La ultraderecha kahanista gana presencia en política israelí

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En la década de 1980, la violenta ideología antiárabe del rabino Meir Kahane fue considerada tan repugnante que lo expulsaron del parlamento israelí y Estados Unidos lo consideró jefe de una organización terrorista.

Sus discípulos, sin embargo, desfilan hoy por las calles de Jerusalem gritando “¡muerte a los árabes!” y apaleando a cualquier árabe que se les cruza en el camino. Esta semana participaron en una ola de violencia en Jerusalem y otras ciudades mixtas de todo Israel, en la que árabes y judíos atacaron gente y quemaron autos.

El jueves por la noche hubo más violencia étnica. En Tel Aviv, dos judíos atacaron a un periodista que cubría una reunión de elementos ultranacionalistas. En Lod, en el centro del país, un judío fue herido seriamente de bala por un árabe. En Jaffa, un soldado israelí fue atacado por un grupo de árabes y resultó hospitalizado en estado grave.


Los israelíes, estremecidos por la violencia, consideran a los extremistas de derecha una aberración o una reacción a la violencia palestina. Pero para los árabes, que representan un 20% de la población de Israel, los herederos de Kahane son la consecuencia natural de un sistema discriminatorio, aceptado por algunos líderes populares que comparten sus puntos de vista.

Algunos admiradores de Kahane fueron elegidos al parlamento en marzo, como aliados del Partido Likud del primer ministro Benjamin Netanyahu, y uno de los más prominentes aparece regularmente en la televisión.

La reaparición de este sector agrega otro elemento de volatilidad al conflicto entre árabes e israelíes. Es parte asimismo de un giro hacia la derecha en Israel, donde los discípulos de Kahane no son los únicos que adoptan una línea dura hacia los palestinos y emplean una retórica antiárabe.

Los partidos de derecha que apoyan los asentamientos judíos en territorios palestinos y se oponen a la independencia de los palestinos ganaron una gran mayoría de bancas en marzo y Netanyahu y otros dirigentes derechistas a menudo pintan a la minoría árabe de Israel como una quinta columna, dispuesta a colaborar con el enemigo… a menos que necesiten sus votos.

Durante su corto período en el parlamento a mediados de los años 80, antes de ser expulsado, Kahane fue evitado por sus colegas, incluido el Likud, y con frecuencia pronunciaba discursos ante una cámara vacía. Su programa racista contemplaba la prohibición de los matrimonios entre árabes y judíos, privar a los árabes de su ciudadanía israelí y la expulsión masiva de los palestinos. En una ocasión fue suspendido por mostrarle una horca a un legislador árabe.

A Kahane se le prohibió postularse en 1988 y dos años después fue asesinado por un egipcio-estadounidense en Nueva York. Pero su ideología sigue viva en Israel.

En 1994 un partidario de Kahane, Baruch Goldstein, abrió fuego en un santuario en Hebrón, en la Margen Occidental ocupada, y mató a 29 musulmanes, además de herir a unos 100. Ello hizo que Estados Unidos catalogase su movimiento como un grupo terrorista.

En marzo, otro admirador del finado rabino, que por años colgó un retrato de Goldstein en una pared de la sala de su casa, fue elegido al parlamento israelí.

Itamar Ben-Gvir llegó al Knesset como parte de Zionismo Religioso, un bloque de partidos de extrema derecha que surgió a instancia de Netanyahu para asegurarse los votos necesarios para ser elegidos.

Desde entonces, Ben-Gvir ha hecho numerosas presentaciones televisivas, mostrándose como alguien alegre que sabe responder a las críticas.

Una firma de encuestas, Ifat, dice que Ben-Gvir es el tercer político más entrevistado por la radio y la televisión de Israel, detrás solo de Netanyahu y de Naftali Bannett, otro político de derecha.

“Habla bien y sabe cómo manejarse”, dice Shuki Friedman, del Instituto por la Democracia en Israel. “Por un lado, corteja a sus partidarios. Por el otro, sabe cómo no irritar demasiado al resto”.

Ha hecho provocadoras visitas a zonas árabes y se lo ve siempre en los sitios donde hay disturbios, arengando a los ultranacionalistas a que hagan frente a los palestinos y promoviendo el Poder Judío, como se llama su partido.

La semana pasada abrió una “oficina” al aire libre en un barrio árabe del sector oriental de Jerusalem donde colonos judíos tratan de expulsar a los palestinos de sus casas, desatando una confrontación. Luego pidió a la policía que disparase contra manifestantes palestinos en la Mezquita Al-Aqsa, un sitio sagrado tanto para judíos como para palestinos.

Un cohete de Hamas interrumpió un desfile de conmemoración de la anexión de ese sector por parte de Israel y al día siguiente estalló la violencia. Un canal de la plataforma Telegram que muestra el emblema kahanista —un puño amarillo adentro de una Estrella de David negra— que tenía unos cientos de miembros sumó adherentes y llegó a 6,000.

Fue usado para organizar una multitud en un suburbio de Tel Aviv, Bat Yam, que el miércoles sacó a un árabe de su auto y le dio una fuerte golpiza. El ataque escandalizó a los israelíes y fue ampliamente condenado, incluso por la derecha. Los medios de prensa israelíes dijeron que el jefe de la policía nacional acusó a Ben-Gvir de incitar una “intifada” judía, usando un término árabe que alude a dos levantamientos palestinos.

Ben-Gvir es un abogado que defendía extremistas judíos acusados de atacar a árabes. Alcanzó proyección nacional cuando le rompió una decoración al auto del primer ministro de entonces, Yitzahk Rabin, en 1995.

“Llegamos a su auto y lo vamos a alcanzar a él también”, dijo Ben-Gvir por entonces. Pocas semanas después, Rabin fue asesinado por un extremista judío contrario a sus planes de paz con los palestinos.

Desde entonces, Israel ha girado más hacia la derecha.

Dan Meridor, exministro de justicia y figura importante del Likud, que fue uno de los promotores de la expulsión de Kahane del parlamento en 1988, cree que Netanyahu cometió un gran error al rehabilitar a sus partidarios.

“Se puede ver el cambio dramático y dañino que hubo en el Likud con la legitimación de los kahanistas”, comentó. “Cambió de un modo muy trágico”.

Los ciudadanos palestinos de Israel consideran a Ben-Gvir uno más de una serie de políticos israelíes, incluido Netanyahu, que los tratan como ciudadanos de segunda clase, por no decir enemigos del estado.

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