Un golpe a la libertad en la FIL de Guadalajara
El ataque verbal y simbólico que enfrentaron Silvia Cherem y Adina Chelminsky en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara no fue solo un acto de intolerancia, sino un eco de un problema global que creíamos superado: el antisemitismo.
Lo que comenzó como un diálogo intelectual se tornó en agresión hacia dos mujeres que, por ser judías y expresar sus ideas, fueron atacadas en un espacio que debería ser refugio de la pluralidad.
¿Es el antisemitismo el nuevo “cool”?
En una conversación con una colega feminista, la autora relata una respuesta heladora:
“No te pongas del lado de los judíos… lo cool ahora es apoyar la causa palestina”.
Este comentario, que amalgama ignorancia con moda política, plantea preguntas incómodas: ¿Por qué ciertos sectores feministas, LGBTQ+ y académicos apoyan causas sin analizar críticamente las realidades detrás? ¿Es posible defender una postura de derechos humanos y, al mismo tiempo, ignorar la opresión, misoginia y terrorismo que Hamás perpetra contra su propia población?
Hamás no es Palestina: el problema de la narrativa simplista
El conflicto entre Israel y Palestina tiene raíces complejas. Pero algo es claro: Hamás, designado como organización terrorista por países como Estados Unidos y la Unión Europea, no representa a los palestinos.
Un régimen de terror interno
Hamás no solo ataca a Israel; también oprime a su propio pueblo:
- Mujeres sometidas: Matrimonios forzados, prohibiciones de educación y violencia sistemática.
- Niños como escudos humanos: Uso de escuelas y hospitales como bases militares.
- Represión de minorías: Intolerancia hacia feministas, personas LGBTQ+ y cualquier disidencia.
¿Por qué el silencio de las voces críticas?
Es alarmante que sectores que defienden derechos humanos ignoren estas realidades. Muchos justifican los actos de Hamás bajo una narrativa de “resistencia” sin considerar el daño colateral a la causa palestina y al tejido social en Gaza.
El riesgo de la normalización
Comparar el contexto actual con los inicios del antisemitismo en la Segunda Guerra Mundial puede parecer exagerado, pero los paralelismos son inquietantes. Las señales de alarma incluyen:
- Ataques en espacios públicos.
- Narrativas que demonizan a comunidades enteras.
- Normalización de discursos de odio bajo el pretexto de la libertad de expresión.
Solidaridad desde México: un llamado a la reflexión
La autora resalta su cercanía con Israel y con amigos judíos en México, destacando que no todos los mexicanos comparten esta tendencia preocupante. Su mensaje es claro:
“No podemos repetir la historia. El antisemitismo no tiene cabida en una sociedad que aspira a la justicia y el respeto”.
También llama la atención sobre la necesidad de separar el apoyo a los derechos de los palestinos del respaldo a Hamás, una organización cuya carta fundacional niega la existencia del Estado de Israel y perpetúa el ciclo de violencia.
¿Qué podemos hacer como sociedad?
- Informarnos críticamente: No todo lo que parece “justicia social” es intrínsecamente justo.
- Rechazar la intolerancia: Ya sea antisemitismo, islamofobia o cualquier forma de odio, no debe tener espacio.
- Defender la pluralidad: En debates complejos, se requiere empatía, conocimiento y respeto.
- Apoyar soluciones reales: Fomentar el diálogo y la coexistencia entre israelíes y palestinos.
Construir desde el respeto
Este texto no busca resolver un conflicto que lleva décadas sin solución, pero sí invita a cuestionar nuestras posturas y a priorizar el respeto por las diferencias. No se trata de “elegir lados”, sino de rechazar la intolerancia y construir puentes de entendimiento.
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