A Inés María Ponce y a Antonio Mauro Escudero, con el cariño de siempre. Y a mi amigo de juventud, Francisco Javier Sánchez, en el recuerdo.
Había en Campanario, pueblo de Extremadura, La Piedra de los Judíos, a la que el populacho escupía como señal y símbolo de lo judío. La roca estaba incrustada-recientemente ha sido quitada por remodelación del sitio-en una de las paredes de la estrecha Calleja de Pepe Cano, o de Quico Moreno, en el centro de la villa.
En este caso, que bien podría pertenecer a la Historia Universal de la Infamia, me avergüenzo de ser de Extremadura, que por otra parte no deja de ser La Otra Tierra de Promisión, por la cual nuestro corazón suspira y los ojos se humedecen. Y donde también profesamos un singular amor a Israel.
En un día de agosto de 1998, descubrimos en la finca Gamitas, próxima al pantano de La Serena, un petroglífico protohistórico con motivos religiosos anexos. Se trata de una figura femenina con falda acampanada, grabada en una lancha de piedra y que se conserva en buen estado.
Con la aprobación de mis amigos y acompañantes, le dimos el nombre de La Dama de La Serena, y así lo proclamamos por primera vez para conocimiento de la gente letrada y del vulgo honrado.
Han pasado ya años, y desde Diario Judío, damos nuestro agradecimiento a Doña Inés Ponce, encantadora y bella esposa de mi querido primo Antonio Mauro Escudero, y que nos guió y orientó en el descubrimiento de esa hermosa pieza arqueológica de nuestros antepasados de la antigua Beturia. Y se ha instalado en nuestra alma el recuerdo emocionado de nuestro amigo de infancia y juventud en Campanario, Francisco Javier Sánchez. Regresó el año pasado al regazo del Eterno. Descanse en paz.
Antonio Escudero
Gran Maestre de la Orden Nueva de Toledo.
Anno Templi DCCCVC-895. Año 5774 de la Creación del Mundo
Artículos Relacionados: