La señora Mati

Por:
- - Visto 880 veces

Era muy bajita, muy conversadora, ¿han visto a Mr. Magoo? Con todo el respeto que me merece su recuerdo, ella era así: distraída, caminaba ´por la vida contenta y desprevenida, siempre tenía la bolsa abierta – para dar generosamente y por el camino se le caían algunos billetes, que al desandarlo encontraba y decía que tenía muy buena suerte – era una gran lectora del fondo de la taza de café, una casamentera impenitente, trabajaba mucho para reunir fondos para la WIZO, no era una gran cocinera, pero se las arregló para alimentar a los suyos y vivir feliz. Ella y su esposo fueron muy buenos amigos de mis padres. A mi me alegró mi niñez, si bien no a todos los niños los alegraba tanto, tenía unas ocurrencias ! Un día le cortó el pelo a mi hermanita que era rubia. bonita y también muy coqueta, estaba pequeñita creo que tendría tal vez unos 5 años y cuando vió que su hermoso pelo desapareció, estuvo enojadísima por algunos días, tenía razón. Debo apuntar que era una mujer buena y bien intencionada. Su esposo, era un señor muy serio, en las reuniones la señora Mati se ponía a contar chistes un poco subidos de tono y don Salomón, le decía: “Matilda, hay niños”, ella hacía caso omiso de estas observaciones y continuaba contando su chiste, le encantaba hacer reir a la gente, en verdad era fuera de serie. Su objetivo era ayudar a quien se pudiera ayudar, como a Don Quijote, a veces no le resultaba tan bien, pero aun así la gente le tenía cariño.

Don Salomón, nació en Esmirna, era vecino de mi papá, vivían en una especie de privada – según contaba mi padre- era mayor que mi papá y fueron amigos en su juventud hasta que él salió de Esmirna. Mucho tiempo después se reencontraron, cuando nosotros llegamos a vivir a México, de hecho la suya fue una de las primeras casas que visitamos y ambos se alegraron mucho de verse de nuevo. El señor era muy serio, trabajador, todo un caballero, a mi me imponía, yo procuraba no hacer mucho alboroto cuando estaba de visita en mi casa o bien cuando íbamos a visitarlos. Me tomaba el café turco y le pedía a la señora Mati que me leyera mi futuro, me encantaba, ella veía si mi papá o mi mamá me iban a comprar un cuento o un juguete, era muy divertida, una vez me vaticino que mi papá me traería un traje de baño a rayas.. y así fue, yo le dije que de seguro mi papá le había contado, ella aseguró que no que ella lo había visto. Siempre le rogaba que nos hablara de cuando se casó con don Salomón, ella era de Estambul, el señor Salomón me parece que fue a trabajar allá, se conocieron y pienso que como él era una persona retraída se sintió atraído a la señora Mati, él era alto y ella bajita, nos enseñaba la foto de la boda que le causaba mucha gracia. Nos decía miren niñas, como mis suegros no pudieron venir a la boda y yo no quería que vieran que soy chaparra me subí a un banquito para la foto, así mis suegros no se dieron cuenta. Contaba que cuando se casaron se fueron a vivir a una casa de huéspedes en Estambul, la manejaba una señora judía, y allí la pasaron bien, hasta que les nació su primogénita a quien llamaron Adelita. La señora Mati estaba maravillada de que de su cuerpo tan pequeño hubiese salido una niña tan gr ande: no lo podía creer. Me parecía simpático que ella siempre aludía a su estatura en forma de chiste, no tenía ningún complejo. Luego nos contaba de su hijo Marcelo, que estuvo muy enfermo, una noche tenía una fiebre muy alta y no dejaba de llorar, ella resolvió darle doble dosis de medicina al niño, eso hizo el milagro, el niño se durmió profundamente, decía que eso fue el remedio y que ya pudo descansar.

Cuando salíamos de vacaciones a Cuernavaca mi mamá la invitaba y era grato que nos acompañara.


