Cuando hacemos Tefilá y le pedimos a Hashem que nos conteste, muchas veces no ponemos atención a sus señales que nos manda y pensamos que nuestra Tefilá no llegó.
Vamos a contar una moraleja para entender este mensaje:
La mariposa perdida:
Dijo un niño: “Dios, habla conmigo”.
Y entonces un ave del campo cantó, pero el niño no la escuchó.
El niño exclamó: “¡Dios, háblame!”
Y un trueno resonó por todo el cielo, pero el niño no lo escuchó.
El niño miró a su alrededor y dijo: “Dios, déjame mirarte”.
Y una estrella se iluminó, radiante, pero el niño no se dio cuenta.
Y el niño gritó de nuevo: “Dios, Muéstrame un milagro”.
Y una vida nació de un huevo, pero el niño no lo notó.
Llorando desesperadamente, dijo: “Tócame, Dios, para saber que estás conmigo”.
Dios se inclinó y tocó al niño. Pero él se sacudió la mariposa.
¡Y el niño se fue de ahí pensando que D-os no lo escuchó!
Muchas veces las cosas que pasamos por alto son aquellas que hemos estado buscando.
El camino es largo y difícil. Debemos mejorar en muchos actos que hacemos y los que no hacemos. No únicamente nos juzgarán por los actos que hicimos mal o no hicimos; sino también seremos juzgados por los buenos actos que hicimos – ¿de qué manera los hicimos? Que tanta intención pusimos, con que alegría lo hicimos, etc.…
Para empezar bien el mes de Elul, y empezar en el buen camino para llegar a la meta, debemos de conseguir el mejor compañero: “Ani Ledodí – Vedodí Lí”; que Hashem sea nuestro compañero y nos guíe todo Elul y toda la vida. Amén.
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