La Venezuela Descafeinada de Chávez

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El difunto Milton Friedman dijo una vez que “si usted pone al gobierno federal a cargo del desierto del Sahara, en cinco años habría una escasez de arena”.

Friedman estaba usando la hipérbole para marcar un punto acerca de la planificación central. O eso creía yo hasta que Hugo Chávez se puso a cargo del sector del café de Venezuela. El año pasado, para el primer período de tiempo prolongado en la historia del país, Venezuela no produjo suficiente cantidad de la baya roja para satisfacer la demanda interna. Ahora se ha convertido en un importador de café y se enfrenta a una grave escasez.

No es de extrañar que la expropiación reciente de Chávez de algunos almacenes y terrenos pertenecientes a la gigante de la alimentación y bebidas, el conglomerado “Polar”, sea desconcertante para los venezolanos. Chávez ha dicho que si el director ejecutivo de “Polar” Lorenzo Mendoza no mantiene la boca cerrada acerca de esas tomas, más pueden seguir. Los consumidores venezolanos saben que la gestión chavista de “Polar” probablemente no sea más exitosa que sus aventuras en el café.


El colapso de la industria del café es emblemático de la más amplia catástrofe económica que aqueja al país. Durante más de una década Chávez ha utilizado los controles de precios, controles de capital y la hiper-regulación en un intento por cumplir con sus objetivos socialistas. Cuando la previsible escasez surgió, el gobierno respondió mediante el enfoque de salame a la nacionalización; corte en rodajas de un pedacito del sector privado de a vez e ir tomándolos para el Estado.

Ahora la economía se hunde: El Fondo Monetario Internacional prevé que mientras el crecimiento del PBI se recuperará mayormente en América Latina este año, se contraerá un 2,6% en Venezuela. La inflación central ha estado por encima del 30% durante dos años.

Para entender cómo las cosas se pusieron tan mal, mire al café. Alguna vez fue abundante en Venezuela. Pero en 2003, con una inflación de precios al consumidor amenazando con dañar la popularidad de Chávez, el gobierno impuso control de precios. Esto hizo disminuir el incentivo para cultivar el café al tiempo que aumentó el incentivo para exportar a Colombia lo que estaba crecido. ¡Voilá! Menos café para la venta en Venezuela.

Chávez es lo suficientemente inteligente como para comprender que la escasez de café augura mal para las encuestas. Pero en lugar de dejar flotar el precio, declaró al café un producto “estrella” y puso en marcha un plan de USD 300 millones para reactivar el sector. Se aumentarían las áreas cafeteras, nuevos árboles se plantarían y nuevos caminos a las fincas cafeteras se construirían.

Cuatro años más tarde, los venezolanos se vieron golpeados con esta sorpresa: Ninguna de las promesas se materializaron y el café seguía siendo escaso. Chávez necesitaba culpar a alguien y en agosto de 2009 fue tras la más antigua compañía tostadora del país, “Fama de América”. Los militares invadieron las plantas de “Fama” en Caracas y Valencia después de que Chávez declaró en la televisión que la compañía fue la culpable principal en la crisis de la escasez. Funcionarios del Estado anunciaron una investigación de 90 días para determinar si “Fama” había violado la ley.

Finalizados los 90 días Chávez confiscó las instalaciones de calcinación de “Fama”. La medida se justificó por medio de cuatro criterios. En primer lugar, el gobierno tiene la obligación de garantizar el suministro de alimentos para la población. En segundo lugar, el café es una tradición venezolana. En tercer lugar, había escasez causada en parte por el contrabando a Colombia. En cuarto lugar, “Fama” tenía un 30% del mercado venezolano. El gobierno ofreció pagar a la compañía el 10% de su valor oficial de tasación.

Tomar tostadoras de café, por supuesto, no hizo a las fincas cafeteras más productivas. En abril, el diario venezolano El Universal informó que la cosecha de 2009-2010 cayó un 16,6% respecto al año anterior. El periódico informó además que “Fama” y otro tostador grande, “Café Madrid” -ambos ahora controlados por el Estado- están operando al 30% debajo de su capacidad debido a la escasez de granos. Añadió que las plantas sólo tienen suficiente café para los próximos uno o dos meses y sin un aumento en las importaciones podrían colapsar en 30-60 días.

[A fines de abril], el analista de Goldman Sachs Alberto Ramos señaló que “ahora el gobierno controla una gran parte de la actividad económica” y que “está reaccionando a cualquier conflicto en el sector privado, real o percibido, con las amenazas inmediatas de nacionalización. Este es un gran obstáculo a la inversión nacional y extranjera que tanto se necesita”. También es un impedimento para la producción dado que los chavistas no parecen ser muy buenos en la administración de negocios.

Para los críticos de Chávez puede ser reconfortante que algunos de sus partidarios estén saltando del carro “bolivariano” por todo esto. Pero es demasiado pronto para celebrar. En tanto las deserciones aumentan, él se está poniendo cada vez más militante. Su alianza con Irán, provocaciones con respecto a Colombia, la acumulación de armas y el uso de personal militar cubano dan testimonio no solamente de sus inseguridades, sino también de su desesperación. Recientemente anunció que niños de tan sólo 12 están siendo reclutados para trabajar como propagandistas para el Estado, y ahora está encerrando a varios de sus opositores políticos. Las confiscaciones de propiedad están en aumento.

La revolución de Chávez está en ruinas. Eso es seguro. Pero nadie debería concluir que va a aceptar la derrota en paz.

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