Manifestaciones callejeras, sonoras entrevistas con figuras que se ven alejadas del poder que poseían, ásperos diálogos en todos los medios, caricaturas que incitan el odio y la muerte de políticos respetados hasta hace pocos días: el clima que hoy domina en este país.
Todas las fuerzas policiales se han movilizado con el propósito de cuidar la vida de políticos de derecha centro e izquierda que aspiran a instituir una nueva e imprevisible coalición gubernamental, obra de Yair Lapid. No quieren ver repetida la tragedia que se tradujo en el asesinato de Rabin.
La posible designación de Naftali Bennet como Primer ministro parece contrariar la lógica convencional.
Cuenta con apenas seis representantes de los 61 que se precisan para levantar una aceptable coalición gubernamental. Sin embargo, políticos y partidos de derecha, centro e izquierda parecen coincidir en una aspiración: desalojar a Netanyahu del poder después de doce años en el gobierno.
En este escenario cualquier trama es posible: desde la violencia individual o masiva contra algunos de los miembros de la anunciada coalición hasta el reinicio de las hostilidades en Gaza.
En otras circunstancias, la certera elección de Herzog como el nuevo presidente del país apenas gestó expresiones de justo entusiasmo. Un feroz intercambio de palabras y amenazas no le dejó espacio.
¿Se reproducirá en Israel lo que aconteció en Washington al conocerse la derrota de Trump?
La respuesta se sabrá en los próximos días.