La traición de Dolce Gabbana

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Las sociedades de termitas y hormigas viven en la tierra hace cien millones de años y prácticamente desde su aparición en el Cretácico son como las conocemos hoy en día, no han evolucionado. Del millón de especies de insectos conocidas, los insectos sociales apenas suponen el 2% del total, sin embargo son más numerosas más importantes y más vitales para el medio ambiente, que el resto de especies. El estancamiento evolutivo de hormigas y termitas demuestra su magnífica adaptación a cualquier entorno, pero ha propiciado que una especie distinta, el homo sapiens, domine actualmente la Tierra.

Los humanos como las termitas y las hormigas también somos animales sociales, aunque el homo sapiens apenas tiene 150.000 años de antigüedad. A diferencia de los insectos sociales, los humanos han tenido un meteórico desarrollo evolutivo, basado en la ampliación de un órgano físico, el cerebro, que nos ha permitido dominar el lenguaje, el pensamiento abstracto, así como desarrollar la capacidad de aprender de inventar y de realizar hipótesis. La vida de cada ser humano se desenvuelve dentro de su cerebro.

Aunque en las sociedades de las termitas y de las hormigas existen rebeliones internas y guerras y también individuos perezosos o disidentes, en general funcionan como un superorganismo, en el que cada miembro cumple su función preestablecida de obrera o soldado. El rígido automatismo de las sociedades de hormigas y termitas bien podría inspirar una segunda parte de Mein Kampf. Los seres humanos, a diferencia de las hormigas, viven toda su existencia individual sometidos a una dramática tensión entre los valores individuales y los valores del grupo. Es probable que los rápidos avances evolutivos de la humanidad provengan de esta desasosegante tensión entre el individuo y el grupo.


Doménico Dolce nació en 1958, y fue un costurero tan precoz que, en su Sicilia natal, comenzó a hacer sus propios diseños de ropa con tan solo seis añitos de edad. Es un buen ejemplo de cómo, en las sociedades humanas un individuo al tener una conducta diferente y extraña a la del grupo contribuye a la evolución y al progreso de la tribu. En las sociedades de termitas o de hormigas, no sería factible la existencia de un comportamiento individual equivalente al del costurero siciliano. Algunas agrupaciones humanas como Irán, Arabia Saudita o la franja de Gaza son, en este sentido, muy similares a colonias de hormigas o termitas.

Cuando Doménico Dolce contaba veinte años, el 27 de noviembre de 1978, en San Francisco, fue asesinado Harvey Milk el concejal (judío) del Ayuntamiento de San Francisco que simbolizaba el éxito del emergente poder político y económico de los homosexuales en California. Este asesinato es un buen ejemplo de la tensión permanente que existe entre los valores del individuo y los valores de la sociedad, que ejemplifica como la evolución humana no es gratis, sino que tiene un elevado y dramático coste, esencialmente para los inconformistas, disidentes y minoritarios.

También, por la tensión permanente que existe entre los valores del individuo y los valores de la sociedad, fue asesinado en 1922 por los ultranacionalistas alemanes, Walther Rathenau. En ese momento era el Ministro de Asuntos Exteriores de Alemania, y exponente máximo de la integración y del ascenso social y económico de los judíos alemanes y europeos, una vez conseguida la igualdad de derechos con los no judíos. Antes que eso, dotado de un enorme talento para la organización y la logística, fue el gestor de las materias primas de Alemania durante la Primera Guerra Mundial, lo que permitió al país continuar el esfuerzo de guerra a pesar de su enorme inferioridad respecto a los Aliados.

En la vida en sociedad los individuos mediocres (modales) son los más populares, como podemos constatar entre los políticos, los futbolistas o los actores de la televisión basura. Los individuos inconformistas, disidentes y minoritarios, aunque sean a posteriori elogiados por historiadores o cineastas, suelen provocar rechazo social de sus contemporáneos, por lo que, a menudo, tienden lazos a la sociedad para que su individualidad sea más llevadera. Así, es sabido por la sociología, que una mujer de profesión camionera o minera, será más aceptada si al mismo tiempo es una excelente cocinera o bailarina (Elliot Aronson).

Walther Rathenau fue asesinado por ser judío. Pero antes se hizo nacionalista alemán en un infructuoso intento de tender puentes con su sociedad de acogida. Para congraciarse con los alemanes y hacerse perdonar su individualidad judía Rathenau no dudo en traicionar a los de su tribu a los que públicamente acuso de ser “una banda de extranjeros vestidos de una manera demasiado extravagante”. Probablemente la frase del brillantísimo Rathenau expresa con cruel exactitud la opinión que 90 años más tarde tiene la jerarquía y la sociedad católica siciliana de los diseños de sus compatriotas Dolce&Gabbana,.

El desenvolvimiento humano en el planeta Tierra es, una historia de éxito reproductivo sin parangón, ya que el total de humanos producidos a lo largo de la historia se cifra en más de 115.000 millones, viviendo actualmente más de 7.000 millones de individuos simultáneamente. Según explican los genetistas la homosexualidad está ampliamente representada en poblaciones de todo el mundo y los genes de la homosexualidad, que reducen las oportunidades reproductivas de los portadores, deben de conferir ventajas de algún otro tipo para ser favorecido por la selección natural. Pudiera ser que entre las ventajas de estos genes se encuentren en producir individuos dotados de capacidades especiales, escasas en el resto de los humanos.

Dolce&Gabbana , Walther Rathenau , Irene Nemirovsky, Ilan Pappé , Elia Kazan y también todos nosotros, en un intento, tan humano, de intensificar el disfrute de las cosas buenas de la vida, no dudaremos a lo largo de toda nuestra existencia individual en ser actores que mienten, disimulan, manipulan, engañan, y traicionan. En primer lugar, a nosotros mismos, y a nuestros más próximos. Todo, con tal de tender puentes, entre nuestra individualidad y la tribu (el poder). Algunas veces estos puentes son especialmente desvergonzados como en el caso los costureros Domenico Dolce y Stefano Gabbana, que, en definitiva, no dudan en negar a la CIENCIA, la posesión del arsenal de tecnología que tenemos los humanos para distinguir lo verdadero de lo falso.

Acerca de Fernando Álvarez-Baron

Nacido en Salamanca, España el 11/09/1959. Sociólogo por la Universidad Complutense de Madrid. Estudioso de la microsociología y del impacto la neurociencia en la teoría de interaccionismo social. Actualmente realizando una tesis sobre minorías creativas en el mundo. Ex funcionario del Estado Español en Auditoria Publica. Ex director comercial de Bankia Fondos de Inversión. Articulista en prensa escrita española.

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