La quema de Troyes

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Al norte de Francia se encuentra Troyes, una ciudad a 121 kilómetros de París conocida por ser la región emblemática del champagne, siendo esta un municipio del departamento de Auve con una curiosa forma territorial que se asemeja a un majestuoso tapón de botella, la cual asienta su existencia de acuerdo con los hallazgos arqueológicos, desde la época de la prehistoria, conteniendo una serie de características sumamente diversas en la conformación de su población e identidad, debido al importante papel que jugó el comercio gracias a la producción y venta de su reconocida cepa de champagne, la cual desde el siglo X hizo de Troyes un punto de encuentro cultural, convergiendo diferentes grupos religiosos e intelectuales a lo largo de su historia, generando grandes beneficios económicos para sus gobernantes.

Sin embargo, esta realidad estaba a punto de cambiar ya que para el año de 1288 surgió un acontecimiento que marcaría a la ciudad para siempre y reorientaría completamente su rumbo, debido a que durante esa época Troyes contenía una comunidad judío sefardita sumamente grande y estable, considerada como una importante fuente de ingresos por sus propiedades, bienes inmuebles y viñedos, la cual pronto sería testigo del episodio más cruento de su historia.


Como lo demuestran los registros históricos de París que describen lo que se conoció como  “La Quema de Troyes” o “El Lamento de Troyes.” Una acusación en donde se torturó y condenó a la estaca y muerte en la hoguera a 13 judíos, acusados de un supuesto asesinato ritual de un niño de 13 años que se encontraba desaparecido durante la celebración de Pesaj un 24 de abril del mismo año, imputando a varios judíos de la ciudad el ser juzgados por un tribunal eclesiástico conocido por todos como la Inquisición, dejando en la desolación y desgracia a los pocos familiares sobrevivientes de las víctimas que en algún momento fueron reconocidos propietarios en la ciudad de Troyes, como consta en la Jewish Encyclopedia. 1906, volumen XII, p. 267.

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Además, en los archivos de la Biblioteca del Vaticano se encuentran los textos con la historia literaria de Francia que relatan un “Poema o Elegía medieval francesa”  que narra la muerte en la hoguera de estos 13 judíos, acompañada de caracteres hebreos, describiendo de esta forma a cada una de las víctimas y las condiciones de su martirio, conteniendo este lamento incluso las torturas específicas a las que fueron sometidos y la lista de sus nombres.

Relatándonos como la intolerancia religiosa surgió a raíz de una fuerte crisis económica en la que estuvo sumida la ciudad, desencadenando de esta forma el odio y envidia de un grupo de personas que se encontraban muy endeudadas y atribuían sus males y desgracias financieras a los acusados, haciendo evidente que más allá del supuesto asesinato ritual, los verdaderos motivos que generaron en Troyes semejante matanza, estaban fundamentados en la ganancia económica que se tendría si efectivamente morían estos judíos ricos, ya que varios de ellos eran prestamistas reconocidos de la ciudad, siendo sus nombres los siguientes:

Isaac Chatelain, su esposa, su hijo y su nuera.

Salomón o Salamín Ben Vivant, hijo de Phebus.

Samson Kadmon.

Simón, el cantor de Châtillón.

Jonás o Lebeau Colón, el Rabino.

Isaac Cohen.

Hayyim de Brinon, el Maestro Cirujano.

Hayyim de Chaurse.

Y por último, Baruch D´Avirrey o Baruch Tob Elem (Bonfils) mi antepasado por línea materna, el cual incluso hasta su último respiro le increpó al verdugo la injusticia de que eran objeto. Tronco de la familia Bonnefil que llegaría posteriormente a Costa Rica a inicios del siglo XIX provenientes de Burdeos, Francia, en la descendencia de Jean Jacques Bonnefil Hydemayra, Cónsul de Francia en Costa Rica, quien procedía de una antigua generación de productores y exportadores de vino que comercializaban los mostos en toneles transportados en veleros de la empresa familiar y bisabuelo de mis abuelos maternos, como se constata en el Boletín de la Academia Costarricense de Ciencias Genealógicas # 79, Noviembre 2006, Año VI, Segunda Época, en el artículo “Unidad en la diversidad. Linajes sefarditas” del Académico de Número Yves de la Goublaye de Menorval y Rodríguez-Quiroz. p.2.[i]

Razón por la cual hoy escribo este artículo en homenaje a los protagonistas de ese acontecimiento histórico que nunca dejaré que caiga en el olvido, ya que ellos son el reflejo de tantos judíos que conformaron lo que conocemos hoy como la Diáspora Sefardí, la cual fue el resultado de la persecución y muerte de cientos de miles de judíos sefarditas  que se vieron obligados a abandonar sus hogares y países de residencia y trasladarse a otras tierras desde Inglaterra, Holanda, Francia, España y Portugal, para no correr peligro y salvar sus vidas y las de sus familias.

Así que en nombre de estos mártires y a más de ochocientos años de historia, hago público este relato, debido a que en Costa Rica los descendientes de judíos sefardíes somos una realidad más allá de cualquier interés que busque invisibilizarnos o reducirnos a un mero hecho anecdótico resultado de la Colonia, como alguna vez  lo relataron mis abuelos maternos Luis Hidalgo Bonnefil y Mélida Rivera Ortíz.

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Luis Hidalgo Bonnefil y Mélida Rivera Ortíz

[i] “…casos posibles como es la familia francesa “Bonnefil” (Olim Bonnefils) procedente de Burdeos en Francia que fue fundada en Costa Rica a mediados del siglo XIX, y que proceden de Jean-Jacques Bonnefils (Juan Jacobo Bonnefil) casado con una señora Hydemeyer. Desde 1288 mencionados en Troyes, Francia Abarukh Tob Elem conocidos en los documentos como fr. Bendit Bon-fils, en Arles, Francia, en 1385 a Bonfil Crégud y en Saboya en 1400 a Bonofilius de Lurello.

