La vida en Israel es muy intensa. De una intensidad tal, que cosas que suceden un día, al día siguiente ya han sido olvidadas.
El domingo pasado, ocurrió el atroz atentado del camión contra los soldados en Jerusalem. Sólo a cinco minutos de mi casa. Cuatro soldados asesinados y otros heridos. Estos son momentos muy duros para todos nosotros en Israel. Cada atentado nos rompe el corazón y tenemos que buscar otra vez la fuerza para seguir adelante, no es fácil pero seguimos.
No pasaron dos días y ya el país estaba metido en el tema del primer ministro y sus investigaciones. El atentado parecía que ya estuviera olvidado, para el desconcierto general ningún ministro acudió a los entierros de los soldados.
El jueves falleció Meir Banai, uno de los cantantes más famosos e importantes de Israel. Así es aquí. No hay ni un momento para respirar, los temas ya han cambiado.
Pero hay que parar, detenerse. Este ritmo no es bueno para Israel, este ritmo no es natural. Es un ritmo que no deja procesar, estar de duelo, estar contentos, este ritmo pide constantemente la novedad.
Seguro que cuando ustedes lean esto piensen que las cosas pasan y cómo se puede parar. No hay que parar, hay que agregar, hay que profundizar, hay que sentir. Una sociedad profunda no tiene que correr tras el ritmo que exige la generación del internet porque al final no quedará nada.
Ayer busqué los discos de Meir Banai que tengo en mi discoteca física. Y pasé por muchos discos, por toda esa obra de arte que se llama grabar un disco. Le traté de explicar a mi hija, el tesoro que tenemos, y ella contestó que todo hoy en día está en Youtube y no es necesario tener todos los discos porque igualmente, todo está en la red.
Lo pensé, la diferencia en las generaciones, no dicen que hay una mejor que la otra, pero dicen que cada generación tiene que buscar la manera de enriquecer la humanidad. Enriquecer y no pasarla y después de un minuto pasar a otro tema.
Yo soy el que bendice cada día la tecnología, pero también el que dice que estamos obligados de ser un poquito más lentos para no perder el valor de la creación, del momento, y de la eternidad.
La vida en Israel es muy intensa, pienso mucho sobre las 4 familias que su vida se destruyeron esta semana. No dejo de pensar en ellos. Y también, que el tiempo que dedico en esto no es suficiente.
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