La primera generación

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Marina Zlochin

Si quieren… no es leyenda, escribió, Herzll. El florecimiento de la industria de la Alta Tecnología en Israel es como una leyenda que requiere la colaboración de mucha gente. M. Gould, embajador de Inglaterra en Israel, comentó en una conferencia de la Comisión para oportunidades iguales de empleo: Israel pierde millones de dólares porque algunos grupos no realizan su potencial en el mercado de empleos, como el sector árabe-israelí cuyo porcentaje de empleados es muy bajo.

En tecnología solo hay 1000 árabes empleados. S. Nehab de los Centros Tsofen de alta tecnología, dedicado a apoyar al sector árabe en tecnología, dice que solo una sexta parte de los árabes que se gradúan en ciencias exactas encuentran trabajo en el campo de la tecnología, solo hay 1000 árabes en toda esta industria, a diferencia de todos los graduados judíos que son recibidos. Los árabes abandonan israelí o se emplean en otros campos.


El año pasado, el 30% de los árabes que buscaban empleo dijeron sentirse discriminados en una investigación del Ministerio de Industria y Comercio. Eso, más los obstáculos geográficos y culturales frena el potencial de los graduados árabes, en especial de los ingenieros.

Si es difícil para los Hombres, para las mujeres es mucho más difícil. Algunos investigadores afirman que son menos de 70 las mujeres árabe-israelíes que trabajan en tecnología. Nahab explica: las mujeres árabes-israelíes están más expuestas a las tradiciones y las presiones de la familia, un empleo que implica trabajar largas horas y viajes ocasionales al extranjero, puede chocar seriamente con las expectativas familiares de que las mujeres deben quedarse en su pueblo, en su casa, y atender a su familia en primer lugar. Otro obstáculo importante son las distancias de los pueblos donde viven a los centros de trabajo, mas los medios de transporte deficientes.

Pero no son abismos infranqueables, H. Weisberg entrevistó a cuatro mujeres que se enfrentaron a los obstáculos con decisión, empeño y, tal vez, con un poco de miedo. Las cuatro, dispuestas a compartir sus experiencias y pensamientos son: Duaa Jahshan, Basma Khalf-Joubran, Rana Faran y Juna Khaleel.

Duaa Jahshan estudió electrónica y computación en la secundaria, después pasó al Tejnion en Haifa, siendo estudiante empezó a trabajar en la oficina de Tecnología Galileo dentro del campus, opina que los problemas que enfrentan los jóvenes árabes son geográficos y culturales. En las compañías del norte hay más árabes trabajando que en el centro del país porque su capacidad es reconocida y la actitud de las compañías es: “diles a tus amigos que se unan a nosotros” porque los empleados árabes ya son conocidos y apreciados… Pero, las compañías del centro emplean menos árabes porque tienen más recelos. Es un círculo vicioso que debe romperse, aunque los árabes tengan el problema adicional de la distancia entre el centro y la Galilea, donde vive la mayoría.

Duaa lleva 11 años trabajando en Marvell Israel como ingeniera en verificación, en Yokeam, esta casada y tiene hijos, con lo que descubre otro problema:”Cualquier mujer que necesita cuatro horas para llegar al trabajo y recoger a sus hijos de la escuela, no puede querer un trabajo así y obtará por una ocupación cercana a su casa.

Basma Khalaf-Joubran nació en Kfar Rama, en Galilea, su mamá quería que fuera doctora, todos los estudiantes sobresalientes son animados automáticamente a dedicarse a la medicina.

Basma empezó a trabajar en Intel durante su último año de estudios y allí sigue hasta la fecha. “En Intel hay árabes en posiciones altas y eso te anima,” dice, Generalmente los jóvenes árabes se dirigen a Intel porque saben que allí encontrarán un buen modelo a seguir, “hace falta un empresario que ayude a los principiantes”, opina que la falta de modelos aleja a las mujeres de la tecnología.

Basma tuvo como modelo a Z. Hanma que fundó un Centro en Haifa de Diseño de Automatización. “Tenemos buenos modelos de trabajo, pero no son muy conocidos o no reciben mucho crédito. Pero, en alta tecnología todavía no hay mujeres que pudieran servir como modelo. Somos la primera generación de mujeres árabes-israelíes trabajando en la industria de alta tecnología en israelí y todas crecimos en casas donde las madres nos recibían cada día al volver de la escuela con una comida caliente.”

