La amplia minoría árabe de Israel – un quinto de la población total – oscila hoy entre la franca adhesión a las iniciativas militares del Hammás en Gaza y una equilibrada postura a la espera de los días venideros.
El armado de cualquier coalición – por Netanyahu o por Lapid-Bennet – depende de su franca o indirecta adhesión.
Por el momento se ha limitado a adherir moderadamente a las recientes manifestaciones musulmanas en Jerusalén al tiempo que lamenta los recientes episodios bélicos en Jerusalén, en Tel Aviv, y en Gaza.
En las últimas horas Bennet fue constantemente asediado por los periodistas. Preguntan si después de los violentos choques entre ciudadanos judíos y árabes hay todavía lugar para una nueva coalición jefaturada por él y por Lapid. De momento huye de cualquier declaración al respecto.
Aparentemente Bennet confía que, concluido el actual y filoso conflicto militar, Abbas resolverá finalmente adherir – plena o indirectamente – a la coalición gubernamental que encabezaría.
Perspectiva de momento algo lejana. Agrupaciones árabes en el centro y norte de Israel revelan pública o indirectamente apoyo a las iniciativas del Hammas en Gaza. En llamativo contraste, la Autoridad palestina en Ramallah prefiere el silencio.
Difícil escenario que puede conducir a un nuevo y costoso torneo electoral que revelará definitivamente el peso político ineludible de la amplia fracción árabe en el país. El silencio de Abbas apresura este escenario.
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