the Harvard Law faculty at age 25 and became a full professor at age 28, the youngest in the school's history. Since that time, he has taught courses in criminal law, psychiatry and law, constitutional litigation, civil liberties and violence, comparative criminal law, legal ethics and human rights. He has lectured throughout the country and around the world -- from Carnegie Hall to the Kremlin. Professor Dershowitz continues to play basketball, regularly attends Boston Celtics home games, and occasionally comments on the Boston sports scene. In his speeches, versatile civil libertarian Alan Dershowitz addresses social, legal and ethical issues:     Legal Issues: 'Why Good Lawyers Defend Bad Clients,' and 'Global Perspectives on Justice and Civil Liberties'        Social Issues: 'Religion Politics and the Constitution,' and 'The Genesis of Justice'        Ethics and Values: 'Does Organized Religion Have an Answer to the Problems of the 21st Century,' and 'Legal and Moral Struggles; Unpopular Cases and Causes'    Professor Dershowitz resides in Boston. Copyright 2005, The Harry Walker Agency, Inc. All Rights Reserved.

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