La Soberbia

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Así como clasificamos a los verbos en la Gramática Española – transitivos, intransitivos, reflexivos, etc. – del mismo modo podríamos calificar a los Siete Pecados Capitales.

De éstos, veamos algunos:

La Gula, el pecado de una pobre persona que no tiene “llenadera”, come hasta hartarse y más, si puede.


La Sensualidad, el pecado de “la carne”, que despectivamente nombramos “cachondo”, y que difícilmente se contiene.

La Envidia, el morirse de coraje por los bienes o atributos ajenos…y así, los demás, que son REFLEXIVOS, o sea, no afectan a terceros; sólo al pecador,

El único Pecado Capital transitivo es LA SOBERBIA, porque ese sí viaja, esa llega a las almas de los demás. Ese vuela en forma de nube ponzoñosa para caer sobre las almas en quienes la modestia es una cualidad.

La Soberbia torna la atmósfera en una nube venenosa que invade todos los sentidos. Huele, sabe, se siente, se oye y se mira horrenda.

No sólo transita y afecta a una persona; lo hace con multitudes.

Es capaz de crear conflictos, arrastrar desgracias, separar familias o grupos sociales, alterar voluntades e incluso, provocar muertes.

Ejemplos de ello los tenemos a través de la Historia.

En la Antigua Grecia, los soberbios causaron la muerte de genios como Sócrates y algunos de sus allegados; en la Roma Imperial, los Césares, con su soberbia, organizaron la muerte colectiva de grupos religiosos, de gladiadores, de siervos, tanto en guerras provocadas como en funciones públicas.

¿No fueron acaso los Luises de Francia,quienes en su soberbia mantuvieron a sus súbditos en la carencia, la destitución, la oscuridad y la ignorancia?

Los Zares de la antigua Rusia en su soberbia – amén de su acendrado antisemitismo – ¿no consideraban a los judíos menos que “mujiks”?

¿Y “Deutschland über Alles”, con la Bestia encabezándola, no es la muestra más refinada de la Soberbia?

En todos estos casos y muchos más, la nube venenosa se extendió como un manto ennegrecido sobre pueblos enteros y sobre sus miembros, uno a uno, matando, liquidando, eliminando, exterminándolo todo.

El Pueblo Judío sabe de Soberbia porque a través de miles de años la ha sufrido en carne propia. Egipto, Babilonia, Persia…¡tantos golpes, tantas agresiones a lo largo de Nuestra Historia!

Pocas y muy cortas han sido las “escalas de felicidad” que hemos gozado. Somos especialistas en reconocer la Soberbia cuando la vemos, porque nos representa peligro – hasta de extinción – en todo nuestro devenir.

Hemos sobrevivido y seguiremos siendo Luz hacia los Pueblos porque así lo impuso HaK”B. Alguien escribió que ser Judío era una doble responsabilidad, una obligación de ser doblemente mejor ; puede ser que tenga razón, pero hay que reconocer que somos simples seres humanos, con las consecuentes fallas y faltas.

Dijo un entrañable maestro: “Si pecas, que sea con algo con lo que puedas vivir, sin perjudicar a otro”. Esta máxima merece ser dejada de tarea a muchos de nosotros, y si encuadramos la Soberbia en esa frase, veremos que es insostenible.

Analicemos nuestro entorno familiar y preguntémonos: ‘Esta decisión la tomo porque creo en el principio de autoridad o por mi soberbia’?

Podemos hacer exactamente lo mismo en nuestro negocio o en nuestra relación con determinada esfera oficial.

Ahora ubiquemos esa disyuntiva en el marco de un grupo u organismo de amigos y correligionarios, y comparemos las reacciones:

“En mi casa, mi decisión se acepta porque así es la escala de autoridad”. O bien:

“En mi negocio mando yo, y al que no le guste, ahí está la puerta”,

o también:

“Pues esos impuestos no los pago y háganle como quieran”.

Ahora dentro del grupo de amigos:

-” Nos cambiamos de restaurante porque yo digo”, o bien

-“Hoy nadie toma postre porque no se me da la gana, al que no le guste, que se largue”,

o también

-” Hoy pagan ustedes porque si no, no los vuelvo a invitar”,

o a lo mejor

-” Ya no vamos aceptar que venga “fulanito” porque ya ven, su ropa deja mucho que desear y aquí somos más finos”.

En este último caso,

Es probable que los amigos y correligionarios se rebelen contra ese intento de crear la discordia,todo ello ocasionado por la Soberbia y aquí no habrá autoridad que haga aceptar las decisiones, pues es el grupo de amigos y correligionarios de quien tiene que emanar el consenso.

¡Qué logró la soberbia? ¿Qué se obtuvo con ella?

Sólo inquina, malestar, desilusión y desánimo, pero el grupo, unido, es fuerte y no permite que se rompan los nexos que durante años han ido forjando.

La Soberbia que nubló la amistad del grupo se extinguirá paulatinamente, pero el olor permanecerá un tiempo. Así transita la Soberbia, esa mala señora.

Acerca de Salomón Lewy

Nacido el 30 de Enero 30, 1939, se considera oriundo de Orizaba, Veracruz, donde residía su familia y fue llevado a los tres días de nacido.Su Creación Literaria abarca grandes reconocimientos como: Primer Lugar en los Certámenes XVIII y XIX del C.D.I., Mención Honorífica en el Certamen XX del CDI.Dentro de sus publicaciones podemos encontrar: MI AMIGO ISAAC, EL CORAZÓN NO ES UN PASAJERO (Editorial Libros para Todos, EDAMEX).Idiomas:Español, Inglés, Alemán, Hebreo, Yiddish.Especialidades:Temas Judaicos, Israel, Política Mexicana, Relaciones Internacionales, Costumbrista Mexicano.

1 comentario en «La Soberbia»
  1. Relmente disfruté éste artículo. El autor describe la soberbia tan claramente, que confieso haber sentido su amenaza. Me agrada que profundice sobre temas de la vida cotidiana, invitandonos a la reflexión como él mismo dice, para ser mejores personas mas aún, siendo judíos.
    Felicidades!

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