˂Ver LEVI, Paul: “Les Noms des Israélites en France”, Presses Universitaires de France, París, 1960, p. 111-112˃.” (el destacado es nuestro)

 

Acerca de Marisol Chevez Hidalgo

Licenciada en Filosofía de la Universidad de Costa Rica, UCR, especializada en identidad nacional costarricense; ética; y comunicación social, Máster en ética y democracia por la Universidad de Valencia. En la actualidad investiga sobre los judíos sefardíes en Costa RIca. Además tiene estudios en la Facultad de Derecho de la Universidad de Costa Rica y trabaja como consejera en razonamiento jurídico en una firma de abogados. Publica artículos en El Semanario Universidad, de la Universidad de Costa RIca, en esefarad.com, revista argentina en internet sobre cultura sefardita y ha publicado en el diario La Nación de Costa RIca. Es Poeta. Publicó poemas en la Revista Tópicos del Humanismo de la Universidad Nacional, UNA, en el Semanario Universidad de la UCR y en el diario La Nación. Forma parte de la Junta Directiva de la Ong Instituto para el Desarrollo, la Democracia y la Ética, IDDE.

2 comentarios en «La quema de Troyes»
  1. Un artículo muy interesante y sumamente directo. El hecho que se trate de negar la existencia de miles y miles benei anusim en Costa Rica, es parte de la presión tradicional que han ejercido las religiones tradicionales, pero ya hoy día cada vez más y más, salimos del oscurantismo y del temor y de frente y con mucha honra y orgullo decimos que somos descendientes de judíos. En mi familia mi bisabuela mantenía sus costumbres bien reservadas y recuerdo como hoy que pasaba horas enteras lavando la carne y salandola. Cuando le preguntaba, me regañaba y me decía que no preguntara. Hoy día desde hace ya casi 15 años tomé la decisión de seguir con mis raíces y desde entonces soy judío sefardita practicante a pesar de la tormenta que ello genera, ya que necesito documentos y testigos de 1492!!!!! para que quizás lleguen a considerar la posibilidad de que lo sea. Una vez a William James el nombrado psicólogo y filósofo norteamericano le preguntaron una vez en la Universidad de Harvard que cuál consideraba él que era el descubrimiento más importante en el campo del desarrollo humano en los últimos cien años, a lo cual sin duda alguna de inmediato respondió: “Hasta ahora se pensaba que para actuar había que sentir. Hoy se sabe que el sentimiento aparece cuando empezamos a actuar. Este es para mi el descubrimiento más grande del siglo en el campo del desarrollo humano” En otras palabras lo podemos resumir como sigue: “El pájaro no canta porque esté feliz, es feliz porque canta”

    Nuestro judaísmo nos debe hacer felices, no por cumplirlo sino porque somos felices cumpliéndolo. Los rezos, las fiestas, el kashrut, la modestia y el Shabat entre otros nos deben motivar en demasía para hacernos felices cuando los cumplimos. La alegría y el gozo deben ser nuestro norte para poder llevar a cabo nuestro judaísmo. No celebramos Shabat porque hay que hacerlo, porque es una mitzva hacerlo, porque llegó ya el sétimo día y no podemos saltárnoslo, o porque se nos hace tan largo que no podemos ver la televisión o navegar por Internet o porque tenemos que rezar el Musaf alargando un poco más los rezos regulares. No, la respuesta no la podemos encontrar ahí, la respuesta está en la alegría que nos da cumplir con todo ello. Nos debe dar gozo y extremo contentamiento el celebrar un Shabat más, no es que el Shabat nos haga felices, -aunque en realidad debería- sino nosotros debemos estar felices para celebrarlo. Este ha sido el éxito del pueblo judío, que pese a todos sus sufrimientos y pesares, es feliz siendo judío y ello le ha permitido mantener su judeidad incólume por miles y miles de años a pesar de todo, solo así se han logrado mantener sus instituciones. Ese es el caso mio y de mi esposa, somos felices porque somos judíos.
    Gracias Marisol por compartir con nosotros la historia lamentablemente, no tan feliz de tus antepasados, pero me alegra que te mantengas firme en esta lucha por defender nuestras raíces sefarditas a pesar que nos quieren callar.

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  2. Estimada Marisol,

    Mi nombre es Carlos Alvarado y vivo en Costa Rica y soy Judío Sefardí y quiero darle las gracias por romper el mito de que en Costa Rica los judíos Sefarditas habían llegado a este país a finales de 1800, comienzos del siglo XX, ya que siempre se ha dicho que eran solo dos familias sefardíes, provenientes de las Antillas Holandesas.

    Con su artículo queda rotundamente claro que la realidad es diferente, porque Usted prueba que casi un siglo antes llegó su familia desde Francia.

    Hay varias personas que recuerdan a los Bonnefil, ya que vivían en la esquina diagonal al Parque Central de San José antes de que existieran Sinagogas en Costa Rica. Estoy hablando de 1860.

    Son una familia muy reconocida, pues resguardaron los restos del Presidente Juanito Mora después que lo fusilaron en Puntarenas.

    La esposa de Jean Jacques Bonnefil, Feliciana Quiroz, fue una de las personas que con su donación permitió la creación de uno de los principales hospitales en el país.

    Así que le reitero mis felicitaciones y le pido que siga adelante en la tarea de reivindicar a los judíos sefarditas que también formamos parte de esta hermosa Costa Rica.

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