Nos está tocando presenciar el fenómeno social de envejecimiento de la población. Siempre han existido viejos y viejas, pero ahora que la esperanza de vida ha aumentado, las estadísticas muestran un fenómeno social diferente y en constante aumento. Rosalinda le comenta a su esposo: Te das cuenta Luis, ya no vemos viejos en las fiestas. Querida, ahora los viejos somos nosotros.
Esto ha promovido un manejo institucional que brinda oportunidades para llevar a cabo ciertas actividades que nunca hubo tiempo de practicar. ¡Una nueva oportunidad! Conozco personas que han iniciado proyectos que siempre quisieron hacer y no pudieron por las restricciones del mundo de trabajo y los requisitos familiares. Ahora que tienen tiempo disfrutan del ejercicio, aprenden idiomas, estudian computación, leen lo que no pudieron leer antes, pintura y cumplen deseos que no pudieron satisfacer. Es importante tener proyectos personales.
Los viejos se configuran como una categoría independiente del resto de la sociedad, separados como grupo con características propias; resulta obvio que los ancianos compartan características comunes pero lo curioso es que esta diferenciación supone mayor separación del resto de la sociedad que la experimentada por otros grupos sociales. La vejez separa a sus miembros de otros grupos y suscita reacciones negativas. Parecería que la vejez provoca miedo y eso nos obliga a voltear la cara para otro lado. El ver a los viejos nos recuerda que ese es nuestro futuro más tarde o más temprano: solamente los que mueren jóvenes escapan de esta etapa de la vida.
Los viejos tienen que luchar contra el prejuicio externo e interno en una sociedad donde los viejos se comparan con personas más jóvenes y evalúan la belleza externa, fuerza y juventud. No queremos aceptar las canas y las arrugas que cuentan una historia de vida digna de ser tomada en cuenta. ¡Muchos no llegan a esa edad!
Nos puede mostrar ciertas limitaciones pero hay que saber ver las ventajas que esto conlleva y desde luego no confundir vejez con enfermedad. La vejez no es una enfermedad ni todos los viejos están enfermos. Implica el reconocimiento de que el paso del tiempo produce efectos en la persona y conlleva una realidad particular y diferente de lo vivido con anterioridad. Ha llegado el momento de hacer un resumen y valorar todo lo que si hemos hecho en la vida y no solamente quedarnos con el faltante. Felicitarnos por los logros obtenidos a lo largo de nuestra vida.
Esta etapa de vida tiene como características generales mayor serenidad de juicio, experiencia, madurez vital, sabiduría, perspectiva de la historia personal y social que compensan las limitaciones. Se puede convertir en una fase positiva de desarrollo individual y social.
Para pensar en los viejos, y en la propia vejez, se requiere una mentalidad abierta que haya superado los prejuicios y actitudes negativas respecto a la ancianidad y considerar la edad no como algo determinante de las posibilidades vitales de una persona, sino como una variable más de las que condicionan su situación. No hay que quitar importancia a la edad, pero si encuadrarla en forma diferente. La edad es un indicativo más pero no definitivo; me ha tocado ver una diversidad de adultos mayores. ¡Hay viejos jóvenes y jóvenes viejos!
En una plática que dí, un señor me comentó: Tiene usted razón hay que prepararse para la vejez, pero no he tenido mucho tiempo para hacerlo ya que estoy ocupado. Santiago tiene 87 años
Cuando entras a ser parte del grupo de los adultos mayores la sociedad te excluye ya no tienes derechos iguales a la gente joven. Por ejemplo, no te dan un préstamo bancario, una tarjeta de crédito, Por otro lado tienes ventajas: rebajas importantes en conciertos, cines, museos, medicinas y otras más.
Existe tal negación a aceptar la propia vejez, que mucha gente corre riesgos y se comportan en forma inadecuada. Irma 84 años decidió que se iba ir en camión y en peseros al centro de la ciudad ya que si los jóvenes lo pueden hacer porque ella no puede. Luisa, 79 años, dice que sube las escaleras corriendo como si tuviera quince años; hace una semana se torció el pie y ha tenido que quedarse en cama. ¡Son riesgos innecesarios y no convencen a nadie de que es joven, ni siquiera a ellos mismos!
En este afán de que no se note la edad, hay industrias que se han enriquecido fabricando todo tipo de productos que “retardan el envejecimiento”.Hay que alegrarse de poder llegar a esta etapa de la vida en vez de amargarse por el paso del tiempo.
Si ponemos atención todo a nuestro alrededor cambia, el día, la noche, el clima, nuestro cuerpo y el de los demás, la familia, nuestro trabajo, el dinero y la forma de tenerlo y obtenerlo. Vivimos en un mundo cambiante y cada movimiento personal nos abruma y provoca sentimientos de miedo y sorpresa. La vejez es la única etapa de la vida que mira hacia el final y eso provoca temores internos.
Cada mañana que me levanto, agradezco por poder hacerlo y me preparo para mis actividades diarias después de prepararme un café que me sabe a gloria.
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