La vanguardia de la retaguardia y la retaguardia de la vanguardia

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Aunque el título de esta nota parezca un mero juego de palabras, lo cierto es que se refiere a un hecho innegable: resulta que los mayores patrocinadores del terror islámico, Arabia Saudita y Catar, son y serán también miembros de la coalición que busca articular el presidente Obama para acabar con el IS, los fanáticos islamistas del califato, decapitadores sanguinarios

y desalmados cada día más numerosos y mejor armados. Eso es como querer apagar un fuego con gasolina o como intentar cerrar una herida con el mismo cuchillo que la produjo. La semilla del mal ya está en el wahabismo y en los remanentes de Al Qaeda. El origen del veneno está, hay que decirlo con claridad, en algunas tradiciones del Islam, religión que favorece y ansía la yihad o guerra santa. Así que hay una retaguardia-los musulmanes simpatizantes de la causa que habitan en Europa y Norteamérica-, y una vanguardia, los que se van a luchar a los desiertos sirios e iraquíes con la esperanza de hacerse un nombre y un lugar en el incipiente califato. Pero también hay una vanguardia de esa retaguardia: los ideólogos yemenitas o saudíes que, entre sus muelles cojines y sus largos narguiles, envueltos en el humo del poder otorgado por el petróleo y sus derivados, sueñan con islamizar el orbe entero y someterlo, por fin, a la Sharia, a su juicio más eficaz que los mandamientos bíblicos o el derecho romano.

El sismo hace rato que ocurrió, pero las ondas de choque por él provocadas aún no se perciben bien ni pueden medirse en sus respectivas zonas de resonancia. Cuando dos o tres de los combatientes islámicos de pasaporte europeo, inglés o francés, tanto da, regresen a sus sitios de nacimiento, constituirán otra vez la retaguardia que, como la levadura en el pan, contribuirá a levantar e izar la negra bandera del califato apelando a manos que no tardarán en marcharse a empuñar armas cada día más sofisticadas. Es cuestión de tiempo, y tal vez sea esa la razón por la cual Obama insinuó que la lucha podría durar una década o más, desde la fase que estamos viendo a ahora hasta las restricciones y los controles cada más duros a cualquier musulmán sospechoso de viajar a Oriente. Entonces no sólo habrá islamofobia como hay, por desgracia, judeofobia, sino que la rabia y el encono contra el mundo islámico crecerá exponencialmente hasta complicar la convivencia de una manera que ni siquiera podemos imaginar.


Lo ideal sería que los musulmanes se apañaran solos, que aclararan en serio lo que quieren para sí y lo dispuestos que están a convivir con otras tradiciones y credos. Pero mientras el vocero mayor de la principal mezquita de El Cairo sostenga que el sionismo es el que ha creado al IS, ya podemos esperar sentados durante siglos una idea nueva y un poco más original. Sólo hay algo más tosco y peor informado que un muecín árabe: otro muecín.

El bueno de Obama generaliza, pues no hay dos Islam, hay uno sólo con dos o más caras, dos o más intenciones, y hasta que eso no se aclare el fuego seguirá ardiendo y la herida seguirá supurando. Catar paga el rescate de los soldados fidjianos no porque crea en ello o para hacerle un favor a las Naciones Unidas, sino y ante todo para cubrir sus propias espaldas, para lavar con una mano lo que ha ensuciado la otra. Como dijo el gran Dante, vosotros que entráis aquí, al infierno de la actualidad, dejad fuera toda esperanza. Por el momento bastará con una lucha sin cuartel y sin idealismos tontos. La guerra es por nuestra supervivencia como cultura y abarca más geografías de las que podemos imaginar. La guerra es para que dejen de violar, decapitar, asesinar y vender mujeres al mejor postor. La guerra total la ha buscado el califato y nosotros, los occidentales, judíos, cristianos, librepensadores, demócratas o nacionalistas europeos, no hacemos más que preparar nuestra defensa lo mejor posible.

Acerca de Mario Satz

Poeta, narrador, ensayista y traductor, nació en Coronel Pringles, Buenos Aires, en el seno de una familia de origen hebreo. En 1970 se trasladó a Jerusalén para estudiar Cábala y en 1978 se estableció en Barcelona, donde se licenció en Filología Hispánica. Hoy combina la realización de seminarios sobre Cábala con su profesión de escritor.Incansable viajero, ha recorrido Estados Unidos, buena parte de Sudamérica, Europa e Israel.Publicó su primer libro de poemas, Los cuatro elementos, en la década de los sesenta, obra a la que siguieron Las frutas (1970), Los peces, los pájaros, las flores (1975), Canon de polen (1976) y Sámaras (1981).En 1976 inició la publicación de Planetarium, serie de novelas que por el momento consta de cinco volúmenes: Sol, Luna, Tierra, Marte y Mercurio, intento de obra cosmológica que, a la manera de La divina comedia, capture el espíritu de nuestra época en un vasto friso poético.Sus ensayos más conocidos son El arte de la naturaleza, Umbría lumbre y El ábaco de las especies. Su último libro, Azahar, es una novela-ensayo acerca de la Granada del siglo XIV.Escritor especializado en temas de medio ambiente, ecología y antropología cultural, ofrece artículos en español para revistas y periódicos en España, Sudamérica y América del Norte.Colaborador de DiarioJudio, Integral, Cuerpomente, Más allá y El faro de Vigo, busca ampliar su red de trabajos profesionales. Autor de una veintena de libros e interesado en kábala y religiones comparadas.