Khalab-Joubran aconseja a las mujeres:”Aprender y animarse con las historias de éxito y no hacer caso a quieren no lograron llegar a la meta. Hay quien dice que quien escoge alta tecnología toma un riesgo. La verdad es que no importa que camino se elija alguien dirá que no encontró trabajo. Bueno, ¿y que? Se debe pensar positivamente y hacer lo que se sabe hacer bien”.

“También esta la cuestión de la edad. Los árabes van a la universidad, estudian con ahinco, se reciben e inmediatamente buscan trabajo, al contrario de los judíos, quienes van antes al ejército y empiezan las entrevistas de trabajo a los 26 años, cuando ya son más maduros. Los árabes tienen que prepararse mejor para las entrevistas”.

Rana Faram se tituló en el Tejnion y rápidamente encontró trabajo en Marvell y en Intel. Su sueño empezó en un club de ajedrez en su pueblo, Ilyeh. El club fue fundado por maestro joven que reclutaba niños con aptitudes para matemáticas y física, “Fui parte del club hasta terminar la secundaria. El instructor del club estaba tan interesado en su trabajo que estaba dispuesto a aceptar estudiantes aunque no pudieran pagar la cuota de membresía. Nos enseñó a usar programas en la computadora y a mi me animó para que comprara una computadora.”

Un educador entusiasta en la infancia puede promover una carrera. Sus padres, desde luego, querían que fuera Doctora. Pero ella quería ser Ingeniera. Parte del problema son las tradiciones de mi comunidad: “Aunque las mujeres decidan luchar contra la corriente y estudiar ciencias exactas, frecuentemente son llamadas de regreso al pueblo después de recibirse. Las mujeres que asumen ser amas de casa principalmente no escogen ingeniería, mientras que las mujeres con grado de ingeniera que vuelven al pueblo enfrentan el obstáculo de las distancias geográficas.

A propósito de la reacción de la gente de su pueblo por su profesión, cuenta que las gentes mayores la detienen en la calle para felicitarla y le dicen: “estamos orgullosos de ti”, sin embargo sus hermanos no saben como reaccionar.

Juna Khaleel creció con un modelo en su casa, lo cual facilitó la realización de su sueño, su mamá se graduó en ciencias en el Tejnion, su papá es farmacéutico. Desde niña sabia que estudiaría en el Tejnion, Sabe que fue muy afortunada por el ambiente de su hogar; pero “las circunstancias no son suficientes”, dice, “necesitas el empuje para triunfar, nunca hubiera llegado si no fuera luchadora”.

Juna es ingeniera biomédica, trabaja en Activiews, una compañía productora de equipo médico y vive en Haifa, Para elevar la conciencia de su profesión da conferencias regularmente en su vieja secundaria. Esta segura de que las mujeres árabes quieren trabajar, pero no pueden llegar al trabajo desde sus pueblos alejados y limitados por el transporte público inadecuado, pocas líneas de camiones y esporádicas. Además,” los caminos en esos pueblos son tan malos que hasta manejar es difícil.”

En tecnología hay otro problema, el idioma es el ingles y, para los árabes, es un tercer idioma, tienen que esforzarse en mejorar el conocimiento de ese idioma.

A la pregunta de como afecta su profesión a sus planes de matrimonio, responde:”La mitad de mis amigar son las principales contribuidoras a los gastos de su hogar y a los hombres eso les puede parecer amenazador, pero yo creo que es un problema global, La sociedad árabe es mas tradicionalista y eso significa que los hombres sin grado académico no querrán esposas con grado académico.

Frente a todos los obstáculos, las cuatro mujeres entrevistadas. Representan la primera generación de mujeres árabes-israelíes en la industria de la alta tecnología en israelí. Las cuatro son liberales y viven en alguna de las grandes ciudades, tienen automóvil y no dependen del transporte público. Con la historia de sus vidas prueban que los obstáculos se pueden conquistar, que la decisión y el esfuerzo llevan a la meta, que el triunfo no es una leyenda, sino su trabajo de todos los días.

Acerca de Alicia Korenbrot

Nació en la Ciudad de México, terminó sus estudios de Filosofía en la UNAM, es Escritora y traductora. Actualemente reside en Israel.

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