Habiendo leído el reciente artículo del señor Miguel Ibarlucía (“Sionismo religioso: crónica de un final anunciado”, UYPRESS del día 2 del corriente), y dejando de lado –por hoy- la larga historia antisemita y antiisraelí (el mismo perro con diferente collar), queremos corregir los –muchos- datos equivocados que este señor incluye en su artículo como si fueran verdades.
En el encabezado afirma que “los medios de comunicación occidentales se han mostrado alarmados por el reciente triunfo en las elecciones israelíes…”.
Nos preguntamos si se sienten igual de alarmados por otros hechos como la guerra ruso-ucraniana, los acontecimientos en Irán (matanza diaria de disidentes), la guerra de Siria con su casi medio millón de muertos y muchos millones de desplazados, la forma de gobernar de Orban y Duda en Hungría y Polonia, y tantos otros problemas que afectan mucho más al mundo que las elecciones israelíes. En este caso nos permitimos usar el término que esa mencionada prensa occidental usa para criticar a Israel cuando se defiende de los misiles: es “desproporcional”.
Los primeros en estar alarmados por el resultado de las elecciones en Israel, son los israelíes que no votaron a los ganadores, al punto de que el principal triunfador que fue Netanyahu salió a declarar que gobernará en forma democrática y que no cambiará los valores fundamentales que rigieron desde la independencia de Israel.
Continúa el autor diciendo “expulsar de Israel a los palestinos que no llegaron a ser expulsados en 1948, los llamados “árabe-israelíes”. Craso error, ningún palestino fue expulsado en 1948, ni siquiera uno. Aclaramos: en 1948, y desde tiempos del imperio romano, palestinos eran los judíos que habitaban la zona que esos romanos despectivamente denominaron “Philisten”. En cuanto a los árabes-israelíes, se denominan así a los ciudadanos de origen árabe que a la vez son ciudadanos israelíes con igualdad de derechos, y que son los que no hicieron caso a los gobernantes de los países musulmanes que en 1948 les dijeron que se vayan del Medio Oriente porque ellos en pocos días limpiarían la zona de judíos y luego podrían regresar.
“El Likud aparece como de izquierda, al decir de algunos comentaristas” . Nos permitimos preguntar quién marca la línea divisoria en política para poner a la izquierda o a la derecha a políticos o partidos en el mundo actual. Esos “algunos” comentaristas que ponen a la izquierda al Likud lo están poniendo junto al Partido Demócrata norteamericano, a Daniel Ortega, a Nicolás Maduro, o sea que los señores “algunos” no están usando muy bien su “GPS” político.
El Irgun y el Lehi no dieron comienzo al terrorismo en Palestina. El terrorismo comenzó cuando apareció Mahoma con su nueva religión y los árabes musulmanes conquistaron toda esa zona, o sea que las matanzas constantes de judíos y cristianos tiene un milenio y medio de antigüedad y no la comenzó la población judía. El autor omite que fue el propio pueblo judío que declaró ilegal y eliminó al Irgun y al Lehi, que si bien luchaban contra el imperio británico en la zona, no era la violencia lo que la población quería.
En cuanto a la amistad entre Jabotinsky y Mussolini, no habíamos nacido para verlo, pero sí vivíamos ya cuando Stalin pactó con Hitler, tema que se debe estudiar aparte del que estamos ahora enfocando. Tampoco habíamos nacido cuando el Mufti de Jerusalem pactó con Hitler la matanza de todos los judíos de Medio Oriente. El Likud es un partido de la parte contraria al ala de socialistas y social-demócratas de Israel. Como el lector verá no usamos los términos “derecha” e “izquierda” por entenderlos obsoletos y reñidos con la realidad.
“…este movimiento parece moderado frente a la nueva estrella de la política israelí” . Dos aclaraciones: a) no “parece” moderado sino que es más moderado, y lo decimos pese a que jamás apoyaríamos al Likud en elecciones. b) Además eso de “nueva estrella” me parece una exageración para un movimiento político muy mínimo, que tuvo que presentarse a elecciones en coalición con otros porque solos no llegarían al mínimo que exige la ley. Es histórico que en las elecciones de Israel se presenten entre 30 y 40 partidos políticos, y muchos de ellos aparecen por única vez.
Dice el autor: “El sionismo surgió a fines del siglo XIX ente los judíos de Europa oriental y central como respuesta principalmente a las persecuciones que sufrían en Rusia y los países circundantes…” Hasta aquí podemos decir que es cierto parcialmente. La persecución y discriminación a judíos era generalizada en toda Europa, en mayor o menor grado según los países. Pero el detonante que logró la existencia de un movimiento sionista organizado e institucionalizado fue el proceso Dreyfuss (en Francia) y su influencia en quien asistió como periodista, que fue Teodor Herzl.
“…un movimiento político laico en su origen recurrió al arma de la identidad religiosa para fundar un nacionalismo étnico…” Olvida el autor lo que dice la Historia: el reino de Judea (de donde proviene la palabra “judíos”), los hechos históricos como para citar alguno: el reinado de David y luego de Salomón. Hay enorme cantidad de pruebas de cuando los romanos lograron ganar la guerra y llevar esclavizado al pueblo judío a Roma y otros sitios de su imperio europeo.
“ El problema es que en ese territorio vivía otro pueblo, con otra lengua, otra religión, otras costumbres. Y como los sionistas no querían compartir esa tierra con sus habitantes autóctonos la única alternativa viable era su expulsión, propósito que finalmente lograron parcialmente en 1948 sembrando el terror y la muerte en las aldeas y ciudades palestinas. “ No señor Ibarlucía, vivían muchos pueblos pequeños, y muchas religiones paganas pero la religión musulmana apareció con Mahoma (siglos VI y VII), la población árabe nació en Arabia (hoy Arabia Saudita) y por esos siglos comenzó a expandirse por las armas conquistando e islamizando parte de Medio Oriente y también parte de Europa. Por lo tanto los “palestinos” o “árabes-israelíes” que menciona el autor nada tienen que ver con Medio Oriente, y se autodenominan palestinos recién a partir de los años 60 del siglo XX.
Los musulmanes (árabes y no árabes) que hoy imponen el terrorismo en la zona, nunca exigieron una patria cuando quienes dominaban la zona eran musulmanes (imperio otomano, británicos, luego Transjordania). Nunca les importó que existiera un país “palestino” (no aceptaron el que les otorgó la ONU en 1947), sino que lo único que les importó y así lo demuestran con sus dichos y actitudes, es que no haya judíos en la zona.
No queremos continuar con este análisis, el autor del artículo que tiene ya una larga historia en escribir en el mismo sentido antijudío, llámese como se le llame, debería pasarse unas semanitas en el Medio Oriente, observando cómo viven los árabes-israelíes gozando de una democracia pura, y cómo viven los otros árabes en las zonas linderas. Debería preguntar a los ciudadanos comunes (musulmanes o cristianos) si prefieren vivir bajo gobiernos israelíes o palestinos.
Por último, el señor Ibarlucía debería preguntarse por qué nos llaman judíos y por qué los otros se llaman árabes, qué relación tienen esos nombres con lo que los mapas denominan “Judea” (en Medio Oriente, Asia) y lo que se llama “Arabia Saudita” (mucho más al sur, en la “península arábiga”). En cuanto a la presbicia latinoamericana, agregaríamos otra pregunta: por qué hasta 1947 las pintadas y consignas decían “judíos a Palestina”, y hoy dicen “judíos fuera de Palestina”. Si nos sacan de Palestina, qué dirán los letreros, “judíos fuera de ???”
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