Al pasar de los años siempre mantuve el contacto con ella, las primeras figuras que vi en una taza de café me las mostró ella, así me fui interesando en la lectura de las imágenes que veía en una taza de café, buscando y mirando, aprendí, o al menos así lo creo a leer una taza; soy pintora y como es bien sabido hasta en una mancha en el piso o en la pared los pintores encontramos algo. Le comencé a leer yo el café a la señora Mati, ella estaba muy emocionada y me decía que yo era una gran lectora. No lo creo tanto, pero ella me tenía un gran cariño, así como yo se lo tenía. Me pidió en muchas ocasiones que fuera yo a alguna actividad de la Wizo para recaudar fondos para esa institución, yo también leo las cartas y con mucho gusto acepté. Fue asombrosa la respuesta de la gente y fue un gusto hacer una buena recaudación, la señora Mati quedó feliz. Posteriormente cuando ella me lo pedía yo asistía alguna que otra vez.

Siempre conservé la relación con ella, pasaron los años, fui a vivir al extranjero y cada vez que viajaba a México, la visitaba, ella leia siempre mi taza de café y nos acordábamos de otros tiempos, yo también le veí a su taza y le contaba lo que veía.

La señora Mati trabajó siempre para la Wizo y algunas otras instituciones similares, creo que para las damas Pioneras y no se quien más. Fue muy querida entre los miembros de las diferentes comunidades, ella pertenecía a la comunidad Sefaradi en donde fue muy respetada y querida, pero también fue así en la comunidad Ashkenazi. Recuerdo que la acompañé en Cuernavaca a una conferencia en Le Eishel ( no se si así se escribe) yo me impresioné al verla sentada en primera fila escuchando atentamente al rabino que hablaba, movía la cabeza en señal de asentimiento, aplaudía entusiasta en fin disfrutó la conferencia enormemente. Al terminar le dije: Señora Mati no sabía que usted sabe bien el Yiddish, ella me miró sorprendida y me dijo: no hija, yo no se Yiddish, pero me pareció que el rabino habló muy bien!! Me pareció fantástico la apreciación de esta mujer que escucho con tanto embeleso una conferencia de la que no entendió nada.

Ya la última vez que la vi, fue en un viaje que hice a México para ver a mis padres, mi mamá me dijo que la señora Mati me quería ver. Fuimos a visitarla, ella se puso muy contenta de verme, pidió que me trajeran un café y como de costumbre me lo leyó. También como de costumbre me vaticinó muchas cosas buenas, tenía la virtud de levantar el ánimo de la gente. Me aseguró que yo era la única persona en el mundo a quien le leía su suerte, no lo dudo. Estaba muy débil y envejecida y supe que ya no la volvería a ver. La recuerdo con cariño y gratitud, pues enriqueció una parte de mi ser, por eso hoy escribí este capítulo de mi vida en honor a la señora Mati.

Acerca de Sara Hazán

Sara Hazán es una pintora, grabadora y escritora mexicana. Nació en Milan, Italia, Desde muy temprana edad, ha vivido en la ciudad de México, en donde ha estado casi toda su vida. También vivió en otros paises algunos años.Su pintura es figurativa, costumbrista y de brillante colorido.Tiene también aficiones de escritora, publicó un libro de cuentos que contiene algunas experiencias que ha presenciado o vivido a lo largo de su vida. Tiene varias obras en colecciones privadas, en Colombia, Costa Rica, EE.UU., Inglaterra e Israel.

Deja tu Comentario

A fin de garantizar un intercambio de opiniones respetuoso e interesante, DiarioJudio.com se reserva el derecho a eliminar todos aquellos comentarios que puedan ser considerados difamatorios, vejatorios, insultantes, injuriantes o contrarios a las leyes a estas condiciones. Los comentarios no reflejan la opinión de DiarioJudio.com, sino la de los internautas, y son ellos los únicos responsables de las opiniones vertidas. No se admitirán comentarios con contenido racista, sexista, homófobo, discriminatorio por identidad de género o que insulten a las personas por su nacionalidad, sexo, religión, edad o cualquier tipo de discapacidad física o mental.


El tamaño máximo de subida de archivos: 300 MB. Puedes subir: imagen, audio, vídeo, documento, hoja de cálculo, interactivo, texto, archivo, código, otra. Los enlaces a YouTube, Facebook, Twitter y otros servicios insertados en el texto del comentario se incrustarán automáticamente. Suelta el archivo aquí

Artículos Relacionados: