En las manchas solares (regiones obscuras de la capa superficial del Sol o fotosfera) fuertes campos magnéticos controlan el movimiento del material principalmente hidrogeno a altísimas temperaturas y se crean estructuras semejantes a las que forman las limaduras de hierro en los polos de un imán (líneas de fuerza magnética).
Ya en la atmósfera solar (la cromosfera y la corona) es común encontrar arcos en tamaños varias veces el diámetro terrestre y donde circula el plasma, guiado a lo largo de líneas de campo magnético solar.
Mientras que los puntos brillantes se “prenden” y se “apagan” en forma más o menos tranquila, en las regiones activas suelen ocurrir repentinamente explosiones de magnitud colosal llamadas ráfagas, estas ráfagas liberan cantidades enormes de energía hacia el espacio en partículas subatómicas y si su dirección es hacia la Tierra, dos o tres días después estas partículas van a chocar con el campo magnético terrestre y nuestra atmósfera, produciendo bellas auroras boreales y australes.
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