La rosa lloraba
y el clavel la consolaba,
era un amor imposible,
sus diferencias nunca
les permitieron unirse.
Ella en silencio lo miraba,
el tristemente la observaba,
y así fue como una mañana
cuando despertó, la rosa ya no estaba.
No sabía si le fue infiel con el viento
o alguien que no resistió su encanto,
se la llevo, así como la noche
se lleva la claridad del cielo.
El clavel cerró sus pétalos y
los dejó caer al suelo ya no
luchó más por verse bello.
Sus lágrimas se confundieron
con el rocío de la madrugada.
Pasaban los días y a su lado
una nueva rosa apareció
ella discretamente le coqueteó,
pero el clavel la ignoro
no quería sufrir otra vez.
Comprendió que el amor
verdadero se da una vez
en la vida y el suyo
había terminado
como lo hace la noche
cuando llega el día.
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