El primer accionar de los israelitas después de que Moisés descendiera del monte Sinaí fue el erigir el Mishkán, el “Tabernáculo”, el santuario portátil en el desierto.
Su construcción fue puesta en manos de Bezalel y Aholiab, cada uno
“… llenado del espíritu de Dios en cuanto a sabiduría y comprensión y ciencia para toda clase de obra”
Obviamente, el requisito para ser un artesano es tener conocimiento y habilidad artesanal. Sin embargo las calificaciones adicionales de Bezalel, el estar “llenado del espíritu de Dios,” y tener “sabiduría” y “comprensión” son curiosas.
“Sabiduría”, en nuestra cultura, no es un requisito profesional. Como lo ha notado el erudito bíblico norteamericano Michael Fox,
“El sentido débil de “sabiduría” es la prudencia, el buen juicio. Se refleja a menudo en el adjetivo “sabio”, como en “Fue sabio comprar ese vehículo.” No está implícita aquí una profunda comprensión de la vida.”
Thomas L. Thompson, un ex profesor de teología en la Universidad de Copenhague hizo el comentario de que
“Siempre ha sido difícil sostener la creencia de que los hombres verdaderamente poseían sabiduría. Si, por casualidad, esta es encontrada por aquí o por allá, se la sigue llamando ‘inspiración’. ”
Tiene sentido que el requisito para ser maestro artesano, además de tener conocimientos y habilidades demande muestras de inspiración en el trabajo.
Sin embargo, la sabiduría, tal como lo entiende el TaNaKh, es algo más que inspiración o saber cómo hacer frente a las dificultades, navegar a través de ellas.
T. S. Eliot, uno de los mayores poetas del siglo XX, escribiendo en la primera estrofa de “Coros de la Roca”, nos llama de nuevo a una reflexión que está en consonancia con lo que el TaNaKh entiende por “sabiduría.”
¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido en el conocimiento?
¿Dónde está el conocimiento que hemos perdido en la información?
Los rabinos Byron L. Sherwin y Seymour Cohen han señalado que
“La sabiduría es la capacidad de saber qué hacer con lo que sabemos”
Es determinar las conexiones y ramificaciones que existe entre las cosas y los acontecimientos en las diferentes dimensiones de la realidad. El científico ve conexiones de causas y efectos que escapan a otros profesionales en su campo. El maestro escucha combinaciones de sonidos, percibe texturas y ve colores y formas que nos mueven de maneras que un técnico no puede lograr hacerlo. El estadista ve la historia, mientras que el político la ignora.
A diferencia del arte secular, el arte religioso nunca puede ser “arte por el arte mismo.” El arte religioso siempre transmite algo que va más allá de la mera combinación de texturas, formas y colores. En transmitir lo que esta más allá de las texturas, las formas y los colores fue la “sabiduría y comprensión” del arte religioso de Bezalel y Aholiab.
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